ABC contó lo sucedido así: «El escritor convida al jovencito a pasear bajo la Luna. Quizá también lo convida a otras cosas. El muchachito, en principio, aceptó las proposiciones del extraño Pasolini, pero luego riñeron. Quizá el joven delincuente pidió una cantidad crecida por adelantado. O haya pretendido robarle la cartera. El hecho es que el muchacho recibió un bastonazo en la cabeza, pues tiene allí una herida. Quizá el golfillo le arrebatase el bastón a Pasolini y con él le golpease en el cráneo».
el salvaje asesinato del cineasta Pier Paolo Pasolini el 2 de noviembre de 1975. Pelosi era entonces un chaval de 17 años del lumpen romano. Hoy, con 59 años, también a él le ha llegado su hora: enfermo de cáncer, ha fallecido esta noche en el hospital Gemelli de Roma después de caer en coma.
Con su muerte
El Rana, como se le conocía en los bajos fondos romanos, se lleva a la tumba un secreto que desde hace casi 42 años atormenta a Italia y al mundo entero: la verdad sobre el asesinato de PPP. Porque la única certeza que rodea a ese crimen es que aquella noche,
en un descampado en ostra a pocos kilómetros de Roma, el cineasta fue brutalmente masacrado.
La autopsia reveló que recibió una paliza inmisericorde, que incluyó una violentísima patada en los testículos que le provocó una gigantesca hemorragia interna y tantos golpes en la cabeza como para generarle también una hemorragia externa necesariamente mortal. "No es que saliera simplemente sangre, hubo auténticos chorros", escribieron los forenses en su informe. Después, fue arrollado bajo los neumáticos de su propio coche, un Alfa Romeo plateado, lo que le reventó varios órganos internos y dejó su cuerpo reducido a un amasijo.
Hasta tal punto que Maria Teresa Lollobrigida, la señora que descubrió su cadáver, pensó en un primer momento que se trataba de un montón de basura.
Aquella fatídica noche, las vidas de Pino Pelosi y de Pasolini se cruzaron en un bar cercano a la estación Termini de Roma frecuentado por cafres. El cineasta iba a bordo de su flamante coche e invitó al joven a dar una vuelta. Pelosi accedió y, juntos, acudieron a cenar a una trattoria próxima a la Basílica de San Pablo. Posteriormente, pusieron rumbo a ostra, a 30 kilómetros de la capital italiana. En concreto, hacia una base de hidroaviones que allí había.
El presunto asesino cumplió solo cinco años de guandoca
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