Cualquiera de estas dos, cine del que ya no se hace, totalmente a contracorriente incluso en su tiempo y con la Fonda cuando ya no era una postchortina.
Siempre malos, ya sean por tierras o por los casinos, haciendo el mal, pero afortunadamente surgen una serie de personas para evitarlo.
El final del jínete eléctrico vale por 1000 anuncios de los pijoeco de Greenpeace.
El problema será conseguirlas, de unos años para acá, cuesta encontrar películas del estilo.