Ser funcionario no es tan bonito como lo pintan

Es cierto, ser funci es un sufrimiento continuo. Dejad el funcionariado para los españoles patriotas que nos sacrificamos por los demás, y vosotros seguid descargando camiones delante del jefe antes de la hora de entrada, que os vea bien, que eso sí es disfrutar de la vida.
 


te ha dolido MALA cortesana
 
Hay una cosa llamada MOVILIDAD.
No tenéis ni idea de lo que habláis.
Un funcionario puede cambiar de curro si quiere.
 
Tiene razón el OP: es un trabajo gris, monótono y repetitivo.

No hay más que ver la altísima rotación entre los funcionarios. Tienen problemas para mantener a la gente en sus puestos porque según terminan la oposición, ven el percal y renuncian en masa a las plazas. También huyen despavoridos los que llevan 10 años de funci, cuando ven lo que se les viene encima. Las empresas privadas están llenas de exfuncionarios que abandonaron el servicio público porque era insoportable y ahora son felices.

Además huyen en masa a la empresa privada, en la que todos sabemos que no hay empleo de despachos entre cuatro paredes. Allí cada día es una aventura, la gente de la privada se levanta todos los días enormemente motivada preguntándose qué retos les esperan, qué aventuras vivirán.

Todo el mundo sabe además que en la privada los sueldos son cojonudos, el doble que sus equivalentes en la pública por lo menos. Allí además se obedecen y respetan todos los derechos laborales. ¿Una excedencia o reducción de jornada para cuidar familiares? Sin pegas, los jefes saben allí que no hay nada como el personal motivado. En cambio en la pública nada de nada.

Recuerdo un funcionario que me dijo que era imposible ascender allí además: él lo logró porque en una ocasión descargó un camión entero delante de un Director General y barrió media Consejería sin que se lo pidieran. El Director General se fijó en ese detalle y le subió dos niveles (aunque resultó que luego tuvo que volver a cargar el camión entero porque estaba allí por error: iba destinado en realidad a otra Consejería, y el funcionario lo descargó mientras los conductores estaban comprobando si era lugar correcto).
 
Te podrías sorprender lo que hacen profesionales de la privada (no tienen por qué ser médicos) que, a nada que vives unos añitos en el extranjero y coges experiencia, vuelven con su puesto de PM a Españita, de teletrabajo, superando ampliamente los 100k/año y con acciones de la empresa que te facilitan la vida “bastante”…

Pero para eso hay que ser listo, currar duro y querer ser de los mejores

Un funci no podría aspirar a eso, jamás.

Esa y no otra, es la única manera de hacer pasta en este pu-to país de erial.

Ser funci es migajas de pan.
Estás hablando de IT. Y más concretamente, de posiciones muy particulares que requieren algo más de un par de añitos en el extranjero(CCIEs, RHCE, todas las certificaciones de Oracle...)

Un químico hace lo que dices y vuelve a España a cobrar como mucho 27k brutos al año. Y así con muchos otros profesionales.
 
No se trata de lo que ganes, sino de siempre hacer lo mismo. 40 años, 8 horas al día. Para mí no tiene sentido una vida así. Tienes que tener o mucha vocación o tener 0 aspiraciones profesionales.

Y ni de coña la mayoría de funcivagos cobra eso. Sin embargo, en el ámbito privado, con alta formación y experiencia, en unos años puedes llegar a cobra eso o más fácilmente.
Existen los concursos y promociones internas. Quien se quiere quedar 40 años en el mismo puesto se puede quedar. Quien quiere probar otras cosas, o ganar más, o cambiar de campo ... puede hacerlo.
Hay quien siendo funcionario se ha sacado una segunda carrera o un doctorado, ha promocionado dos o tres veces, y no ha parado de hacer cursos como si tuviera veinte años.
Y conozco variados casos de gente que no se ha querido mover de un puesto base no por indolencia, sino porque estaban cómodos y tenían flexibilidad para llegar o salir, tiempo para estudiar, administrar comunidades mientras trabajaba, posibilidad de ponerse los cascos y oir música ...
Y si estás muy quemado, sin necesidad de pedir excedencia, en la mayoría de las administraciones te puedes pedir entre un mes y dos meses de vacaciones sin sueldo, además de las normales.
 
Estás hablando de IT. Y más concretamente, de posiciones muy particulares que requieren algo más de un par de añitos en el extranjero(CCIEs, RHCE, todas las certificaciones de Oracle...)

Un químico hace lo que dices y vuelve a España a cobrar como mucho 27k brutos al año. Y así con muchos otros profesionales.

Para nada, no IT. Hablo de un veterinario. Y lo mismo que conozco veterinarios cobrando bien te puedo hablar de ingenieros, médicos de la privada, farmacéuticos, directores de operaciones, dentistas, gente con tiendas, etc.

Es que parece que sólo existe el paco que trabaja en la privada por 4 cortesanas, y no os dáis cuenta que hay una miríada de profesionales muy cotizados que es difícil encontrar y por los que las empresas pagan bien.

El funci, al lado de estos profesionales, es un inútil.
 
Es cierto, ser funci es un sufrimiento continuo. Dejad el funcionariado para los españoles patriotas que nos sacrificamos por los demás, y vosotros seguid descargando camiones delante del jefe antes de la hora de entrada, que os vea bien, que eso sí es disfrutar de la vida.

Son las 9:29 y todavía no he llegado ni a la oficina.. acabo de aparcar.. hoy saldré in poco antes de currar, sobre las 2 me piraré..

¿y tú? ¿cuánto tiempo llevas ya en el paraíso funcionarial? ¿una horita?

meparto: meparto: meparto: meparto:

Engañaréis a tres o cuatro desgraciados que lleven años en paro pero calentar durante 38 añazos una silla en un cubículo de cosa, rodeado de compañeros que parecen haberse sacado la placita gracias a la minusvalía del 33%, y yendo cuatro veces al bar de la esquina a tomar café torrefactado es la fin EN VIDA.

Porque hoy no tengo que ver a mi gestor, que si no te sacaba con gusto una foto del cartel que tiene a la entrada con su horario laboral:

De 9:00 a 13:00!!!!!

ESTÁIS MUERTÍSIMOS EN VIDA!!!!
 
Última edición:
En la privada a poco que seas padefo (como la inmensa mayoría de gente) tienes lo mismo pero con jornada partida (de 8 de la mañana a 8 de la tarde con interrupción al mediodía, todo el puñetero día en el tajo), presencialismo (hasta que no se va el jefe no levanta el ojo ciego ni Dios) y horas extra sin cobrar.

Lo que sí tienes son emociones fuertes. Pero es a partir de los 50 años cuando te echan a la fruta calle por viejuno y no tienes otra que meterte a autónomo ya que no te quieren en ningún sitio (por viejo y por viciado en los procesos de la empresa en la que has tirado los años de tu juventud.

Esto es lo normal en el currante medio.

El currante top envió a la cosa al jefe a los 30 años y se llevó consigo la cartera de clientes al negocio que se había montado. Y no, por mucho que hayáis compartido cafeses tampoco te quiere en su negocio (por viejuno)

Exacto, pero en un país civilizado de los pirineos para arriba, alguien con formación que se lo curre en la privada, vive infinitamente mejor que un funcivago, no solo porque gane bastante más que 3k, sino por las miles de facilidades que te da la empresa, en forma de viajes, bonus, teletrabajo, subidas de sueldo cada años, pagas extras etc...

En hezpaña en parte sigue pasando como en siglo XVI. Estaban los nobles rentistas que acaparaban todas las tierras (los ricos de hoy), el clero que se rascaba las bolas (los funcivagos de hoy), una pequenísima alta y baja burguesía que comerciaba y producía, y el resto campesinado que vivía del jornal diario etc...

El florero que ha colgao la nómina pone que es de Sevilla. En sevilla se sentirá el puñetero amo ganando 3.000 euros, porque está rodeado de lumpen que no llegan ni a los 1000 euros al mes. Pero en Holanda es como ser un mileurista.
 






Lo sé a ciencia cierta porque yo mismo lo soy desde hace unos años, tras pasar por la empresa privada. Suena a tópico, pero cuando uno tiene asegurado un aspecto de su vida (en este caso el laboral), deja de valorarlo como se merece. Ocurre con nuestra familia, con nuestra pareja. Cuando uno es funcionario, da el trabajo por sentado y pierde cierta “hambre” que considero muy necesaria para el día a día: ese repruebo al hijomio del jefe, al pelota del compañero, ese soñar con irse de la empresa y volar muy lejos y mandar a todos a tomar por el ojo ciego; tener el objetivo de aterrizar en un sitio nuevo, con nuevos horizontes y objetivos, o poder dar pasos que te acerquen al sueño que alimenta a muchos: pegar un buen pelotazo con alguna idea novedosa, acabar en una gran empresa que salga a bolsa y te caiga, aunque sea por casualidad, un buen pico.

Como funcionario sabes exactamente qué estarás haciendo, si la salud lo permite, tal día como hoy dentro de cinco, seis o diez años. Sabes que seguirás en esa oficina, en ese escritorio. Sabes incluso en qué bar desayunarás el día 16 de enero de 2040. Sabes exactamente cuánto cobrarás, y te salva del absoluto vacío la tímida motivación del trienio, del sexenio. Vas midiendo el tiempo en base a estos hitos temporales. Años que se marchan como viéndolos desde un tren a toda velocidad y que se traducen en esas rimbombantes (y no tan suculentas) subidas en la nómina. Ves al compañero caradura que pide citas médicas un par de mañanas a la semana y que sin embargo cobra exactamente igual que tú. O a la compañera que aún no sabe manejar el ratón y tiene un uno por ciento de tu rendimiento, pero lleva acumulados cuatro sexenios que se gasta en bisutería y jerséis estridentes.

Con estupor compruebo que, tras la explosión de alegría inicial al conseguir la plaza, la seguridad del funcionariado acaba produciendo monstruos. Siempre me fijo en uno de mis compañeros. Tiene unos cincuenta y cinco años (desde los veinticinco con plaza) y dos hijos estudiando la carrera en otra ciudad. Coincido con el tipo a la entrada y a la salida y en su mero caminar puedo apreciar su total hastío vital. Vive a diez minutos andando de la oficina y sus piernas ya avanzan en modo automático. El mismo camino, las mismas paredes, las mismas tareas, los mismos problemas con la fotocopiadora, prácticamente las mismas caras. Estoy seguro de que ve la vida a cámara rápida, de que no puede creerse que hayan pasado treinta años. A mí mismo me está empezando a ocurrir: no cambia el lugar, pero cambian ligeramente los rostros y los cuerpos. Pasa el verano y las caras vuelven más bronceadas y ligeramente más arrugadas. Esos mismos compañeros te darán la enhorabuena por el nacimiento de tus hijos y el pésame por la fin de tus padres. Así un año tras otro hasta que toque jubilarse.

Todas esas sensaciones puedo apreciarlas solo en su forma de caminar y de hablar. Mi compañero es la definición estándar de funcionario, el ejemplo viviente de lo que provoca vivir cómodamente del Estado. Es un hombre cordial pero de ademanes lentos, que jamás te contará su vida ni quiere saber de la tuya. No sé si es conformista, pero vive en un piso de los ochenta (sin piscina ni jardines comunes), con un pequeño balcón que nadie usa. No sé qué hará allí por las tardes, pero el sueldo tampoco da para grandes dispendios ni locuras (especialmente con dos hijos en la universidad). Lo imagino echando la siesta, mirando luego los programas de la tarde como quien oye llover. Un día y otro, de un cubículo durante las mañanas a otro en las tardes, como la mayor parte de la población, pero sin el sueño de huir que mantiene el fuego encendido. Atrapado en esa realidad vivida a medio gas, como un perro sobrealimentado y aburrido que no sobreviviría ni un día si se le pasara por la cabeza escapar de su amo.

Asumo mi destino y sé que probablemente acabe como él, acomodado, enlentecido, encerrado entre cuatro paredes físicas y mentales, hinchado y pálido como una planta con demasiada agua, acaso matando el gusanillo de la escritura dándomelas de profundo mediante tristes textos en un foro de internet. En definitiva, digiriendo el hastío vital. No negaré que la de funcionario es una vida cómoda, pero también carente de buena parte del sentido que nos mueve.

Ver archivo adjunto 1809461
Mi primera reacción ha sido la de empatizar con el funcivago promedio. Sentir lástima por sus insulsas vidas. Luego, reflexionando más a fondo sobre el tema esa lástima se ha transformado en ardor de estomago. Es cierto que la mayoría de los funcionarios viven inmersos en carreras profesionales sin ningún tipo de aliciente ni motivación. Sin embargo, esto no debe de ser motivo de lástima por dos motivos:
El primero, su penosa situación es autoprovocada y repercute en todos nosotros. Ese ritmo parsimonioso, esos ademanes lentos, esas pausas eternas al tomar el café por las mañanas son las que provocan que cada trámite a través de la administración pública se vuelva un infierno burocrático sin final. Estos funcionarios autocomplacientes, ociosos y condescendientes carecen de empatía hacia el trabajador que se ve obligado a interactuar con ellos. El sufrimiento que deriva de no poder seguir tu vida con normalidad debido a que hay algún trámite o documento pendiente de realizar/entregar les es indiferente. En cualquier empresa privada el ritmo de trabajo del funcionario promedio sería inaceptable y motivo de despido procedente, aquí en España lo asumimos como normal.
En segundo lugar, estos funcionarios que llevan vidas tan "sufridas" matarían por mantener su estatus. Tras años y años de ineficiencia esta gente se vuelve inútil para cualquier otra actividad que no sea la que desempeñan de mala manera. Esta ralea tiene auténtico pánico a verse desamparados por el estado y harán cualquier cosa antes que dejar de absorber del bote. Me viene a la cabeza casos tan sangrantes como los abusos del exmarido de Mónica Oltra a una menor tutelada en un centro de menores. Estoy completamente seguro de que todos y cada uno de los trabajadores de ese centro eran conocedores de la situación y callaron. Callaron porque son cortesanas que se venden por su paguita a final de mes, y lo mismo ocurre en cualquier lugar donde haya funcionarios. ¿O acaso alguien duda de que todo el ministerio de transportes era consciente de las mandangas de Ábalos y cía?
El funcivago no es el enemigo, es mucho peor, son los perros del enemigo. Acordaos de los policías aporreando abuelos en Ferraz, de los celadores que se hacen los ciegos cuando prostituyen a menores tuteladas, de los administrativos que se hacen los locos cuando millones y millones se van en comisiones para ralea como Koldo, Armengol y otra gente que no me cae bien. Recordad bien que estos cómplices que permiten que pase lo hacen por un sueldo ligeramente superior al del remero promedio. Como aquellos judíos que colaboraban con los nazis en el Guetto de Varsovia para luego acabar igualmente en la cámara de gas. No sintáis lástima de esta ralea, sentid ardor de estomago como yo lo hago
 
Buenos dias, me he sentido identificado con lo que has escrito, yo trabajo en la administración pero no tengo plaza por lo que si es cierto que voy cambiando de puesto según me interese o las circustancias me obliguen. Vivo en una capital de provincias y aqui se vive lo que es el ser funcionario, la mayoria es gente sobre 60 años bastante hastiados por su trabajo, eso si ellos lo camuflan con una falsa sensación de que son "importantes" o que su trabajo es "muy complido" que son fundamentales, vamos. Yo lo primero que aprendí es que el trabajo en la administración lo puede hacer cualquiera que se pueda manejar con un ordenador y tenga ganas de aprender, no hay gente excesivamente inteligente, digamos que es "inteligencia media", pero claro ellos no lo reconocen, se consideran "buenos trabajadores". Yo como voy cambiando pues tiene lo bueno que no te cansas de estar en el mismo sitio, viendo las mismas caras y escuchando las mismas tonterias. Si algún día tengo plaza ya veré que hago pero no me voy a quedar calentando la silla en un sitio que no me guste lo tengo claro.
 
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