Rossi
Eia Eia Alalà!
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Partamos de algunas consideraciones básicas.
- Yo, como tantos otros, estoy en contra de esta "banderilla", no de todas las banderillas per se. De hecho, nombrarla como tal se debe sólo a una enorme y calculada manipulación y el que hayan cambiado tan rápido la definición de banderilla (igual que la de "esa época en el 2020 de la que yo le hablo") sólo carga de razones este argumento.
- Para ponerme una banderilla, o ponerle la banderilla a un hijo, siempre voy a hacer un cálculo de riesgo / beneficio. Si no voy a ir a África, qué sentido tendría vacunarse de malaria, por ejemplo. De pequeño mis padres cumplieron el calendario conmigo y de mayor alguna me he puesto cuando así me lo ha recetado mi médico de cabecera, como eran las cosas en el Viejo Mundo. Si bien, como padre, ya detecté algunas inconsistencias en el llamado calendario vacunal. No entendía que las banderillas necesarias e imprescindibles fueran diferentes según la autonomía. Es decir, que hablamos de razones políticas y económicas, y no médicas, para colocar una u otra.
- A los antivacunas siempre se les ha criticado, se ha discrepado con ellos, a menudo de forma vehemente, pero la sociedad siempre ha respetado su opción . Quizá por minoritarios, o porque no había razón real, pero nunca han tenido el más mínimo problema legal por sus ideas al respecto.
Ahora que los desertores del pinchazo han alcanzado un número más amplio, a los antivacunas tradicionales les han salido unos nuevos compañeros de viaje que pese a sospechar de ellas no rechazamos de plano el concepto de las banderillas, sólo aspectos concretos, como la composición experimental, la coacción mediante restricciones o la aplicación extensiva de éstas a grupos como los niños, especialmente. Por ello me surge una pregunta.
Para los que os identificáis como antivacunas de siempre, ¿qué opináis de advenedizos como nosotros?
Lo mismo para los nuevos disidentes, que quizá antes no respetaban o comprendían a los antivax, ¿ha mejorado vuestra opinión de ellos? Este sería mi caso, y para mí lo acaecido en los dos últimos años les ha dado la razón en bastantes aspectos. Es probable que no vuelva a fiarme.
- Yo, como tantos otros, estoy en contra de esta "banderilla", no de todas las banderillas per se. De hecho, nombrarla como tal se debe sólo a una enorme y calculada manipulación y el que hayan cambiado tan rápido la definición de banderilla (igual que la de "esa época en el 2020 de la que yo le hablo") sólo carga de razones este argumento.
- Para ponerme una banderilla, o ponerle la banderilla a un hijo, siempre voy a hacer un cálculo de riesgo / beneficio. Si no voy a ir a África, qué sentido tendría vacunarse de malaria, por ejemplo. De pequeño mis padres cumplieron el calendario conmigo y de mayor alguna me he puesto cuando así me lo ha recetado mi médico de cabecera, como eran las cosas en el Viejo Mundo. Si bien, como padre, ya detecté algunas inconsistencias en el llamado calendario vacunal. No entendía que las banderillas necesarias e imprescindibles fueran diferentes según la autonomía. Es decir, que hablamos de razones políticas y económicas, y no médicas, para colocar una u otra.
- A los antivacunas siempre se les ha criticado, se ha discrepado con ellos, a menudo de forma vehemente, pero la sociedad siempre ha respetado su opción . Quizá por minoritarios, o porque no había razón real, pero nunca han tenido el más mínimo problema legal por sus ideas al respecto.
Ahora que los desertores del pinchazo han alcanzado un número más amplio, a los antivacunas tradicionales les han salido unos nuevos compañeros de viaje que pese a sospechar de ellas no rechazamos de plano el concepto de las banderillas, sólo aspectos concretos, como la composición experimental, la coacción mediante restricciones o la aplicación extensiva de éstas a grupos como los niños, especialmente. Por ello me surge una pregunta.
Para los que os identificáis como antivacunas de siempre, ¿qué opináis de advenedizos como nosotros?
Lo mismo para los nuevos disidentes, que quizá antes no respetaban o comprendían a los antivax, ¿ha mejorado vuestra opinión de ellos? Este sería mi caso, y para mí lo acaecido en los dos últimos años les ha dado la razón en bastantes aspectos. Es probable que no vuelva a fiarme.