Sin lluvias abundantes a corto plazo
Con todo, a pesar de
la gravedad del escenario actual, lo más inquietante, lo que más preocupa a los expertos es que
nadie es capaz de ponerle fin. “Como vengo diciendo desde hace tres años —señala el profesor Martin Vide—
no veo el final de la sequía en Cataluña, por lo que podríamos decir que nos adentramos en un
territorio desconocido". Un nuevo escenario en el que vamos a tener que
afrontar un contexto marcadamente hostil que va a exigir grandes esfuerzos por parte de todos y a todos los niveles”.
El nivel de la presa de Sau apenas llega ya al agua. (Jose Luis Gallego)
Como bien señala Martin Vide y otros expertos consultados,
nunca como hasta ahora se había dispuesto de tantos medios instrumentales y tecnológicos para avanzar en el
conocimiento del tiempo meteorológico. Y, con los datos monitorizados que nos ofrecen todos esos recursos, lo cierto es que, como apunta el profesor, a corto y medio plazo
no se vislumbran lluvias que igualen o superen la media.
Francesc Mauri es el hombre del tiempo de TV3 y uno de los más reconocidos en Cataluña. Su diagnóstico
coincide con el del catedrático de la UB. “El déficit que arrastramos
no se solventa con la llegada de un par de tormentas, como algunos se atreven a anunciar. Lo que necesitaríamos es el paso de
un tren de borrascasque nos deje abundantes precipitaciones de manera continuada, y esa situación
no aparece en las previsiones a corto y medio plazo”.
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Vista general del embalse de Sau, esta misma semana. (Jose Luis Gallego)
“Es cierto que, pese a estar bien fundamentadas, las predicciones meteorológicas
realizadas con base en datos científicos siempre tienen un nivel de confianza limitado —apunta el profesor Martin Vide—. Evidentemente, son mucho
más confiables que las cabañuelas y otros métodos sin ninguna clase de rigor ni base científica, pero no hay que descartar
posibles cambios a medida que se aproxime la llegada de la primavera”.
De hecho, superadas ya una tras otra todas las fases previstas en el
Plan de Sequía aprobado por el Gobierno de la Generalitat en 2020 (
alerta, excepcionalidad y emergencia), las últimas esperanzas del Govern están en que tengamos
una primavera lluviosa. “Esa es la última posibilidad que nos queda —apunta Mauri— y no hay que descartarla. Si atendemos a las estadísticas de anteriores sequías, así es como suelen acabar: con meses de abril y mayo muy lluviosos que recargan los acuíferos y llenan los pantanos. En la
cabecera del Ter (el río que abastece a Sau), por ejemplo,
el mes más lluvioso de la serie histórica es junio”.
Turismo de sequía
Entre tanto, la fama del lugar y su simbolismo como máximo exponente de la situación de emergencia que vive Cataluña atraen cada día a más turistas llegados de todas partes de la comunidad que
bloquean los accesos al aparcamiento para desesperación de los vigilantes. Es lo que ya se ha dado en llamar
turismo de sequía, una modalidad al auge que, como algunos visitantes comentan con
acertada retranca, a este paso le va a
tomar el relevo al sol y playa.
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La iglesia de Sau atrae al ya conocido como turismo de sequía. (Jose Luis Gallego)
Ana María ha venido desde
Figueres, capital del
Alt Empordà, a más de hora y media por carretera. "Ayer vimos las imágenes por televisión y
no nos lo creíamos: la verdad es que todo el mundo debería visitar este lugar, porque
esto es terrible”. Mientras pasea con su esposo
por las antiguas calles del pueblo inundado, no deja de llevarse las manos a la cabeza. “No somos conscientes de la que se nos viene encima —replica Quim, el marido—; si nos pegamos otro año sin llover,
no sé de dónde vamos a sacar el agua, porque de los acuíferos está claro que no, porque dónde vivimos nosotros
están todos contaminados”. Y en Osona, la comarca del pantano,
también.
En el restaurante de la carretera, todas las mesas están ocupadas y, así como las fotos de los móviles
van de mano en mano, una frase hecha va también de boca en boca: “
Para que luego digan que lo del cambio climático es un cuento chino”. Ese es un efecto colateral de la gravedad de la situación: que la gente está empezando a ser consciente de que la
crisis climática nos afecta ya de lleno. ¡Ah! y que los expertos del
IPCC no eran unos agoreros, sino meros transmisores de una
nueva realidad climática a la que, nos guste o no, lo aceptemos o no,
vamos a tener que adaptarnos.
Y la primera fase de esa adaptación al cambio climático pasa por
gestionar de manera más responsable los
recursos hídricos. Algo que incluye relacionarnos de otra manera con el agua potable.
Desde el respeto y la responsabilidad. Practicando un consumo basado en
la eficacia y el ahorro. Evitando el derroche y aceptando que
las cosas han cambiado definitivamente y que, si queremos mantener el acceso cómodo y seguro a ella, un privilegio del que la mitad de la población mundial no dispone, vamos a tener que
cambiar algunos hábitos e incorporar algunas costumbres.
Todos sabemos de lo que se trata: evitar el derroche en el hogar,
reutilizar las aguas grises, recoger y
reaprovechar las pluviales, mejorar la eficiencia de los sistemas de riego, interesarnos por la
huella hídrica de los productos de consumo, reducir el
derroche alimentario, respetar y conservar
el agua de la naturaleza…
Nunca como hasta ahora habíamos sido tan conscientes de hasta qué punto
toda gota cuenta. Ahora toca aplicarnos en el ahorro y
adaptarnos a la escasez: todos, en todos los sectores y en
cada acto de nuestro día a día.