Religión: ¿Qué se puede hacer para pecar lo menos posible?

TOROBLANCO

Forero Paco Demier
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Lo de retirarse en soledad a ermitas o cuevas, así como lo de las mortificaciones corporales, todo ello de moda durante algún tiempo (¿siglos?) en la historia de la Iglesia, se debe más bien a influencias de religiones no cristianas, siempre llegó a Occidente algo del Medio o Lejano Oriente. Pero no son actitudes genuinamente cristianas. El cuerpo humano es bueno puesto que Dios se encarnó. No tienen sentido las mortificaciones corporales, y además ya Cristo pagó por nuestros pecados y no hace falta que nadie más trate de co-pagar. Ya hay teólogos que hablan del 8.º sacramento (recuérdese que tradicionalmente la Iglesia ha hablado sólo de siete sacramentos), a saber, la comunidad, a Dios se lo encuentra en la comunidad, en la vida con los demás. No tiene sentido las mortificaciones corporales, y además está comprobado, según dicen los directores espirituales, que en nada ayudan a la perfección. Creo, según dicen (no sé si será verdad), que el Opus Dei sí cree en las mismas; si es así, pienso que en esto están muy equivocados.
Cuando uno es joven, lo lógico es que actúe en comunidad, que sea sociable, dando testimonio de su fe en Cristo en la sociedad, entre los hombres, en el mundo pero no del mundo. Cuando uno se hace viejo, es entonces que vale, una vida menos activa, más contemplativa, más de mucha oración en soledad, porque ya no hay aquella fuerza física.
Primero, como bien decía Aristóteles: "nunca se tiene la verdad total, pero nunca se está alejado completamente de ella", con esto quiero explicar que lo bueno que tiene el cristianismo es que ha ido acogiendo todas aquellas pequeñas verdades que nos acercan a Dios, independientemente de la religión que vengan o de donde vengan.

Segundo, con respecto a las vocaciones de contemplación, cada persona tiene su vocación en este mundo, un fin que Dios nos da para elegir y una misión que Dios nos da para cumplir. Aquellas personas que están "encerradas" en ermitas y conventos, solo hacen más que rezar por ti y por la Iglesia, y no hay misión más generosa para con el prójimo que la de rezar por él. No es apartarse de la vida, es apartarse de la vida terrena como sacrificio para rezar por la vida espiritual de tanta gente que se aparta de ella. Una misión a la que muy pocos pueden soportar. Otros, nos dedicamos a la vida cotidiana, imitando a Jesucristo en su día a día trabajando, disfrutando de los bienes terrenales queridos por Dios (con templanza) y evangelizando con la ayuda de aquellos que hacen vida contemplativa y que convierten a tantas almas. También, va para @Roswell

Tercero, con respecto la mortificación no voy a ser yo quien te lo explique sino serán los franciscanos: K. Esser: Hacia Dios por la penitencia
La mortificación corporal para el prójimo es fácil de entender y necesaria, por ejemplo: "hoy no como mi trozo de pizza para mi hermano se coma otro porque no ha comida en todo el día", te sacrificas para que otro disfrute. U otro ejemplo: "hoy me quedo yo la noche trabajando para que no lo tenga que hacer mi hermano".

Espero que te sirva.
 

Burbujo premium

NOTRABAJO 8000
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Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 1, 5 — 2, 2


Queridos hermanos:
Este es el mensaje que hemos oído de Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros.
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
Vale, bien, pero cómo saber con exactitud tus pecados, por preguntar algo.
 

BGA

Madmaxista
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Tienes problemas con la carne, como la mayoría, porque estás intentando escapar de tu cuerpo, de tus emociones.

Igual ni siquiera eres consciente, pero estaría bien observarlo.

No se puede intentar "con todas tus fuerzas" "morir al ego", al ego hay que observarlo (observar los pensamientos y sentir las emociones sin hacer nada para que desaparezcan) y desidentificarse de él para seguir a Dios.

Satán está presente en nuestras vidas constantemente, hasta que trascendemos la experiencia humana o "caminamos por encima de las aguas".

Cuando uno peca, suele sentir vergüenza o culpa y es ESE sentimiento el que tiene que trascender para que el pecado desaparezca, porque si no, esa vergüenza o culpa volverá a llevar al pecado en un círculo sin fin. Hay que ir al origen, a la emoción que nos incita a pecar para que desaparezca. (Y no lo hará a la primera, es un proceso)

Observarse a uno mismo es fundamental.
Hace ya unos cuantos años imaginaba al EGO como al niño sabiondo de la clase, siempre el primero en levantar la mano y pendiente de las miradas de los otros que no podían ni debían ser otra cosa que fascinación y envidia.

Esto me ocurría en los tiempos en que practicaba ZEN.

Ahora lo veo muy distinto y lo más parecido que sale de mi pensamiento al respecto, es el egoísmo, que entiendo como una tendencia natural mía, latente, o por el rastro que deja después de manifestarse y casi de inmediato, sentir profunda vergüenza.

Lo contrario del egoísmo es la generosidad. Es pasar de ser el centro del mapa existencial de cada uno, a ser un satélite consciente de la realidad ahí fuera; de la necesidad real de los que nos rodean. Sin embargo, esa misma generosidad que es la donación de uno mismo puede acabar siendo señoreada por la vanidad, ese placer íntimo que provoca recibir del espejo la mejor imágen de nosotros mismos. La compasión, la conmiseración, la misericordia... y en fin, todos esos sentimientos por los cuales participamos conscientemente de las pasiones y las miserias de los otros, ya no tienen esa impronta en la voluntad de estar en y con el otro, sino que se vuelve ciega porque la luz que lo ilumina está dentro de sí. Siendo así generoso, incluso si pareciera no haber mayor generosidad, quien recibe el principal premio o agasajo es el que tiende la mano sin ver al otro en su sufrimiento o necesidad.

Ese egoísmo generoso, no obstante, hace un gran bien a quien necesita de su prodigalidad pero al mismo tiempo enaltece para sí mismo o por admiración de otros, la esencia de nuestro espíritu, su inclinación más poderosa, el santo grial de nuestra real naturaleza, el sancta sanctorum de nuestro libre albedrío. La soberbia.

Y siendo esa nuestra naturaleza de hombres caídos, me pregunto cómo será posible mirarla a los ojos y desde qué lugar de nuestra conciencia será posible. ¿No estará presente acaso como en un juez que quiere juzgarse a sí mismo, como en alguien que desea despegar del suelo tirándose de los cabellos?

Como entonces pensaba del EGO ahora lo pienso de la soberbia y creo haber llegado más lejos. El EGO ya no es esa entidad adherida que hace conmigo lo que quiere y tengo que combatir en el silencio de la consciencia, sino que "soy yo" enajenado en la proyección conceptual de la parte más oscura y escurridiza de mí escondiéndose detrás. Es la vanidad en los momentos de gloria o el fantasma que se disipa en los momentos de desagrado. Es "yo" siendo yo mismo bajo las triviales promesas de la auto redención.

Desde esta visión tan lúcida por las puertas y ventanas que abre, y tan perturbadora por tanta oscuridad como alberga, la figura de Cristo Redentor adquiere una dimensión que desborda las primeras verdades que asumí de su sacrificio y su amor. ¿Cómo podrá penetrar la profunda belleza de su sacrificio en un corazón distraído tratando de perseguir ese fantasma que llaman EGO?

En otras ocasiones veo eso que llaman EGO como un refugio que incluso si pareciera lóbrego e incómodo, protege a la intimidad de las inclemencias y los temporales de la vida y del fuego del AMOR. Ese salir de sí llevándose a sí mismo en plena consciencia de su individualidad rompiendo el hechizo del miedo y abierto a la ceremonia de la comunión con el Padre, y en ella, de la comunión de los hombres.

Las ideas y su concreción en conceptos que luego se articulan en palabras y en mensajes, se degradan muchas veces al punto de que desde esos mensajes y palabras llegamos a otros conceptos y desde ellos a nuevas ideas que serán el origen de un nuevo ciclo, quizás, cada vez más perverso. Obviar nuestra naturaleza caída es como llegar a la encrucijada pensando que es indiferente el camino que elegiremos.

El pecado siempre estará en nosotros y entre nosotros, pero mientras llega el Tiempo, ese Amor que puede inundarlo todo, desde la brecha curiosa en la pared hasta las ventanas, puertas, el techo y todas las paredes tumbadas y rendidas, es la realidad en esta vida de la promesa eterna. Si son capaces de asumir sus errores y en vez de entristecerse ven la promesa detrás de quien se entrega a Su Corazón "siendo tal cual es", encontrarán que el Padre ya los acoge entre sus brazos sin esperar la vida futura y no obstante ansiarla porque el sentido de su existencia ya se perfila ante sus ojos.

Cristo dijo de Sí: "Soy el camino, la verdad y la vida". Dejémoslo así. Es suficiente. Si degustan estas palabras en sus sabores más sutiles más allá de su enunciado verdadero, la advertencia detrás de esta frase suya interrumpida, ya no es tan necesaria porque el corazón ya no será tan duro y comprenderá que quien afirma eso de sí y lo manifiesta hasta el extremo del sacrificio y el amor, es el único camino de la Verdad y la Vida Eterna.
 
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Karola

Himbersor
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Hace ya unos cuantos años imaginaba al EGO como al niño sabiondo de la clase, siempre el primero en levantar la mano y pendiente de las miradas de los otros que no podían ni debían ser otra cosa que fascinación y envidia.

Esto me ocurría en los tiempos en que practicaba ZEN.

Ahora lo veo muy distinto y lo más parecido que sale de mi pensamiento al respecto, es el egoísmo, que entiendo como una tendencia natural mía, latente, o por el rastro que deja después de manifestarse y casi de inmediato, sentir profunda vergüenza.

Lo contrario del egoísmo es la generosidad. Es pasar de ser el centro del mapa existencial de cada uno, a ser un satélite consciente de la realidad ahí fuera; de la necesidad real de los que nos rodean. Sin embargo, esa misma generosidad que es la donación de uno mismo puede acabar siendo señoreada por la vanidad, ese placer íntimo que provoca recibir del espejo la mejor imágen de nosotros mismos. La compasión, la conmiseración, la misericordia... y en fin, todos esos sentimientos por los cuales participamos conscientemente de las pasiones y las miserias de los otros, ya no tienen esa impronta en la voluntad de estar en y con el otro, sino que se vuelve ciega porque la luz que lo ilumina está dentro de sí. Siendo así generoso, incluso si pareciera no haber mayor generosidad, quien recibe el principal premio o agasajo es el que tiende la mano sin ver al otro en su sufrimiento o necesidad.

Ese egoísmo generoso, no obstante, hace un gran bien a quien necesita de su prodigalidad pero al mismo tiempo enaltece para sí mismo o por admiración de otros, la esencia de nuestro espíritu, su inclinación más poderosa, el santo grial de nuestra real naturaleza, el sancta sanctorum de nuestro libre albedrío. La soberbia.

Y siendo esa nuestra naturaleza de hombres caídos, me pregunto cómo será posible mirarla a los ojos y desde qué lugar de nuestra conciencia será posible. ¿No estará presente acaso como en un juez que quiere juzgarse a sí mismo, como en alguien que desea despegar del suelo tirándose de los cabellos?

Como entonces pensaba del EGO ahora lo pienso de la soberbia y creo haber llegado más lejos. El EGO ya no es esa entidad adherida que hace conmigo lo que quiere y tengo que combatir en el silencio de la consciencia, sino que "soy yo" enajenado en la proyección conceptual de la parte más oscura y escurridiza de mí escondiéndose detrás. Es la vanidad en los momentos de gloria o el fantasma que se disipa en los momentos de desagrado. Es "yo" siendo yo mismo bajo las triviales promesas de la auto redención.

Desde esta visión tan lúcida por las puertas y ventanas que abre, y tan perturbadora por tanta oscuridad como alberga, la figura de Cristo Redentor adquiere una dimensión que desborda las primeras verdades que asumí de su sacrificio y su amor. ¿Cómo podrá penetrar la profunda belleza de su sacrificio en un corazón distraído tratando de perseguir ese fantasma que llaman EGO?

En otras ocasiones veo eso que llaman EGO como un refugio que incluso si pareciera lóbrego e incómodo, protege a la intimidad de las inclemencias y los temporales de la vida y del fuego del AMOR. Ese salir de sí llevándose a sí mismo en plena consciencia de su individualidad rompiendo el hechizo del miedo y abierto a la ceremonia de la comunión con el Padre, y en ella, de la comunión de los hombres.

Las ideas y su concreción en conceptos que luego se articulan en palabras y en mensajes, se degradan muchas veces al punto de que desde esos mensajes y palabras llegamos a otros conceptos y desde ellos a nuevas ideas que serán el origen de un nuevo ciclo, quizás, cada vez más perverso. Obviar nuestra naturaleza caída es como llegar a la encrucijada pensando que es indiferente el camino que elegiremos.

El pecado siempre estará en nosotros y entre nosotros, pero mientras llega el Tiempo, ese Amor que puede inundarlo todo, desde la brecha curiosa en la pared hasta las ventanas, puertas, el techo y todas las paredes tumbadas y rendidas, es la realidad en esta vida de la promesa eterna. Si son capaces de asumir sus errores y en vez de entristecerse ven la promesa detrás de quien se entrega a Su Corazón "siendo tal cual es", encontrarán que el Padre ya los acoge entre sus brazos sin esperar la vida futura y no obstante ansiarla porque el sentido de su existencia ya se perfila ante sus ojos.

Cristo dijo de Sí: "Soy el camino, la verdad y la vida". Dejémoslo así. Es suficiente. Si degustan estas palabras en sus sabores más sutiles más allá de su enunciado verdadero, la advertencia detrás de esta frase suya interrumpida, ya no es tan necesaria porque el corazón ya no será tan duro y comprenderá que quien afirma eso de sí y lo manifiesta hasta el extremo del sacrificio y el amor, es el único camino de la Verdad y la Vida Eterna.
El “ego” es la perdona que crees que eres; el pensamiento que se apodera de todo lo que sucede, lo hace “personal” y lo referencia a una idea: “yo”.

“Yo” referencia a su vez a miles de historias y conceptos (la mayoría negativos) sobre sí mismo. Y además, a “yo” nunca le parecen bien las cosas tal y como son, siempre está deseando cambiarlas y para ello se nutre de pensamientos negativos sobre sí mismo, dando lugar a ese famoso “diálogo interior”.

Cuando se observan los pensamientos se puede llegar a ver que el observador y lo observado no son la misma cosa y que lo que observa no es “yo”, sino que “yo” es otro pensamiento más, una idea más.
 

BGA

Madmaxista
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El “ego” es la perdona que crees que eres; el pensamiento que se apodera de todo lo que sucede, lo hace “personal” y lo referencia a una idea: “yo”.

“Yo” referencia a su vez a miles de historias y conceptos (la mayoría negativos) sobre sí mismo. Y además, a “yo” nunca le parecen bien las cosas tal y como son, siempre está deseando cambiarlas y para ello se nutre de pensamientos negativos sobre sí mismo, dando lugar a ese famoso “diálogo interior”.

Cuando se observan los pensamientos se puede llegar a ver que el observador y lo observado no son la misma cosa y que lo que observa no es “yo”, sino que “yo” es otro pensamiento más, una idea más.
Expone un versión del EGO y del YO como meras ilusiones que están detrás del apego y el sufrimiento. No puedo estar más en desacuerdo con su visión budista pero le deseo que sea feliz en ese camino de su elección.
 

Hispanchista

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Mucha humildad y mucha tenacidad en la lucha.

A muchos nos pasa lo mismo. No tenemos tenemos el "lujo" de poder estar meses retirados del mundo en un monasterio limpiándonos del mundo como los hombres de posición hace siglos. Tenemos trabajo, estrés, familia, etc., y cuesta mucho a veces.

Antes que nada humildad. Más que la oración. Yo mismo he comprobado que cuando tengo una "buena racha" de seguir un horario de oración, no caer en ciertos pecados, etc. me asalta la tentación de creerme mejor que los demás y ahí es cuando te pegas el hostiazo como el avión que remonta del suelo unos metros y cae incendiándose con todo el combustible. Esas recaídas además son las peores, las que más te desesperan y más te abandonas al pecado una temporada.

Con humildad aunque caigas tienes la templanza de encajar el golpe, levantarte lo antes posible y seguir.

Humildad tampoco significa desidia. El otro extremo de "todos pecan, que puedo hacer yo" igualmente te deja a merced del pecado. Eso tampoco. Uno tiene que ser consciente de donde viene y de las gracias recibidas, pero aunque no SEA mejor que los demás, si que tiene que esforzarse en actúar como si fuera mejor que los demás. Hay que entrar por la puerta estrecha y no ser un mediocre que justifica todas sus tropelías.

Y hay que orar, cuando no ocupas la mente con Dios (santo rosario, lectura del Evangelio, etc.) ya te lo ocuparán los culos de las veinteañeras, la telebasura, el fútbol o cualquier cosa que te va a arrastrar al fango si no discierne.
 

yuriapc

Madmaxista
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28 May 2012
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En tu religion elimina los pecados, asi no cometeras ninguno.

Exito garantizado.

sonrisa: