La investigación sobre el crimen de la joven Ana Enjamio se centra en poder completar con pruebas la reconstrucción de los hechos aquella noche. La Policía considera que fue una fin planificada [¿PLANIFICADA PARA INCULPAR CIRCUNSTANCIALMENTE AL PLANIFICADOR?], un asesinato, y que el autor cuidó todos los detalles [EXCEPTO LAS CIRCUNSTANCIAS, jorobaR QUÉ PLANIFICADOR MÁS HÁBIL PARA UNAS COSAS Y MÁS INÚTIL TOTAL PARA OTRAS], entre ellos el no dejar pistas que pudieran delatar de su presencia para que el ataque fuera sorpresivo.
De hecho, la principal hipótesis es que aquella noche el sospechoso, primero en abandonar el hotel, acudió hasta la vivienda de la víctima donde esperaba encontrarla con un compañero de ambos con el que había mantenido un acercamiento en los últimos días.
Para que nada pudiera delatar su presencia allí y de hecho quien llevó a la joven a su casa no lo vio ni tampoco otra persona que llega sobre esas horas al mismo edificio, antes de producirse el crimen, el sospechoso habría aparcado su coche lo suficientemente lejos para que no fuera reconocido pero al mismo tiempo cerca para huir.
No se descarta que incluso que pudiera haber dejado el vehículo en la calle de atrás, hacia la que se conecta con unas escaleras justo al lado del número 40 de la avenida de Madrid, donde tuvo lugar el asesinato.
Las esperanzas de encontrar el arma homicida y el móvil son cada vez más pequeñas a medida que pasan los días, pues a juzgar por la planificación de todos los detalles, podrían estar en cualquier parte siendo muy complicada su localización.