Hablando de memoria, creo que eso sería algo llamado chicha.
La receta tiene una técnica concreta: toman un poco de maíz, lo ablandan en una olla… ¡y lo mastican! El paso siguiente consiste en escupir lo con fuerza dentro una vasija de barro para finalizar el proceso de fermentación. Y aquí el quid de la cuestión. Aunque suene escatológico, la masticación del maíz tiene su razón de ser. Nada menos que acelerar la fermentación a partir de las bacterias presentes en la saliva.
Sólo que allí no termina el asunto: el maíz fermentado se hierve entre tres y cuatro horas para ser, una vez frío y mayormente espeso, colado con un paño.
¿El resultado? Una bebida embriagadora. Es que la fermentación otorga a la chicha unos escasos grados de alcohol… Pero alcohol al fin.