¿Cuándo llegará? ¿Cuándo veré la señal? ¿Cuándo la amenaza será realidad? ¿Cuándo mi vida se acabará? Tengo muy claro que no me matará un microbio, un pequeño organismo. Me matará un gran organismo, sin duda. Quiero saber cuándo... Como yo sí soy un pequeño organismo, un marginado de cara tatuada y minusválido, ese gran organismo no ha decidido matarme, porque ni siquiera sabe de mi existencia (y mis narices). No tengo seguidores, secuaces que mueran por mí (no los necesito, yo muero solo). No tengo en la pared un título de jurista, médico o militar, nada que valga mi eliminación... Por eso no sé cuándo decidirán, primero, conocerme; y segundo, borrarme del mapa de los buenos... Porque yo soy de los buenos, a pesar de ser marginado por mi pueblo (mi país) durante cuatro décadas... Yo soy de los que dicen la verdad en la cara, dando la cara, no anónimamente desde un ««foro»» en Interné... Antiguamente, un foro era un sitio público donde damas y caballeros exponían su palabra... Se jugaban la vida con su palabra, y la daban. Luego, muchos siglos después, llegó esta basura llamada ««foros de Interné»». Basura en cuanto a ser nido de chivatos y ««valientes de teclado»»... ¡Es tan fácil!... Sólo debes amenazar, insultar, incordiar, ridiculizar... El resto de ratas chivatas te tendrá estima, si es que sienten algo esas ratas... Pero mantén el anonimato, como si fueras un auténtico periodista que se la juega con una noticia esencial... Sé anónimo, como cada administrador de cada ««foro»»... Sé un avatar falso (un chinito, por ejemplo), sé una pieza más del sistema, ríete de los locos como yo («un foro de piraos»)... ¡Es fácil, es gratis! Todos me insultan, pues ¡insúltame! No es un foro real, casi nadie da la cara, pero casi todos están de acuerdo en no darla... Son las normas no escritas... ¿O sí? ¿O acaso el administrador aconseja no darla?... ¿Se fomenta un ««foro»» de ratas? ¿Se fomenta una sociedad anónima que delate y ridiculice impunemente? Entonces pensaré en uniformes y porras y pipas... Un foro policial, anónimo, donde nadie es quien dice ser... Y los más graciosos son los matasanos del foro, esos que, de forma anónima, dan datos y datos sobre tal y tal microbio, como si se les prohibiera dar la cara en el sagrado Código Deontológico... Y presumen de ser «doctores», en su sobrenombre incluso, y discuten como si fueran filósofos griegos sobre tal y tal microbio; sin ser ni filósofos, ni griegos. ¿Me aparté de mi tema? ¿Fui un insensato al divagar donde no debía? Todo está unido: las ciencias, las artes, el repruebo, el amor, la mentira, aquellos microbios de la mesa del despacho del ministro gafotas, la compresa de la mujer del ministro, el gargajo del aparcacoches que sirvió al ministro, mi sonrisa desnuda, tu duda vestida, un ««foro»» de moda, un puñetazo al aire (otra vez será)... Y sigo sin saber cuándo llegará mi muerte, por parte de ese gran organismo bien peinado y arreglado; ese organismo que siempre me llevará ventaja, excepto en la honestidad.
Juan Carlos Arniz Sanz
Juan Carlos Arniz Sanz