Si bien es cierto que para la pareja es importante que el hombre controle y regule su eyaculación, retenerla indefinidamente sería algo tan forzado y desprovisto de espontaneidad que creemos que atentaría contra un verdadero goce.
Como efecto negativo podría producir una congestión dolorosa de la albugínea, que es el tejido que recubre el testículo. Es el célebre dolor testicular, luego de una excitación prolongada que no culmina en el orgasmo.
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No eyacular puede ocasionar problemas. Si un hombre excitado
alcanza la fase de meseta pero no logra el orgasmo es probable
que los testículos y la próstata demoren su descongestión. Esto
provoca un clásico dolor testicular como consecuencia de la tensión
acumulada y no liberada. Asimismo el uso hasta el límite de técnicas
para contener la eyaculación, puede provocar que ésta se produzca en la
propia vejiga. Este hecho no es preocupante más allá de las molestias
temporales que produce en los testículos y el estado de insatisfacción
que invade al hombre. Sin embargo si se repite en muchas oportunidades
podría provocar disfunciones en su eyaculación normal.