Todo está programado: revueltas en las calles, manifestaciones, huelgas y caos por doquier, incluso muertos

gusiluz

Madmaxista
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11 Oct 2009
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Por Magdalena del Amo.- Y podríamos seguir con la lista de calamidades: desabastecimiento, hambrunas, atracos a mano armada, enfrentamientos varios, apagones energéticos, guerra y más caos. ¡Confusión total! Pero todo esto no emerge de la noche a la mañana, ni tiene las causas aparentes que nos relata la prensa oficial. Es una perspectiva de la punta del gigantesco iceberg que mueve los destinos del mundo. Las alturas y las profundidades se tocan.

Los grandes cambios históricos no se han producido por las causas insulsas que nos cuentan los libros de historia. El origen oculto es muy distinto. Guerras, revoluciones o independencias, han sido cuidadosamente diseñadas por intereses ajenos a los propios países afectados. Lenin llegó a vislumbrarlo cuando dijo: “Detrás de la Revolución de octubre hay personajes mucho más influyentes que los pensadores y los ejecutores del marxismo”. Otros mandatarios de la historia han visto y quizá sufrido este poder oculto que gobierna el mundo y no han tenido inconveniente en reconocerlo públicamente. Así lo expresó en el siglo XIX el político y primer ministro británico Benjamin Disraeli: “El mundo está gobernado por personajes muy diferentes a los que creen los que no ven más allá de sus ojos”. En la misma línea se sitúa Winston Churchill al asegurar que “aquel que no vea que en la Tierra se está llevando a cabo una gran empresa, un importante plan, en cuya realización nos es permitido colaborar como siervos fieles, tiene que estar ciego”. En efecto, los ciegos abundan.

El mundo hispano es un polvorín. Hace décadas que la corrupción política, judicial y militar es la nota común, por no hablar del sicariato de Estado, tan del día a día en países como México, Colombia, Venezuela o Argentina. Hasta más o menos el 2004, fecha fatídica de la llegada de Zapatero a la Moncloa, la Madre Patria, aun con sus corrupciones y leyes disparatadas, conservaba parte de la decencia de su pasado. Ahora, todo ese bagaje, con sus luces y sombras, como todo lo manifestado en el plano de la dualidad, quedó diluido en el barro y la guano.

Momento en que es evacuado Vidal-Quadras del lugar de los hechos

Pedro Sánchez es un buen títere, obediente, déspota, carente de valores, cínico, sin la mínima dosis de empatía o sentimiento hacia el bien. Es el perfil idóneo para ejecutar la demolición de España y hacer cumplir la profecía tan cacareada de Alfonso Guerra: “A España no la va a reconocer ni la madre que la parió”. Así es, de facto, y esto solo es el comienzo. Que no vengan ahora las viejas glorias socialistas a escandalizarse ante la amnistía y el resto del botín, que terroristas, golpistas, sediciosos y malversadores acaparan en sus campamentos. ¡A buenas horas! Ellos tuvieron en sus manos el poder de revertir la distopía y no movieron un dedo.

Pero este plan fue trazado mucho antes de que Sánchez y todos los líderes del mismo jaez que ocupan las poltronas políticas del planeta vinieran al mundo. Todos en su conjunto forman una gran red entrópica de alcance planetario. No se puede entender la situación caótica de España –casi en estado de preguerra— si lo contemplamos con los anteojos de ver de cerca. Es imprescindible utilizar los binoculares de largo alcance para vislumbrar el horizonte e intuir el resto desde una visión “metageopolítica”.

El Nuevo Orden Mundial, casi una leyenda urbana hasta el momento, es un proyecto de futuro, programado hace tiempo, y minuciosamente detallado en el fondo y en la forma por personajes siniestros. El futuro trazado por estas mentes perversas es ahora nuestro presente; y cual bomba fétida y destructora ha estallado en una sociedad que se debate entre la ignorancia, la desinformación, el miedo y la mentecatez. Aún no se puede creer y menos imaginar.

Hemos vivido dormidos, arrullados por los cantos de sirena de un sistema paternalista y tóxico que nos hizo creer en un progreso ficticio, en una prosperidad engañosa y en una falsa seguridad. Hemos vivido en una gran mentira. Ahora acabamos de despertarnos del sueño y nos enfrentamos a una realidad ilusoria anclada en arenas movedizas. Todo está en el aire, sin nada garantizado, ni trabajo, ni ahorros, ni alimentos, ni medicinas, combustible o electricidad; por no hablar de la www, cuyo fallo –también programado— puede causar tanta devastación como una tormenta solar o la caída de un asteroide.

Ahora, nos enfrentamos a situaciones que ni siquiera formaban parte de nuestra lista de miedos a corto plazo. Y, aunque muchos no hayan atado cabos y caído en la cuenta de que se trata de piezas del mismo rompecabezas, debemos decir que la esa época en el 2020 de la que yo le hablo está relacionada con toda esta situación, antesala de los prolegómenos de la fatídica y antihumana Agenda 2030. “No tendrás nada y serás feliz” es uno de los lemas, correspondiente a uno de los objetivos: desposeernos de todo, crear sociedades pobres; meros supervivientes, esclavos del sistema, sin libertad, sin derechos, atosigados por las prohibiciones y controlados por la inteligencia artificial. La esa época en el 2020 de la que yo le hablo no fue un fin en sí mismo, sino un medio, un pretexto para el big reset o gran reinicio e instaurar el transhumanismo, la sociedad de autómatas que acabamos de describir.

Volviendo al caso particular de España, no sé si algún día conoceremos los porqués ocultos de lo que estamos viviendo. Que Sánchez es un sujeto al que le encajan todos los calificativos negativos del diccionario es decir una obviedad. Que está puesto ahí y muy bien protegido por ciertas élites oscuras, más obvio aún. Pero hemos llegado a un punto de entropía que, probablemente, ni el propio Sánchez entienda, ni posiblemente quiera. ¿Quién lo presiona para llegar a estos extremos?

Y puestos a hacernos preguntas, ¿Quién atentó contra Vidal Quadras? ¿Se trata de un ataque de falsa bandera? ¿Pretendían asesinarle o fue un aviso para “tensionar” –como le gustaba decir a Zapatero— y crear miedo e incertidumbre? Muchos hemos pensado que era el alopécico Sotelo de esta fase prebélica. Quizá algún día la intrahistoria nos muestre la verdad de algunos enigmas de estos días. Igual que, muchos años después, hemos conocido hechos cuya realidad dista mucho de la versión oficial; como el asesinato de Carrero Blanco, que fue perpetrado por ETA, pero planificado por la CIA para favorecer la transición. Según los expertos, el almirante era demasiado católico y patriótico y no iba a resultar fácil pactar una gobernanza con asesinos como Carrillo; o la imposición de Juan Carlos I como príncipe de Asturias y luego rey, frente a su primo Alfonso, duque de Cádiz, que era el candidato de Franco –no en vano casó a su nieta con él—, proyecto que se aguó en una visita de Kissinger a España. Y tantos hechos de nuestra historia que o bien se tergiversaron o se cambió el relato de pleno.

¿Qué hacer ante una situación tan llena de oscuridad? Reconozco que la pregunta tiene difícil respuesta. El paso primero es no tener miedo, reconocer la situación y aceptarla; no en el sentido de renuncia o abandono de la lucha por el bien y lo justo, sino de mantener el equilibrio, la serenidad y la paz, ante aquello que no podemos controlar. Se avecina una etapa convulsa, pero muy provechosa para crecer y crear con nuestros semejantes relaciones de amor, generosidad y hermandad, algo que tenemos muy olvidado y siempre en un segundo plano. En medio del caos siempre podemos construir nuestros pequeños paraísos y ayudar a otros a que hagan lo mismo. Recordemos siempre que en el centro del ciclón siempre reina la calma, y no olvidemos que nunca podrán con nuestra parte divina inmortal. ¡Por mucho que se empeñen!