ImNoOne
Madmaxista
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Efectivamente. No hay nada más triste que ir lejos y visitar lo que todos, hacer el mismo turismo cutre.El viaje, como todo, o es una experiencia interior o carece de sentido.
Se puede viajar a sitios muy turísticos y no ir a los lugares comunes o ir en fechas distintas o levantarse temprano e ir al museo a horas en las que no hay casi nadie, y lo verás de otro modo.
Yo he viajado a sitios que estaban a cien km de mi ciudad y he vuelto en el día y ha sido una experiencia única. He viajado a barrios de mi ciudad donde no había estado y fue ver cosas nuevas y como pasar una tarde en un lugar a dos mil km.
Hay gente que se va al trastero del mundo a ver un templo perdido en una selva y no conoce todos los pueblos maravillosos de los alrededores. Gente que se va a una cala en Ibiza y no conoce una playa mucho más guapa en su misma ciudad. Conozco a una persona ya mayor que me confesó que nunca había estado en una ciudad grande y bonita que está a 30 km. de la mía, a la que sale un tren cada media hora. No me lo podía creer. Gente que va todos los años a Baquiera y no esquía. Alguno que lo sabe todo del lugar de la provincia en el que vive y nada de la otra punta de la misma provincia. Gente que tiene cerca montañas maravillosas a las que acuden viajeros desde todos los lugares del mundo y nunca ha tenido la curiosidad de acercarse a ellas.
Decía Jovellanos: El asturiano es extranjero en su tierra, pues no se ocupa en conocerla.
Yo creo que se puede aplicar al resto de los españoles.
Recuerdo mi visita a Okinawa, cuando la comenté con mis amigos otakus, todos hicieron lo mismo "pues yo estuve en Tokio, fui al Comiket, al centro comercial de Akihabara, fui a un cibercafé-hotel (de visita, nada de dormir ahí), estuve en el cruce con los tres pasos de cebra...". La típica hez, divertida, pero enlatada y sin esencia.
Los días que estuve en Okinawa dormí en la casa de unos pescadores de un pueblo de al lado de la base americana, que alquilan habitaciones, un lugar maravilloso, japonés y tradicional, auténtico. El segundo día estuve ayudándoles a tejer la red, ellos con el sistema japonés, y yo conocedor del occidental, intentando comentar (en un inglés muy muy básico) las diferencias entre la forma de hacer nudos y tejer la malla de una cultura y otra, al día siguiente me levanté a las cinco de la mañana para salir a pescar, en su bote, con nuestra red Frankenstein, y cenamos la captura del día tomando sake casero.
Me enseñaron fotos del tío-abuelo de la mujer, muerto en la guerra, que era marinero, de hecho, como fui vestido de diario, me lavaron el uniforme y me lo doblaron, para tenerlo listo el día que me fuese, mostrando un respeto que no he visto en casi ningún lado, me sentí como no me ha hecho sentir la mayoría de los españoles en mucho tiempo, me llevé unos recuerdos impagables, y una sensación de agradecimiento sin precio.
A mi no me va a decir un come-viajes enlatados que "viaja".
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