La verdad es que la fórmula estaba agotada hacía tiempo, al menos con el enfoque de autoayuda que le daba Micens. Los consejos financieros apenas pesaban en un programa dado al efectismo de las actividades en grupo con complejas alegorías para explicar a cuatro retards que no se puede estirar más el brazo que la manga.
Al final era un Supernanny donde se enseñaba a adultos no los rudimientos de una economía doméstica, sino directamente la incoveniencia de soltar fuera de la taza del wc o que los yogures Hacendado son más baratos que los de Danone.
Las cuentas eran poco claras o directamente increíbles, al final de cada programa les salía milagrosamente un trabajo... en fin, todo muy guionizado y escamoteándonos la carnaza financiera.
Aun así, le echamos de menos. Micens, es hora de dejar los clubes de ambiente y volver al tajo.