RACISMO BLANCO Y RACISMO neցro. Apuntes para una historia no autorizada del imperialismo EEUU

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The White Revolution is the only solution.
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Alex Cosma

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El clasico articulo escrito por un liberal. Pretende equipar maliciosamente el racismo y las diferencia etnicas con el imperialismo y la explotacion. Aun no se han enterado que la defensa de la herencia NO es repruebo.

La genética frente a la superchería antirracista: El caso de los neցros americanos y el movimiento “Back to África”.

La historia de los neցros o como se falsifican los hechos.

La "raza" y el "racismo" en la prensa del sistema y los mass media oficialistas.
El clásico forero que no se ha leído el artículo, que no conoce al autor y su obra, y que le falta tiempo para opinar...
 

Alex Cosma

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Conclusiones (del texto citado)

El Estado es poder, poder puro, poder sin adherencias, sólo poder. No es ni de esta raza ni de la otra, ni de este sesso ni del otro, ni de esta religión o de la otra. Es de sí mismo y para sí mismo, con dos únicas metas: 1) preservarse, 2) incrementar su capacidad de mandar y ordenar, contra el pueblo en el interior y contra las potencias rivales en el exterior.

Hasta ahora se decía que en EEUU el poder era de los “blancos, anglosajones y protestantes”, pero la verdad es algo diferente: el poder del Estado en EEUU durante un tiempo se ha servido de los blancos, anglosajones y protestantes, pero si cambian las circunstancias se valdrá de otros grupos sociales, pongamos por caso, de los “neցros, multiculturales y fiel a la religión del amores”. Hacia eso vamos. La preeminencia de los blancos está en declive en todo el planeta, y en ello no hay nada de malo, pues no debe haber etnias hegemónicas. La inquietud se manifiesta en que emerjan nuevas razas “superiores”, y que el declive de los blancos lleve a su marginación y persecución, lo que puede evitarse desde ahora combatiendo el racismo antiblanco que es sobre todo sostenido por gente blanca, en concreto por los estrategas, políticos “radicales” y portavoces del poder/poderes. Ello se debe a que las elites, todavía blancas, necesitan del concurso de otras etnias, a las que han de ofrecer privilegios para que se sumen a la tarea de mantener y robustecer el sistema de poder.

Lo expuesto para el poder político, el más decisivo, vale exactamente igual para el poder económico, para el gran capitalismo.

Los racistas decimonónicos y los nazis creían en la guerra de las razas. Exponían que unas razas ascienden y otras descienden, unas triunfan y dominan a las vencidas, a las que explotan. Las que ganan son las mejores. Es verdad que en la historia hay contiendas de razas, como hay guerras terribles entre pueblos que no poseen diferencias raciales perceptibles. Por ejemplo, el conflicto entre alemanes e ingleses, que tan embarazoso fue para la teoría racial nacional-socialista, pues la refutaba, o las guerras incesantes, arrasadoras, para la captura de esclavos de los Estados negreros jovenlandeses. El racismo falla en adjudicar superioridad biológica a una raza determinada pues es obvio que la humanidad es étnicamente única, y en poner la guerra racial como centro, sea de palabra o de facto. El conflicto decisivo está entre los dominados y los dominadores, entre los que realizan su libertad despojando a otros de ella, con el Estado, y quienes necesitan conquistar la libertad para afirmarse y ser. Pero no se puede incurrir en ingenuidades: hay racismo y hay racistas, muchísimos, cientos de millones, como quedó claro en el caso Obama, y observamos que las razas antaño sometidas se preparan para hacerse ahora dictatoriales. Esto es bastante común en la historia: los oprimidos se convierten en opresores, los dominados en dominadores, los exterminados en exterminadores y los explotados en explotadores. Es necesario admitirlo para evitarlo.

Por encima de todo ello está el conflicto entre los que mandan y los que son mandados, y los que trabajan para otros y son así explotados. Está el Estado y están las clases sociales. En ello reside lo importante. Y las clases sociales hoy, en un mundo globalizado, son multirraciales, lo mismo las opresoras que las oprimidas, lo mismo los poderhabientes que el pueblo. Nada hay en común entre los multimillonarios neցros, en general nuevos ricos dados a la ostentación y al despilfarro, y los humillados y hambreados asalariados neցros que trabajan por un sueldo mísero en los establecimientos de comida rápida. Si, tienen en común el tonalidad de la piel pero eso es todo, y eso es irrelevante. No hay “solidaridad racial” ni “hermandad racial” salvo como retórica.

En esto, igual que en tantos asuntos, cabe elección. Se puede optar por el racismo, lo que significa diferenciar entre “nosotros”, los destinados a mandar y a enriquecerse, y “ellos”, los condenados a ser dominados y explotados. Todo racismo, da igual si es ofensivo o defensivo, establece, por su propia condición, un régimen de poder y de propiedad privada concentrada, por eso el ideario revolucionario no puede ser racista ni conciliar con los racismos, con ninguno de ellos.

Es, por su misma naturaleza, universalista, haciendo de la categoría de ser humano la decisiva. Para quien escoge la revolución hay seres humanos y nada más, negando toda importancia a los rasgos étnicos. Unifica al género humano en torno a unas categorías globales, en primer lugar la libertad. Eso no significa que niegue la variedad y pluralidad ni que se tenga una idea uniformista, sino que desea agrupar a gentes de todas las razas en la tarea de crear una sociedad mundial de la libertad, como autogobierno, centralidad de la persona y autogestión.

En la difícil situación en que están las gentes blancas pobres de EEUU lo primero a señalar es que el proyecto para su aniquilación lo han hecho principalmente personas blancas, que, además, son por el momento, las que más están trabajando en realizarlo. Eso hace saltar por los aires toda forma de exclusivismo racial. Y dentro de la población afroamericana hay, en efecto, una extensa minoría racista, que coincide con la más codiciosa y admiradora del capitalismo, pero existe otro sector que no lo es, que comparte la noción del universalismo humano y está dispuesta a pelear para que los blancos de escasos recursos no sean aniquilados.

Los blancos tienen que alcanzar por sí mismos dos conclusiones decisivas, además de las ya expuestas. Una es que deben repudiar absolutamente a la guano racista blanca, de los neo-nazis al Klan. Tales son agentes del Estado, literalmente, financiados y pagados por agencias militares y policiales, o sea, la misma gente autoritaria y tiránica que ha planeado y está ejecutando la operación exterminacionista. El actuar de la gente blanca tiene que estar inmaculadamente libre de racismo, de todas las formas de racismo. El combate por sobrevivir y conquistar el derecho a seguir siendo en tanto que comunidad humana singular ha de realizarse en el marco del universalismo y el antirracismo. Por supuesto, no del “antirracismo” de los neցros y blancos racistas antiblancos sino en el del antirracismo sin comillas. A ello ayuda el que el programa de exterminio se dirija también contra un sector no pequeño de trabajadores neցros que comparten las condiciones de vida de los blancos.

La segunda reflexión añadida es que las causas del aberrante programa de exterminio son muy profundas, pues resultan de las condiciones mismas del modo de producción capitalista en la etapa actual y de la configuración del poder estatal en un país convertido en campeón del imperialismo, EEUU. Por ello la solución tiene que ser revolucionaria, pues sólo una revolución de naturaleza popular, integral y comunal, puede eliminar las causas de tal proyecto hiper-perverso. Su intención es, al parecer, realizar éste en unos 25/30 años. Ése es un tiempo largo, apto para en algún momento de él atreverse a dar el salto a la revolución. A ello ayuda la monstruosidad misma del plan: cuanto más enloquecidos sean sus fines más personas y colectivos se irán oponiendo a ellos.

El monstruoso y gigantesco programa exterminacionista en ejecución puede ser la tumba del imperialismo, el militarismo y el capitalismo USA.

Hay una tercera cuestión, que es la de la responsabilidad individual y el esfuerzo personal. No todo es política, el individuo cuenta y la virtud personal y la virtud cívica son decisivas. En la porción mejor de los origines de EEUU esta una voluntad formidable de auto- perfeccionamiento individual, de hacerse más jovenlandesales cada dia como personas, avanzando paso a paso por la senda de la virtud individual. La demencia politicista de la modernidad ha arrasado todo ello, para hacer triunfar la iniquidad administrativa, legicentrista, monetizada y policiaca. Pero eso es el universo del totalitarismo, de modo que la sociedad de la libertad que se propuso ser EEUU en sus orígenes lo rechazó, otorgando a la soberanía del individuo sustentada en sólidos fundamentos axiológicos un significado fundamental.

Ahí está el texto de Benjamín Franklin “El libro del hombre de bien. Plan de mejora jovenlandesal” para probarlo. La revolución ahora en curso en EEUU tiene, también en esto, que volver a los orígenes, aunque recreándolo todo conforme a las condiciones de nuestro siglo. No está de más recordar que Franklin fue un activo partidario de extinguir el sistema esclavista, siendo elegido en 1787 presidente de la “Asociación para Promover la Abolición de la Esclavitud”. Emociona leer que, en su lápida, quiso que fuera citado el oficio productivo con que se había ganado la vida honradamente, el de impresor, lo que es una herencia del monacato cristiano revolucionario. Al vivir del propio trabajo no necesitaba de la esclavitud, es más, la tenía por una aberración a eliminar… Interesante es también la obra escrita y la ejecutoria política de otro de los “Padres Fundadores”, John Adams, que prestó mucha atención a la noción de virtud cívica y su práctica vivencial. Adams repudió rotundamente la esclavitud y se negó siempre a poseer esclavos, logrando que en su Estado, Massachusetts, fuera aquélla abolida en una fecha tan temprana como 1780.

Así pues, la revolución en ese país hoy tiene que tener mucho de vuelta al ideario original del proyecto fundacional de EEUU, crear una sociedad de la libertad para todos, sin aparato estatal ni propiedad privada concentrada, con valores, ética y calidad autoconstruida de la persona. Por supuesto, en aquél hay que eliminar sus rasgos negativos, el esclavismo por ejemplo, lo que también debe llevar aparejado que el futuro proyecto esté libre de lo que es la continuidad y reafirmación del esclavismo, el trabajo asalariado, por tanto, del capitalismo.

Agosto 2017 FRM
 
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