Frank, en Hasta que llegó su hora. Aparece en pantalla de espaldas, con su banda, enfundados en guardapolvos, acribillando a una pobre familia irlandesa en mitad del desierto.
Pero faltaba el niño más pequeño. Un plano sube la cámara, y lo imposible sucede: el jefe de la banda es Henry Fonda, el prototipo de personaje íntegro del Hollywood clásico.
En el universo de Leone ya no hay héroes, sólo fantasmas arquetípicos, que deambulan por un escenario intemporal, arrastrando su leyenda. Y, por encima de todos, el que representa lo más brutal del Viejo Oeste, el superviviente de mil duelos, con mil cuentas pendientes tras sus espaldas. Un final metafórico, crepuscular, donde los espectros se retiran del escenario, y la civilización llega en forma de ferrocarril.