Un control que te cagas
Los británicos son sufridos y tragan mucho, pero han perdido la paciencia con sus funcionarios, que tienen muy buenos sueldos y condiciones. El absentismo laboral ha hecho que haya
millones de pasaportes y carnets de conducir pendientes de renovación, porque es un proceso que no se puede hacer desde casa y requiere ir a la oficina.
Decenas de miles de familias se vieron obligadas a cancelar las vacaciones de Semana Santa al no llegarles a tiempo los documentos. Camioneros y repartidores están operando con la licencia caducada, a riesgo de ser multados o que se la retiren si les para la policía, porque necesitan el vehículo para trabajar. Una de las ideas de la Administración Johnson para ahorrar y combatir la creciente inflación consiste en suprimir las revisiones anuales de los coches.
Rees-Mogg, descrito cruelmente por un periodista afín al Labour como “la visión de un gentleman que tiene un camarero”, no sabe cómo hacer para que los funcionarios –respaldados por su sindicato- vuelvan a los despachos.
Se presenta sin previo aviso en los ministerios y oficinas gubernamentales, y a quienes no están en sus escritorios les deja una notita sobre la mesa con su firma que dice simplemente: “He pasado por aquí y no estabas”. Un poco de pasividad agresiva pero nada más, ninguna amenaza, ni siquiera “espero verte pronto en tu sitio”. Las empresas privadas están empezando a plantearse ofrecer a los empleados que trabajen desde casa si quieren, pero con un recorte del veinte o treinta por ciento del salario. Lo que algunos del Gobierno sugieren es la privatización de los servicios de renovación de pasaportes y carnets de conducir.
Es el vuelva usted mañana del tópico de la burocracia española, pero a la británica. Vuelva usted dentro de unos meses, a ver si tiene suerte y el funcionario de turno ha regresado.
Jacob Rees-Mogg es el titular de un ministerio que no existe en ningún otro país del mundo. Ni Finanzas, Ni Exteriores, ni Interior, ni Sanidad, sino la cartera para
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