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Operación 'jaque mate': así la Moncloa de Iván Redondo trató de 'acabar' con Iglesias
Operación 'jaque mate': así la Moncloa de Iván Redondo trató de 'acabar' con Iglesias
Jaque. Según la Real Academia de la Lengua, «lance del ajedrez en el que un jugador, mediante el movimiento de una pieza, amenaza directamente al rey del otro, con obligación de avisarlo, y, por extensión a la reina, sin tal obligación». En el diccionario del todopoderoso jefe de gabinete de La Moncloa, Iván Redondo (38), estrategia soterrada para convertir la negociación de la investidura del socialista Pedro Sánchez en una calculada partida de ajedrez para ir acorralando al rey contrario hasta conseguir, con la ayuda de piezas clave como alfiles políticos, peones demoscópicos, caballos disidentes del bando rival y torres mediáticas, el «jaque mate»: la muerte política del rey de Podemos, Pablo Iglesias.
El final de la partida que, según ha trasladado Redondo a su entorno más próximo, se produjo el pasado jueves en el Congreso durante la fallida investidura de Sánchez en la que Iglesias quedó «retratado como un dirigente que regateaba cargos en el Gobierno como si estuviese en un mercadillo». Y el consultor, al contemplar tal espectáculo desde la tribuna, se supo ganador. Porque el peón había tumbado al rey. Y eso que este último estaba avisado.
Abril de 2016. El líder de Podemos, Pablo Iglesias, invita a su programa Otra vuelta de Tuerka al spin doctor Iván Redondo, que se prodigaba entonces por los platós de televisión después de que el PP de Rajoy lo desahuciase a pesar de sus éxitos en Badalona y Extremadura. El dirigente morado había leído un artículo en elmundo.es en el que el gurú simulaba un encuentro ficticio entre el presidente norteamericano Frank Underwood de House of Cards y el secretario general de Podemos. En él, el protagonista de la serie le daba consejos a Iglesias sobre cómo afrontar el bloqueo institucional que acabaría en nuevas elecciones y supondría la pervivencia de Rajoy en el poder. A Iglesias le pareció audaz su planteamiento y se deshizo en elogios hacia él. Lo definió como un «consultor culto, rápido y sensible». «Es una pena que casi siempre haya trabajado para nuestros adversarios», decía.
Redondo le haría entrega de un peón que, según le dijo, representaba al asesor que «siempre está detrás y que hay que destacar porque cuando llega a la casilla ocho puede transformarse en cualquier pieza; y es con la estructura de peones como se gana en política». Un regalo de este amante del ajedrez aleatorio que sería premonitorio porque tres años después ese hábil asesor, ese silente peón, acabaría planteándole desde la sala de máquinas de Moncloa una compleja partida de ajedrez que le pondría en jaque.
Haciendo tambalear aquella amistad que había surgido en aquel careo televisivo. Porque el hombre que mejor se mueve entre las sombras del poder tuvo claro desde el momento en que su jefe le encargó en mayo de este año que negociase entre bambalinas la formación de gobierno con otros partidos que su simpatía con Iglesias no iba a hacerle renunciar a sus objetivos políticos. A «conseguir el gobierno que queremos (sin Iglesias) o elecciones (sin Iglesias)», llegó a transmitir.
El gurú fue franco desde el minuto uno de la negociación. No ocultó su objetivo a su adversario. El 5 de mayo y mientras Sánchez e Iglesias se reunían en Moncloa por primera vez tras las generales, Redondo transmitió a su homólogo en Podemos, el argentino Pablo Gentili, que no querían a Iglesias en el Consejo de Ministros. «Si Pablo da un paso atrás habrá Gobierno siempre y cuando él quiera que haya Gobierno», le dijo Redondo. Éste ya había convencido al presidente de que «la cohabitación de dos líderes» como Sánchez e Iglesias era imposible, «como ya se demostró en Francia en 1981 cuando el comunista Georges Marchais decidió irse a la oposición a cambio de la entrada de cuatro de sus hombres en el ejecutivo de Mitterrand». Ése fue el modelo de coalición que tuvieron en mente en Moncloa desde el principio.
Pero la respuesta de Gentili fue tajante: «Es imposible sin Pablo como vicepresidente». Pasaron los días, las propuestas de Moncloa de «un gobierno de cooperación», de segundos y terceros niveles de la Administración para cargos de Podemos y Redondo tuvo claro que Podemos en ese momento no se iba a mover. No renunciaría a su rey Iglesias. Por ello, decidió mover ficha en otra dirección. En la naranja, pero el líder de Ciudadanos ni atendía la invitación del presidente a mantener una reunión discreta en Moncloa. Ni siquiera la rebelión interna liderada por el diputado Toni Roldán y azuzada por parlamentarios del PSOE hizo virar la estrategia de Albert Rivera, de oposición frontal al sanchismo.
Espoleado por las encuestas y trackings de Moncloa, que aseguraban que el PSOE saldría refortalecido en una repetición de elecciones y que Podemos seguiría cayendo, Redondo hizo llegar a Podemos el siguiente mensaje: «Preferimos Gobierno y que haya entendimiento, pero no tengo miedo a nuevas elecciones. Nuestro votante sigue siendo muy fiel». Era su primer jaque al rey. Iglesias hizo caso omiso y siguió en sus trece de exigir la vicepresidencia. Y Redondo quiso que el siguiente movimiento de su partida de ajedrez se retransmitiese en prime time. Para situar el foco en Iglesias y meterle toda la presión.
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Operación 'jaque mate': así la Moncloa de Iván Redondo trató de 'acabar' con Iglesias
Jaque. Según la Real Academia de la Lengua, «lance del ajedrez en el que un jugador, mediante el movimiento de una pieza, amenaza directamente al rey del otro, con obligación de avisarlo, y, por extensión a la reina, sin tal obligación». En el diccionario del todopoderoso jefe de gabinete de La Moncloa, Iván Redondo (38), estrategia soterrada para convertir la negociación de la investidura del socialista Pedro Sánchez en una calculada partida de ajedrez para ir acorralando al rey contrario hasta conseguir, con la ayuda de piezas clave como alfiles políticos, peones demoscópicos, caballos disidentes del bando rival y torres mediáticas, el «jaque mate»: la muerte política del rey de Podemos, Pablo Iglesias.
El final de la partida que, según ha trasladado Redondo a su entorno más próximo, se produjo el pasado jueves en el Congreso durante la fallida investidura de Sánchez en la que Iglesias quedó «retratado como un dirigente que regateaba cargos en el Gobierno como si estuviese en un mercadillo». Y el consultor, al contemplar tal espectáculo desde la tribuna, se supo ganador. Porque el peón había tumbado al rey. Y eso que este último estaba avisado.
Abril de 2016. El líder de Podemos, Pablo Iglesias, invita a su programa Otra vuelta de Tuerka al spin doctor Iván Redondo, que se prodigaba entonces por los platós de televisión después de que el PP de Rajoy lo desahuciase a pesar de sus éxitos en Badalona y Extremadura. El dirigente morado había leído un artículo en elmundo.es en el que el gurú simulaba un encuentro ficticio entre el presidente norteamericano Frank Underwood de House of Cards y el secretario general de Podemos. En él, el protagonista de la serie le daba consejos a Iglesias sobre cómo afrontar el bloqueo institucional que acabaría en nuevas elecciones y supondría la pervivencia de Rajoy en el poder. A Iglesias le pareció audaz su planteamiento y se deshizo en elogios hacia él. Lo definió como un «consultor culto, rápido y sensible». «Es una pena que casi siempre haya trabajado para nuestros adversarios», decía.
Redondo le haría entrega de un peón que, según le dijo, representaba al asesor que «siempre está detrás y que hay que destacar porque cuando llega a la casilla ocho puede transformarse en cualquier pieza; y es con la estructura de peones como se gana en política». Un regalo de este amante del ajedrez aleatorio que sería premonitorio porque tres años después ese hábil asesor, ese silente peón, acabaría planteándole desde la sala de máquinas de Moncloa una compleja partida de ajedrez que le pondría en jaque.
Haciendo tambalear aquella amistad que había surgido en aquel careo televisivo. Porque el hombre que mejor se mueve entre las sombras del poder tuvo claro desde el momento en que su jefe le encargó en mayo de este año que negociase entre bambalinas la formación de gobierno con otros partidos que su simpatía con Iglesias no iba a hacerle renunciar a sus objetivos políticos. A «conseguir el gobierno que queremos (sin Iglesias) o elecciones (sin Iglesias)», llegó a transmitir.
El gurú fue franco desde el minuto uno de la negociación. No ocultó su objetivo a su adversario. El 5 de mayo y mientras Sánchez e Iglesias se reunían en Moncloa por primera vez tras las generales, Redondo transmitió a su homólogo en Podemos, el argentino Pablo Gentili, que no querían a Iglesias en el Consejo de Ministros. «Si Pablo da un paso atrás habrá Gobierno siempre y cuando él quiera que haya Gobierno», le dijo Redondo. Éste ya había convencido al presidente de que «la cohabitación de dos líderes» como Sánchez e Iglesias era imposible, «como ya se demostró en Francia en 1981 cuando el comunista Georges Marchais decidió irse a la oposición a cambio de la entrada de cuatro de sus hombres en el ejecutivo de Mitterrand». Ése fue el modelo de coalición que tuvieron en mente en Moncloa desde el principio.
Pero la respuesta de Gentili fue tajante: «Es imposible sin Pablo como vicepresidente». Pasaron los días, las propuestas de Moncloa de «un gobierno de cooperación», de segundos y terceros niveles de la Administración para cargos de Podemos y Redondo tuvo claro que Podemos en ese momento no se iba a mover. No renunciaría a su rey Iglesias. Por ello, decidió mover ficha en otra dirección. En la naranja, pero el líder de Ciudadanos ni atendía la invitación del presidente a mantener una reunión discreta en Moncloa. Ni siquiera la rebelión interna liderada por el diputado Toni Roldán y azuzada por parlamentarios del PSOE hizo virar la estrategia de Albert Rivera, de oposición frontal al sanchismo.
Espoleado por las encuestas y trackings de Moncloa, que aseguraban que el PSOE saldría refortalecido en una repetición de elecciones y que Podemos seguiría cayendo, Redondo hizo llegar a Podemos el siguiente mensaje: «Preferimos Gobierno y que haya entendimiento, pero no tengo miedo a nuevas elecciones. Nuestro votante sigue siendo muy fiel». Era su primer jaque al rey. Iglesias hizo caso omiso y siguió en sus trece de exigir la vicepresidencia. Y Redondo quiso que el siguiente movimiento de su partida de ajedrez se retransmitiese en prime time. Para situar el foco en Iglesias y meterle toda la presión.
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