La Historia es un péndulo donde solo el pasar de los siglos permite mostrar el movimiento.
Pensar que vamos hacia un progreso continuado, en vez revoluciones abruptas, es muestra de la ingenuidad del pensamiento, de anteponer la idea a lo empírico.
Sin ir más lejos, en la Inglaterra victoriana se vivia con un código jovenlandesal mucho más conservador y estricto que en la decadente Roma de feminismos y orgías públicas de Romulo Augusto.