¿Qué ha logrado Syriza en la reunión del Eurogrupo del viernes?

Couerderoy

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¿Qué ha logrado Syriza en la reunión del Eurogrupo del viernes?
Tom Strohschneider · · · · ·

22/02/15


¿Quién es el vencedor de la reunión del Eurogrupo del pasado viernes? ¿Y quién el perdedor? La cuestión está mal planteada, pues si y quién exactamente qué ha conseguido en Bruselas no es sólo un asunto del conflicto en torno del programa de préstamos para Grecia y las discutidas condiciones de recortes. Anda aquí harto más en juego: la política europea ante la crisis, el balance de poder en la UE y la credibilidad de un curso neoliberal de las cosas que, aun habiendo sido desenmascarado hasta extremos penosos, sigue determinando el escenario. Solo que no de forma incontestada. Ya no.

Ante el compromiso alcanzado el viernes, además, apenas cabe otra cosa que reflexiones provisionales. En efecto, ya en la noche del próximo martes tendrá que salvarse el siguiente gran obstáculo: las “instituciones” y los ministros europeos de finanzas tendrán que aprobar las propuestas procedentes de Atenas. “Si la lista no es aprobada, el acuerdo estará muerto”, ha declarado el ministro griego de finanzas Yanis Varoufakis. La decisión de que Grecia pueda ser “coautora de las reformas y de su propio destino” está, así pues, lejos de haber sido definitivamente tomada.

Sin embargo, puede decirse que en la noche del pasado viernes se puso la semilla del triunfo de Syriza. El nuevo gobierno de Atenas ha ganado un cierto margen, en otras, en materia de excedentes primarios y, parcialmente, de condiciones de recortes. Es verdad: eso no significa un golpe liberador; las viejas reglas siguen vigentes, la cosa apenas es un poco más fácil. Pero: el partido de la izquierda radical griega he demostrado, frente a la línea intransigente de Berlín, quién tenía realmente un interés en el común acuerdo, lo que en la lidia pública por atraerse apoyos no es poca cosa. Y además: Syriza ya ha hecho en las cuatro semanas que lleva en el gobierno mucho más por el cambio en la política de gestión de la crisis que lo que habían hasta ahora conseguido todas las izquierdas europeas (incluidos quienes, no siempre propiamente, por tales se tienen). Ese cambio de rumbo urgentemente necesario no es, desde luego, un proyecto de pocas semanas, y no es ciertamente un proyecto que pueda lograrse en el marco de unas dificilísimas negociaciones para la extensión del programa de préstamos de un país.

La cosa no ofrece duda: Syriza será criticada desde la izquierda. Perfectamente. Me parece, incluso, necesario. El Partido Comunista griego (KKE), inveteradamente abroquelado contra todo compromiso, ya se ha manifestado en contra el sábado por la mañana. Vendrán más. El curso que sobre todo ha representado Varoufakis no lleva derechamente, en efecto, a una “nueva constitución de Europa” instituida bajo signos totalmente diferentes, ni menos a un socialismo instantáneo fantaseado en los despachos, y probablemente Syriza se verá obligada incluso a renunciar a algunas de sus planeadas medidas de urgencia.

Y sin embargo: el ganar tiempo es más que un mero aplazamiento para un proyecto “meramente reformista”; es una rodeo de todo punto necesario. Ni han sido orillados los peligros de derechización que la profundización de la crisis entraña –tal sería, sin la menor duda, el resultado de una bancarrota pública y una salida de Grecia del euro—, ni puede decirse seriamente que haya ahora mismo mayorías sociales a escala europea a favor de otra UE, de una UE nueva. Sólo que Syriza no puede esperar. El precio a pagar por ello sería insostenible: una “crisis humanitaria” de la que la mayoría de los observadores fuera de Grecia apenas si pueden llegar a hacerse una idea realista.

Por ultimo, pero no a modo de conclusión: la tarde-noche de Bruselas se lleva consigo al obturador de que disponía el neoliberal Berlín. Por lo pronto, el Niet de Schäuble naufragó en el escenario europeo la semana pasada: todo un éxito frente al intento de imponerse con una política de chantaje a toda idea o compromiso alternativos. En segundo lugar, en el juego de poder de la UE, se ha robustecido el peso de la “Europa política” de la Comisión frente a la “Europa financiera” del Eurogrupo y del Ministerio de finanzas alemán. Tercero: el curso impulsado determinantemente por los ultras de Schäuble ha sido desenmascarado en la discusión sobre la extensión del programa de préstamo. Ni las propuestas de Atenas estaban tan “equivocadas”, según se complacía en afirmar aquí la opinión publicada alemana, ni las angosturas político-económicas de la austeridad pueden defenderse frente a una realidad que ha dejado patentemente claras la consecuencias de ese curso. Y cualquiera de verdad interesado en saber, puede ahora ver con sus propios ojos que el aserto “No hay alternativa” es una mentira política: recientemente, Berlín se ha manifestado a favor de aligerar las “condiciones extremadamente duras” de un crédito del FMI a Ucrania, a fin de “no desestabilizar la política interior” del país.

¿Qué ha logrado, así pues, Syriza? El gobierno de Atenas ha impulsado la repolitización de la gestión de la crisis en la UE, lo que también ha contribuido a mejorar las circunstancias políticas de las izquierdas en el resto de países. Syriza ha quebrado el muro de imperiosidad de un burocratismo neoliberal que, sobre desconocer todo lo que no sean Memoranda, Tratados o parámetros técnicos, se complace engolosinado con un dogmatismo de la austeridad al que, a la vista de su hoja de resultados, habría que calificar de ridículo, si no fuera porque el poder político de ese credo de yerros causa tanta desdicha social y económica.

En lo que hace a las condiciones de los acreedores, se pueden –tal es el mensaje del viernes por la noche— negociar políticamente a partir de ahora, aun cuando el lado alemán quería evitar eso a toda costa. En lo que hace a los resultados de las exigencias de privatización; a la cuestión de por qué tras años de “ahorro” la montaña de deudas no ha dejado de crecer; al papel de valores europeos como el de la dignidad humana, la seguridad social y las buenas condiciones de trabajo frente al principio de la austeridad; en lo que a todo eso hace, ya ahora comienza a hablarse de muy distinta forma a como solía antes de las elecciones griegas. Y todo eso es, precisamente desde la perspectiva de las debilidades propias de la izquierda en la crisis, muy otra cosa que nada.

Tom Strohschneider es un analista político alemán que escribe regularmente en el semanario de izquierda Freitag y en el diario, cercano al partido Die Linke (el partido hermano en Alemania de Syriza), Neues Deutschland.

¿Qué ha logrado Syriza en la reunión del Eurogrupo del viernes?. Tom Strohschneider · · · · ·
 
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Dejando a un lado la retorica y centrandonos en los hechos resumidos para los que no nos gustan los derrames cerebrales de cualquier mindundi en forma de tocho infumable:

Syriza se baja las ropa interior (si es que se puede decir esto de un topo a sueldo)
+ troika
+ impuestos
+ deuda
+ euro

Y en Agosto, otra vez.

Los pusilanimes tardaran media legislatura en darse cuenta del tongo. Vamos, lo de siempre.
 

Proteus

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Lo que no se dice sobre las negociaciones con Syriza
1. Rechazo de la reducción de las pensiones y de todas las medidas que eran continuistas de las políticas de austeridad.
2. Revertir la mayoría de medidas antisindicales, incremento del salario mínimo (retrasándose hasta septiembre su aplicación).
3. Se recuperó el concepto de soberanía, de manera que las políticas domésticas se asignaban al gobierno griego siempre y cuando fueran aprobadas por el marco definido por los límites de fiscalidad marcados por la Troika,
4. al gobierno griego no se le imponía el objetivo de alcanzar un 4,5% de superávit primario (lo cual le hubiera prohibido poder terminar con las políticas de austeridad), sin especificar un objetivo, permitiéndole que alcanzara el deseado por Syriza, el 1,5%.
5. Un mejoramiento del pago de la deuda, en los plazos y en los intereses, a desarrollar en posteriores negociaciones. Es cierto que no se consiguió la quita de parte de la deuda, pero no excluye la posibilidad de que se establezca una renegociación a nivel de Europa del problema de la deuda pública,que ha alcanzado unas dimensiones excesivas, consecuencia de los rescates bancarios que beneficiaron a unos pocos a costa de la mayoría de las clases populares.

En resumidas cuentas, Syriza ha iniciado un proceso de redefinición de Europa, con una enorme movilización popular en su país, en apoyo de esta redefinición. Y el gran pánico de la estructura de poder europea es de que el próximo paso en esta lucha se de en España. De ahí que las victorias de Syriza son también victorias de los pueblos de Europa. Estas victorias fueron las concesiones que detallo anteriormente.

Naturalmente que eran concesiones dentro de un marco que viene definido por su permanencia en el euro, gobernado por las derechas neoliberales y socioliberales. Pero Syriza escogió presentarse como defensor de Grecia y de Europa, intentando iniciar un proceso de transformación de esta Europa. Se podría criticar a Syriza por no haber tenido preparado un plan B, que hubiera sido la salida del euro. Pero esta crítica ignora que la mayoría del pueblo griego quiere permanecer en el euro. Puede que cambie y la lección didáctica a la cual me refería al principio del artículo sea un paso en la dirección de cambiar el deseo de permanencia. Pero el gran dato de las negociaciones es que, a pesar del enorme desequilibrio de fuerzas, la movilización de un pueblo en apoyo de las demandas justas de su gobierno puede conseguir victorias en un proceso en el cual solo hemos visto el inicio de una larga lucha, pues es ahora cuando la parte difícil comienza. Ceder y caer en un desánimo es lo que la reacción desea. Lo que ha ocurrido en Grecia muestra que cuando la población se mueve, se pueden ganar batallas. Y también muestra la falsedad de los argumentos utilizados por los gobiernos Zapatero y Rajoy (y Mas en Catalunya) de que no hay alternativas. Incluso en un caso extremo, como el de Grecia, con un gran desequilibrio de fuerzas, se pueden desarrollar otras propuestas.