. Se está liando parda en Israel.

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Ajoporro

Un cuñao cualquiera
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La Comisión Kahan determinó que las pruebas apuntaban a “dos informes distintos y separados”, destacó que Yaron mantuvo que creía que ambos aludían al mismo incidente y que apuntaba a “45 terroristas muertos”. A la misma hora, las 20:00, llegó un tercer informe del oficial de enlace de las falanges, quien en presencia de numerosos oficiales israelíes, incluido el general Yaron, afirmó en el comedor que en dos horas los falangistas habían asesinado a 300 personas, incluidos civiles. Algo más tarde volvió el mismo oficial de enlace y cambió el número, de 300 a 120.

A las 20:40, el general Yaron mantuvo una sesión informativa, tras la cual el Oficial de Inteligencia de la División declaró que parecía que no había terroristas en el campamento de Shatila y que los falangistas se encontraban dudosos sobre lo que hacer con las mujeres, los niños y los ancianos que habían agrupado: o llevarlos a algún otro lugar o hacer lo que les habían dicho, algo que habían escuchado decir al oficial de enlace de las falanges: “haced lo que os diga el corazón, porque todo viene de Dios”. Yaron interrumpió al oficial y dijo que él lo había comprobado y que “no hay problema alguno”, y que con respecto a esa gente, “no, no les harán daño”. Yaron testificaría posteriormente que se había mostrado escéptico con los informes y que, en cualquier caso, él ya les había dicho a los falangistas que no hiciesen daño a los civiles. A las 21:00, el mayor Amos Gilad predijo durante un debate en el Mando Norte que más que una limpieza de terroristas, lo que iba a tener lugar era una masacre, e informó a sus superiores de que ya se había asesinado a entre 120 y 300 personas hasta ese momento.

Un nuevo informe llegó a las 23:00 al cuartel general del ejército israelí en Beirut oriental, y en este se informaba del asesinato de 300 personas, incluidos civiles. El informe se reenvió a los cuarteles generales de Tel Aviv y Jerusalén,35 así como a la oficina del Jefe de Gabinete del director de la Inteligencia Militar, teniente coronel Hevroni. Recibido a las 5:30 del día siguiente, el informe fue visto por más de 20 oficiales de alto rango del ejército israelí. Entonces, sobre las 6:15, lo envió a su casa. Esa misma mañana, un historiador del ejército israelí copió una nota que después desaparecería y que había encontrado en el Comando Norte en Aley.

Durante la noche, los falangistas se adentraron en los campamentos de refugiados de Sabra y Shatila. Aunque se había acordado que no harían daño a civiles, estos fueron “masacrados”. No actuaron de una manera ordenada sino que se dispersaron. Tuvieron bajas, incluidos dos muertos. Se organizarán para operar de una manera más ordenada –nos encargaremos de que sean trasladados a la zona”.
166px-Yitzhak_Shamir_1988.jpg Isaac Shamir, ministro de Asuntos Exteriores de Israel.
A la mañana siguiente, entre las 8:00 y las 9:00, numerosos soldados israelíes apostados cerca de los campamentos advirtieron que los refugiados estaban siendo asesinados. Un comandante segundo de un tanque ubicado a unos 180 metros de distancia, el teniente Grabowski, vio a dos falangistas golpeando a dos hombres jóvenes que fueron llevados de vuelta al campamento, tras lo cual escuchó varios disparos y vio a los soldados salir de nuevo. Un poco más tarde, vio que los falangistas habían asesinado a un grupo de cinco mujeres y niños. Cuando declaró que deseaba hacer un informe de lo que había presenciado, los miembros de la tripulación del tanque le avisaron de que ya habían oído una comunicación que informaba al comandante del batallón de que los civiles estaban siendo asesinados, y que este había respondido: “lo sabemos, no nos gusta, no interfiráis”.

Sobre las 8:00, el corresponsal militar Ze’ev Schiff recibió un soplo de una fuente en el Cuartel General de Tel Aviv por el que supo que había habido una masacre en los campamentos. Intentó obtener confirmación de la noticia durante horas, pero no obtuvo más respuesta que “hay algo”. A las 11:00 se reunió con Mordechai Tzipori, ministro de Comunicaciones, y le transmitió la información de que disponía. Incapaz de hablar por teléfono con la Inteligencia Militar, Tzipori se puso en contacto con Isaac Shamir a las 11:19 y le pidió que comprobase los informes que indicaban que los falangistas habían llevado a cabo una masacre en los campamentos. Sin embargo, Shamir testificó que solo recordaba que Tzipori le había informado de la muerte de tres o cuatro soldados israelíes, pero no hizo mención alguna a una masacre o carnicería, sino a una “conducta violenta”. No hizo comprobación alguna porque le dio la impresión de que la llamada de Tzipori tenía como objetivo informarle de las bajas israelíes. A las 12:30, en una reunión con diplomáticos estadounidenses, Shamir no hizo mención alguna de lo que Tzipori le había comentado, diciendo solamente que esperaba noticias sobre la situación de Beirut occidental de parte de Ariel Sharon, del jefe de la Inteligencia Militar y del estadounidense Morris Draper. En una reunión a mediodía, Sharon insistió en que hacía falta una “limpieza” de los “terroristas”. Los estadounidenses presionaron para que interviniese el ejército libanés y para que las tropas israelíes se retirasen inmediatamente, a lo que Sharon respondió:

De verdad que no lo entiendo, ¿qué es lo que queréis? ¿Queréis que los terroristas se queden? ¿Tenéis miedo de que alguien piense que estabais confabulados con nosotros? Negadlo. Nosotros lo negamos.
 

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Tras eso añadió que nada sucedería, salvo quizás la muerte de algunos terroristas más, lo cual beneficiaría a todos. Shamir y Sharon acordaron finalmente una retirada gradual para cuando terminase Rosh Hashaná, dos días más tarde. Draper entonces les advirtió:

Por supuesto, el ejército israelí va a permanecer en Beirut occidental y dejarán que los libaneses vayan y maten a los palestinos en los campamentos.
A lo que Sharon respondió:

Bueno, pues nosotros los mataremos. No se quedarán ahí. Tú no los vas a salvar. Tú no vas a salvar a estos grupos del terrorismo internacional. (…) Si no quieres que los libaneses los maten, nosotros los mataremos.
Esa tarde, antes de las 16:00, el teniente Grabowski envió a uno de sus hombres a preguntar a un falangista por qué estaban asesinado a los civiles, quien le respondió que las embarazadas iban a parir niños que crecerían y se convertirían en terroristas.

270px-Destroyed_MEA_aircraft_1982.jpg Avión civil destruido en el Aeropuerto Internacional de Beirut (1982).
En el aeropuerto de Beirut, el periodista Ron Ben-Yishai oyó a numerosos oficiales israelíes afirmar que habían oído que se habían llevado a cabo asesinatos en los campamentos. A las 11:30 telefoneó a Ariel Sharon para informarle de los rumores, quien le dijo que ya había oído esas historias del jefe del Estado Mayor. A las 16:00, en una reunión con los líderes falangistas en la que estuvo presente el Mossad, el jefe del Estado Mayor israelí afirmó que tenía una “impresión positiva” de su comportamiento en el campo y de lo que los falangistas habían informado, y les pidió que siguieran “limpiando los campamentos vacíos" hasta las 5:00, pues a partir de ese momento deberían desistir por las presiones estadounidenses. Según la investigación de la Comisión Kahan, ni falangistas ni israelíes se informaron entre sí de los rumores o informes que hablaban de la manera en la que se estaba tratando a los civiles. Entre las 18:00 y las 20:00, el personal del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí, tanto en Beirut como en Israel, comenzó a recibir informes de parlamentarios estadounidenses en los que declaraban que se había observado a falangistas en los campamentos y de que su presencia allí probablemente causaría problemas. Después de volver a Israel, el Jefe del Estado Mayor habló con Ariel Sharon entre las 20:00 y las 21:00 y, según Sharon, le informó de que “los libaneses han ido demasiado lejos” y de que “los cristianos han atacado a la población civil más de lo que se podría haber esperado”. Poco después hubo una reunión entre el jefe del Estado Mayor de Israel y los líderes falangistas.

La mañana del viernes 17 de septiembre, las tropas israelíes que rodeaban los campamentos de Sabra y Shatila ordenaron a las falanges que detuviesen su operación, preocupadas por los informes de una masacre. Dos falangistas resultaron heridos, uno en la pierna y otro en la mano.38 Las investigaciones que se llevaron a cabo después de la masacre encontraron pocas armas en los campamentos.3045

Testimonios de corresponsales extranjeros
272px-Martyr%27s_square_shatila.jpg Plaza de los Mártires, en el campamento de Shatila, que marca uno de los lugares en los que fueron fusilados jóvenes palestinos.
El 17 de septiembre, cuando aún estaban sellados los campamentos de Sabra y Shatila, un pequeño grupo de observadores independientes se las arregló para adentrarse en ellos. Entre estos observadores se encontraba Gunnar Flakstad, un periodista y diplomático noruego que fue testigo de las operaciones de limpieza de las falanges, incluida la retirada de cadáveres de las casas destruidas en el campamento de Shatila.

Muchos de los cuerpos descubiertos habían sido sometidos a importantes mutilaciones. Se había castrado a los hombres jóvenes, algunos de los cuales habían sido sometidos también a escalpelamiento mientras que otros tenían una cruz cristiana esculpida con cuchillos en sus cuerpos.

Janet Lee Stevens, una periodista estadounidense, escribió con posterioridad a su marido, el doctor Franklin Lamb: “Vi mujeres muertas en sus casas con las faldas subidas hasta la cintura y las piernas abiertas; docenas de hombres jóvenes fusilados después de haber sido colocados en fila contra la pared de una calle; niños degollados, una mujer embarazada con su tripa rajada y sus ojos todavía abiertos por completo, su cara oscurecida gritando en silencio por el horror; incontables bebés y niños pequeños que habían sido apuñalados y destrozados y a los que habían arrojado a pilas de sarama”.

Thomas Friedman, que entró en los campos el sábado 18, encontró grupos de hombres jóvenes con sus manos y pies atados, que habían sido puestos en fila y ametrallados en un estilo que recordaba a los asesinatos de la mafia, no al tipo de muerte al que, en su opinión, se habrían enfrentado los supuestos 2.000 milicianos del campamento.

Antes de la masacre se había informado de que el líder de la OLP, Yasir Arafat, había solicitado el regreso a Beirut de las tropas internacionales de Italia, Francia y los Estados Unidos para que protegiesen a los civiles. Estas fuerzas acababan de supervisar la salida de Beirut de Arafat y de los milicianos palestinos de la OLP. Italia expresó su “gran preocupación” por “el nuevo avance israelí”, pero no tomó ninguna medida para que sus fuerzas volvieran a Beirut. The New York Times había informado en septiembre de 1982:

Yaser Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina, exigió hoy a los Estados Unidos, Francia e Italia que enviasen a sus tropas de vuelta a Beirut para proteger a sus habitantes de Israel. (…) “La dignidad de estos tres ejércitos y el honor de sus países está en juego”, dijo Arafat en su rueda de prensa. “Yo pregunto a Italia, Francia y los Estados Unidos: ¿Qué hay de vuestra promesa de proteger a los habitantes de Beirut?”.
El diario israelí Yedioth Ahronoth escribió: "El jueves y el viernes por la mañana, los ministros y funcionarios [de Israel] ya sabían acerca de la matanza, y nada hicieron para detenerla. El gobierno lo sabía desde la noche del jueves y no movió un dedo ni hizo nada para impedirla".
 

nraheston

Rezad por las almas del purgatorio
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Más bombardeos sobre Hamastan (stan es un sufijo persa que significa "casa de"):







Las IDF siguen a lo suyo en Gaza:



Gran trabajo del batallón beduino Pathfinder 585, similar al batallón de la religión del amor soviético en Afganistán:



Bañistas en una playa de Tel Aviv tienen que salir corriendo hacia el refugio para protegerse de los cohetes de Hamas:

 
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