Un instituto de Martorell (Barcelona) prohíbe los carteles y la información en español. Luego dicen que no son sectarios y que si prohiben el catalán.

Pues nadie está obligado a seguir las normas y/o indicaciones de esos carteles.
Si llega alguna sanción por el motivo que sea, está ganada de antemano, como pasó con las multas de tráfico, que desde entonces las envían con una prosa que ni Cervantes.
 
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