Una manera poco ortodoxa de enfrentarse a la Caro Kahn. Pero sacar enseguida de la teoría al rival convierte el tablero automáticamente en una partida de ajedrez, aun a costa de cometer alguna imprecisión, incomodar al rival equilibra sus pretensiones con la realidad, algo así como una batalla de ingenio, al quedar fuera de las líneas conocidas.