Me estás atribuyendo cosas en las que no me reconozco.
Yo no quiero Estados monolingües. Eso me parece una barbaridad tan grande como querer Estados unirraciales o unirreligiosos o de Partido único (totalitarios).
La Catalunya actual (no estoy hablando de la Catalunya de los tiempos de Jaume I el Conqueridor ni de la de Rafael de Casanova) es multicultural y conviven en ellas muchas lenguas, entre ellas el castellano que tiene una fuerte presencia.
La Catalunya actual -- la que no es un fantasma de pasado fosilizado en la imaginación-- es imposible sin la contribución de los obreros que vinieron durante el siglo pasado a trabajar en las fábricas. Las fábricas sin trabajadores no funcionan y la parte de la burguesía que despreciaba o desprecia como murcianos o ñordos o colonos a esa parte de nuestra realidad sobre la que construyeron su riqueza viven en la inopia. La revolución industrial en Catalunya jamás hubiese sido posible sin el proletariado catalán que eran en su mayoría emigrantes ibéricos.
Del mismo modo que algunos de los votantes de Trump que desprecian a los emigrantes espaldas mojadas mexicanos no se dan cuenta que sus restaurantes no funcionarían sin que en la trastienda estos últimos recogiesen, cocinasen y limpiasen los platos.
La lengua viva más antigua y con más tradición en Catalunya es el catalán, que es una versión del latín vulgar, ¿o mal hablado, respecto al latín culto u ortodoxo?, como el castellano. Es la propia en el sentido histórico, pero sus hablantes no son los únicos propietarios ni mucho menos. Todos los presentes lo son y todos tienen derechos.
Si miramos la Historia tanto España como Catalunya son hoy digamos mestizas. (En realidad todas las razas, lenguas y religiones son una evolución de otras anteriores). Por lo que de manifestar una xenofobia en algún sentido implica en alguna medida autoodio y neurosis. Invocar hoy en día una limpieza étnicocultural de cualquier tipo, tanto en un sentido castellano-franquista o como catalán-cardonista-nosaltres.sols., significaría su autodestrucción.
El que es un muy de derechas, para mí, no lo es por hablar una lengua u otra, pues creo en la libertad de expresión y en que arrogarse una propiedad en exclusiva de la tierra es pretender acapararla y prostituirla.
En realidad la tierra en sí pasa olímpicamente de los ensueños de propiedad que la trocean o la adornan que le cuelgan los humanos, como de vallas imaginarias.
Para mí un muy de derechas es un xenófobo o un supremacista en cualquiera de sus variantes. Aquí entraría tanto el que va de superespañol que desprecia al que habla catalán, o el que va de supercatalán que desprecia al que habla castellano o también al que va de supereuropeo o superblanco que desprecia al pagapensiones.