Las grandes repoblaciones hechas en el s.XX con pinos y otras especies fueron una buena idea parcialmente mal ejecutada.
En algún lugar en concreto se hicieron bien, en otros mal por la falta de planificación al detalle.
Se priorizó la cantidad en lugar de la calidad, se plantaron pinos más resistentes y de crecimiento rápido en todos lados, en lugar de zonificar por especies.
Una buena planificación hubiese sido replantar con pinos en zonas de suelo muy pobre, acotadas por zonas con otras especies que no propaguen el fuego con tanta virulencia. Por precaución, a menos de un kilómetro de carreteras y caminos no plantar pinos.
Combinado con estudios de ecología (no confundir con ecologismo) para hacer una distribucion correcta en cuanto a clima y especies de la zona. Por ejemplo, en las zonas altas de las montañas (todas, lo mismo en sierras pequeñas de 700 metros que para las grandes serraladas de 2.000 metros) dejar solo pastos mezclados con especies de crecimiento lento (sabinas, enebros, otras especies de quercus) sin masificarlas, para que les de tiempo a formar un bosque o devesa sin acabar ahogadas por pinos.
Ventajas:
Aunque no se hubiese repoblado ni la mitad de ha con el mismo dinero, habría más diversidad ecológica.
Sería más sencillo proteger al monte de grandes incendios porque no sería tan fácil que saltasen de monte en monte vía zonas altas de difícil acceso.
En algunas zonas la repoblación masiva con pinos fue una salvajada, una vez replantadas las zonas altas estos se propagaron hacia zonas adyacentes en cotas más bajas, pastos y tierras de cultivo abandonadas, etc. invadiendo y ahogando el resto de especies más lentas y exigentes en suelo.
En fin, falta de planificación y creatividad. No solo se debe utilizar especies del género quercus, hay otras especies buenas, prunus, celtis, acebuches, incluso arbustivas, excelentes en todos los sentidos.