Sinodalidad y medios de comunicación

Mateo77

Laico católico
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fuente: piedrasquegritan.org - Sinodalidad y medios de comunicación

La Iglesia mantiene una estructura jerárquica muy definida (Papa, obispos, sacerdotes, consagrados, laicos) que desde la inversión (teórica) de la estructura de poder que entró en el mundo cristiano mediante las revoluciones americana y francesa, se ha visto crecientemente confrontada con la realidad temporal divergente. En este contexto el IICV aborda una nueva manera de estar en el mundo, y en nuestra época esto se ha concretado en el llamado a la sinodalidad que hace el Papa Francisco.

Sinodalidad significa caminar juntos, involucrar a todo el pueblo de Dios en la tarea de evangelización. Esto entra en oposición con las estructuras elitistas que separan a la Iglesia del mundo. Los laicos, en la base de la estructura de la Iglesia y (teóricamente) en la cúspide de la estructura democrática son el campo de batalla espiritual entre el Cielo y la tierra, la evangelización y la rebelión. Jesucristo nos enseña que el poder es dado para servir y no para dominar. En esta época de construcción del individuo que presenta el desafío de una humanidad que quiere ser adulta, el servicio ha de cambiar adaptándose al nuevo tiempo. Si los laicos ya no son niños no se les puede tratar como a tales o se corre el riesgo de que sus afectos se vean captados por otras ofertas con propuestas más atractivas. Lobos con piel de cordero, las tinieblas se apropian de todo espacio que la luz deja abandonado.

En el contexto actual de reclusión por la esa época en el 2020 de la que yo le hablo obispos y sacerdotes han vuelto la mirada a las redes sociales (el camino de comunicación todavía abierto) para experimentar con nuevos modelos de servicio a los fieles. Se han retransmitido misas y oraciones, se han multiplicado videos con reflexiones de actualidad y enseñanza teológica. Esto se suma a los proyectos ya existentes y no es más que trasladar el modelo jerárquico antiguo al nuevo medio. Tiene la ventaja de la mayor inmediatez que ofrecen las redes sociales frente a los modelos monolíticos tomados directamente del entorno “analógico”, que son televisión y prensa digitales.

Tímidamente, han aparecido iniciativas donde se involucra a los espectadores, que es la novedad y que encaja en la sensibilidad sinodal. Esto ocurre de dos modos: horizontalmente y verticalmente. Horizontalmente, mediante la discusión teológica pública (por ejemplo, la controversia respecto a si Dios castiga o no, y si la esa época en el 2020 de la que yo le hablo puede considerarse de este modo). Distintas personalidades han ofrecido sus reflexiones, y en ocasiones han entrado en diálogo directo pero público, accesible a todos. No es ya un debate técnico y de gran duración retransmitido en una sola pieza. El intercambio de mensajes y respuestas llevado a cabo a lo largo de días y de forma pública tiene una cualidad de diálogo humano vivo y reflexivo que se pierde en otros formatos.

El otro modo de relación con los espectadores es el vertical, donde se aprovechan las capacidades bidireccionales de internet para atender a las necesidades de los destinatarios del contenido/servicio prestado, sean fieles o no. Esto se ha hecho por ejemplo mediante emisiones en directo con chat abierto, o mediante la reacción a comentarios seleccionados, que adquieren así un valor de contextualizar el servicio ofrecido y adecuarlo a las necesidades expresadas.

Pienso que si la sinodalidad es el camino (y todo indica que si lo es), estas iniciativas deben desarrollarse y perfeccionarse. El debate teológico y apologético habría de potenciarse, al tiempo que se realiza un esfuerzo por limar las barreras que supone el alto lenguaje académico. De este modo se contextualiza, se supera la tentación narcisista de lo intelectual, y se pone al servicio de la comunidad viva. Por otra parte, la apertura a las preguntas, comentarios y hasta desafíos de los espectadores sirve para llegar a una humanidad que aunque aun no sea adulta (por no tener una relación plena con Dios), ya ha abandonado ciertamente la niñez para entrar en una adolescencia problemática. No sirve ya el simple recurso a la autoridad: la verdad predicada ha de resistir sin miedo el escrutinio sincero y severo, y la fe ha de sobreponerse al humilde reconocimiento de las propias limitaciones frente al misterio o a lo que aun está por discernir, a medio camino entre la luz y la oscuridad.
 

Bernaldo

Madmaxista
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La Iglesia mantiene una estructura jerárquica muy definida (Papa, obispos, sacerdotes, consagrados, laicos) que desde la inversión (teórica) de la estructura de poder que entró en el mundo cristiano mediante las revoluciones americana y francesa, se ha visto crecientemente confrontada con la realidad temporal divergente. En este contexto el IICV aborda una nueva manera de estar en el mundo, y en nuestra época esto se ha concretado en el llamado a la sinodalidad que hace el Papa Francisco.

Sinodalidad significa caminar juntos, involucrar a todo el pueblo de Dios en la tarea de evangelización. Esto entra en oposición con las estructuras elitistas que separan a la Iglesia del mundo. Los laicos, en la base de la estructura de la Iglesia y (teóricamente) en la cúspide de la estructura democrática son el campo de batalla espiritual entre el Cielo y la tierra, la evangelización y la rebelión. Jesucristo nos enseña que el poder es dado para servir y no para dominar. En esta época de construcción del individuo que presenta el desafío de una humanidad que quiere ser adulta, el servicio ha de cambiar adaptándose al nuevo tiempo. Si los laicos ya no son niños no se les puede tratar como a tales o se corre el riesgo de que sus afectos se vean captados por otras ofertas con propuestas más atractivas. Lobos con piel de cordero, las tinieblas se apropian de todo espacio que la luz deja abandonado.

En el contexto actual de reclusión por la esa época en el 2020 de la que yo le hablo obispos y sacerdotes han vuelto la mirada a las redes sociales (el camino de comunicación todavía abierto) para experimentar con nuevos modelos de servicio a los fieles. Se han retransmitido misas y oraciones, se han multiplicado videos con reflexiones de actualidad y enseñanza teológica. Esto se suma a los proyectos ya existentes y no es más que trasladar el modelo jerárquico antiguo al nuevo medio. Tiene la ventaja de la mayor inmediatez que ofrecen las redes sociales frente a los modelos monolíticos tomados directamente del entorno “analógico”, que son televisión y prensa digitales.

Tímidamente, han aparecido iniciativas donde se involucra a los espectadores, que es la novedad y que encaja en la sensibilidad sinodal. Esto ocurre de dos modos: horizontalmente y verticalmente. Horizontalmente, mediante la discusión teológica pública (por ejemplo, la controversia respecto a si Dios castiga o no, y si la esa época en el 2020 de la que yo le hablo puede considerarse de este modo). Distintas personalidades han ofrecido sus reflexiones, y en ocasiones han entrado en diálogo directo pero público, accesible a todos. No es ya un debate técnico y de gran duración retransmitido en una sola pieza. El intercambio de mensajes y respuestas llevado a cabo a lo largo de días y de forma pública tiene una cualidad de diálogo humano vivo y reflexivo que se pierde en otros formatos.

El otro modo de relación con los espectadores es el vertical, donde se aprovechan las capacidades bidireccionales de internet para atender a las necesidades de los destinatarios del contenido/servicio prestado, sean fieles o no. Esto se ha hecho por ejemplo mediante emisiones en directo con chat abierto, o mediante la reacción a comentarios seleccionados, que adquieren así un valor de contextualizar el servicio ofrecido y adecuarlo a las necesidades expresadas.

Pienso que si la sinodalidad es el camino (y todo indica que si lo es), estas iniciativas deben desarrollarse y perfeccionarse. El debate teológico y apologético habría de potenciarse, al tiempo que se realiza un esfuerzo por limar las barreras que supone el alto lenguaje académico. De este modo se contextualiza, se supera la tentación narcisista de lo intelectual, y se pone al servicio de la comunidad viva. Por otra parte, la apertura a las preguntas, comentarios y hasta desafíos de los espectadores sirve para llegar a una humanidad que aunque aun no sea adulta (por no tener una relación plena con Dios), ya ha abandonado ciertamente la niñez para entrar en una adolescencia problemática. No sirve ya el simple recurso a la autoridad: la verdad predicada ha de resistir sin miedo el escrutinio sincero y severo, y la fe ha de sobreponerse al humilde reconocimiento de las propias limitaciones frente al misterio o a lo que aun está por discernir, a medio camino entre la luz y la oscuridad.
estimado Mateo77, estamos discutiendo justo este tema en COES, con tu permiso me lo llevo para allá, mencionando la fuente.

gracias!
 

Bernaldo

Madmaxista
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¿de verdad crees que vas a contemplar el pugilato como mero espectador?