Habría que ver el nivel de sus universidades.
O de sus falsificadores de títulos. Es mucho más difícil comprobar si un médico extranjero tiene título, o si es bueno o falso.
---------- Post added 01-ago-2013 at 17:01 ----------
Con la inmi gración aparecen experiencias inéditas hasta entonces en la trayectoria vital de muchas personas, algunas de ellas ligadas a la desagradable sensación de minusvalía cultural en un contexto social cuyas claves aún no dominan. Cualquier detalle de la conducta del inmigrante, de sus hábitos, de su hablar, de su acento, le delatará continuamente como diferente, como extranjero. El inmigrante se vive así como un sujeto constantemente fuera de lugar, pues lo natural – oirá decir con frecuencia en su nuevo entorno social – es permanecer donde uno ha nacido, el lugar de la indubitable pertenencia. Tendrá seguramente que recorrer un largo trayecto hasta sentirse integrado, esto es, hasta sentir que la propia identidad también forma parte de alguna manera de la sociedad en la que vive.
La integración no es la solución, sino la asimilación. Así se le ha exigido a los pagapensiones procedentes de otras zonas de España en mi comunidad autónoma. Olvidar tu idioma, tus raíces, tu nombre de pila y cambiártelos por los de la sociedad de acogida para ser aceptado como ciudadano de pleno derecho, eso es la asimilación.
Si al cabo de 40 años y dos generaciones no hay aquí otra opción que esta, no veo porqué va a ser diferente con los procedentes del resto del mundo.
Por poner un ejemplo, un inmigrante sudamericano lo tiene en España mucho más fácil que un joven o un joven. Ya vienen con una serie de rasgos culturales parecidos a los españoles y el mismo idioma.
En cambio los jovenlandeses van a tener los mismos problemas que en Francia dentro de nada. Los españoles o italianos que emigraron en los 60 a Francia y deseaban quedarse y hacerse franceses se integraron y asimilaron después perfectamente, y uno de los signos de la asimilación era poner a sus hijos nombres franceses.
En cambio en Francia llamarse Mohamed o Chaima es sinónimo de ser diferente, de no querer nada con la sociedad francesa. Entre que tampoco suelen tener estudios postobligatorios pese a todos los recursos que se invierten en ellos, por lo que sus opciones laborales son mucho peores, y que sienten su cultura, religión, costumbres como superiores a las francesas y por tanto no las van a cambiar, lo tienen mucho peor que un francés de origen para trabajar.
Cuando estaba Sarkozy empezaron a quemar coches y contenedores. Ahora Hollande los tiene tranquilos a base de paguitas, pero en Francia tienen un déficit mucho mayor que España. Cuando se acabe el dinero, Francia va a acabar en llamas. Muchos franceses temen una guerra civil.