Albertini
Madmaxista
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Después de años inflándose a marchas forzadas, el gran globo del ladrillo comienza a perder aire. La ralentización que experimenta en estos momentos el sector de la construcción en la provincia está devolviendo la cordura a las desorbitadas tarifas inmobiliarias. Ante la dilatación de los ritmos de venta, muchos de los propietarios que mantienen colgado el cartel de 'se vende' se están viendo obligados a adaptar sus pretensiones iniciales a las nuevas reglas de juego del mercado. Tras siete años de continuas escaladas, la tormenta de precios empieza a amainar.
Todos los expertos consultados por este periódico coinciden en que la desaceleración del mercado es ya una realidad. Así lo corrobora el director nacional de MC Agencia Inmobiliario, Juan Felip Muñoz, quien confirma que muchos propietarios se están viendo obligados a rebajar el importe inicial pedido por sus viviendas incluso por debajo del valor de tasación como unida salida para encontrar comprador.
Los profesionales afirman que una de las principales causas que explican esta nueva situación es que buena parte de la demanda está ya satisfecha mientras otra se está quedando fuera debido a los elevados precios alcanzados. La previsión del incremento de los tipos de interés -que ya acumulan notables escaladas- y «la imposibilidad de mantener la evolución a los ritmos de los años anteriores» son otros de los factores que han propiciado este cambio de tendencia. El tiempo medio de comercialización de un piso se sitúa ya en 32 meses.
Nuevo ciclo
El presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria, Cayetano Rengel subraya que el ladrillo ha entrada en un nuevo ciclo «en el tiende a imponerse la normalidad». «Tras la explosión de ventas a la que hemos asistido es lógico que los precios se estabilicen», comenta.
Aunque este experto prefiere no mencionar la palabra crisis, reconoce que quienes adquirieron la vivienda para especular ya están teniendo serias dificultades para romper la hucha del ladrillo. En alusión a los propietarios, advierte que éstos ya no pueden dejarse guiar por los precios a los que vendieron sus vecinos, «ya que pueden llevarse enormes decepciones», expone. «Lo que no tenía forma de sostenerse era la época que hemos pasado, en la que se vendían estudios a 40 millones», concluye.
Preguntadas por el escenario que rige actualmente la venta de viviendas, las inmobiliarias malagueñas hablan de frenazo y de una mayor negociación. Las empresas consultadas admiten que después de años soportando ritmos frenéticos, el mercado está «relajándose».
Una tranquilidad que, según insisten, ha salpicado a los precios. «Ahora, el propietario al que le urge vender no tiene más remedio que pedir menos dinero por la casa. Hay quienes de primeras te solicita 300.000 euros por un piso de tres dormitorios y cuando pasan los meses y no logran comprador lo bajan a 234.000», ilustran fuentes de Unicasa. En la misma linea, Juan Carlos Cuevas, gerente de una franquicia de Tecnocasa, indica que en su inmobiliaria están asistiendo a «bajadas brutales» de tarifas. «Desde principios de año el que quiere colocar su piso no tiene más opción que bajarle el coste. En menos de tres meses es normal que los propietarios los rebajen entre 18.000 y 30.000 euros», calcula al tiempo que insiste en que los periodos de comercialización se han duplicado, «vender hoy un piso cuesta la vida», apunta.
Anuncios en parabrisas
La impermeabilidad del mercado está propiciando que los anuncios clasificados de venta de pisos den el salto de las páginas de los periódicos y las tradicionales farolas a escenarios más imaginativos como los parabrisas de los coches, los buzones o los semáforos. Empujados por la dificultad de conseguir comprador, muchos propietarios se están viendo obligados estos días a agudizar el ingenio y a buscar nuevos canales para captar a posibles interesados.
Ante esta situación, Nicolás Delgado, gerente de la inmobiliaria Roda, invita a sus colegas de profesión a mover ficha para armonizar los precios. Asegura que estos años atrás ha habido «mucha fantasía» en los costes, «en parte porque muchos profesionales no han sabido vender con lógica», dice.
La dificultad de venta está propiciando un cambio de actitud entre los propietarios, según señala María Monasterio, analista de Aguirre Newman. «El mercado está más contenido y los dueños están más abiertos a escuchar ofertas», precisa.
«Por más que la he rebajado sigo sin lograr comprador»
Llevan meses paseando sus viviendas por Internet y clasificados. Sin éxito. Desesperados, aseguran que vender un inmueble hoy día es un «calvario». Tres dueños cuentan sus peripecias
ASEGURA que sus vecinos ya se lo habían advertido. Sin embargo, a pesar de los comentarios, Macarena Romero reconoce que se resistía a creer que el mercado de la vivienda estaba de capa caída. El pasado mes de junio, confiada en que los encantos de su piso de tres dormitorios le traerían más suerte, esta propietaria de la zona de Cruz de Humilladero decidió colgar en su balcón el cartel de 'se vende'. Su deseo era deshacerse del inmueble antes de finales de año para empezar una nueva vida en el extrarradio de la capital, alejada del bullicio. Un sueño que a día de hoy esta enfermera, hipotecada al nuevo ritmo al que marcha el ladrillo, aún no ha conseguido cumplir.
Después de diez meses de «calvario», recorriendo agencias inmobiliarias y poniendo anuncios en periódicos y publicaciones especializadas, Macarena sigue sin encontrar comprador. Confiesa que está «desesperada». Tanto, que en este periodo se ha visto obligada a rebajar tres veces el precio de su vivienda. «Empecé pidiendo 228.000 euros, luego bajé a 210.000 y ahora estoy vendiéndolo a 204.000, pero ni por esas le sale novio al piso», bromea. «En estos meses han venido ocho familias a ver el inmueble pero ninguna me ha vuelto a llamar», añade esta joven de 38 años. Decepcionada, ahora Macarena sólo confía en que pase esta «mala racha» para así, por fin, poder mudarse.
Largos meses de espera
Quien también cruza los dedos cada vez que alguien visita su adosado es Alejandro. Este malagueño, propietario de un chalet en la zona de El Cantar, puso en venta su inmueble hace ahora siete meses y, al igual que Macarena, tampoco ha logrado 'colocarlo' en el mercado. Cuenta que ha paseado su vivienda por varias inmobiliarias, por Internet, por periódicos...sin éxito. Al principio intentó comercializarla a 408.600 euros. Al cabo de unos meses ante la falta de demanda optó por bajar su coste hasta los 378.600 euros.
Cansado de hacer cuentas, hoy, Alejando insiste en que no tiene más margen para reducir el precio. «Nos hemos comprado una parcela para hacer una vivienda aislada, ante la previsión de aumentar la familia, y hemos cuadrado los números al límite», sostiene. No obstante, este dueño es consciente de lo difícil que está en estos momentos la venta. «Hay carteles que llevan año y medio colgados, la cosa está muy parada», afirma.
Un año, sin suerte
A Susana Alcalá, la mudanza se le ha tornado en misión imposible. Ahora, esta propietaria de un pequeño piso en Miraflores, se lamenta de no haber decidió vender antes. «Mi vecina adjudicó su piso hace cuatro años a 205.000 euros en cuestión de varios meses. Yo sin embargo llevo ya un año intentándolo, por 192.000 y no lo consigo. Ya casi he perdido la esperanza», se lamenta. Y es que el boom inmobiliario comienza a amainar. Como muestra, las historias de Macarena, Alejandro y Susana.
http://www.diariosur.es/pg060410/prensa/noticias/Malaga/200604/10/SUR-MAL-000.html
Todos los expertos consultados por este periódico coinciden en que la desaceleración del mercado es ya una realidad. Así lo corrobora el director nacional de MC Agencia Inmobiliario, Juan Felip Muñoz, quien confirma que muchos propietarios se están viendo obligados a rebajar el importe inicial pedido por sus viviendas incluso por debajo del valor de tasación como unida salida para encontrar comprador.
Los profesionales afirman que una de las principales causas que explican esta nueva situación es que buena parte de la demanda está ya satisfecha mientras otra se está quedando fuera debido a los elevados precios alcanzados. La previsión del incremento de los tipos de interés -que ya acumulan notables escaladas- y «la imposibilidad de mantener la evolución a los ritmos de los años anteriores» son otros de los factores que han propiciado este cambio de tendencia. El tiempo medio de comercialización de un piso se sitúa ya en 32 meses.
Nuevo ciclo
El presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria, Cayetano Rengel subraya que el ladrillo ha entrada en un nuevo ciclo «en el tiende a imponerse la normalidad». «Tras la explosión de ventas a la que hemos asistido es lógico que los precios se estabilicen», comenta.
Aunque este experto prefiere no mencionar la palabra crisis, reconoce que quienes adquirieron la vivienda para especular ya están teniendo serias dificultades para romper la hucha del ladrillo. En alusión a los propietarios, advierte que éstos ya no pueden dejarse guiar por los precios a los que vendieron sus vecinos, «ya que pueden llevarse enormes decepciones», expone. «Lo que no tenía forma de sostenerse era la época que hemos pasado, en la que se vendían estudios a 40 millones», concluye.
Preguntadas por el escenario que rige actualmente la venta de viviendas, las inmobiliarias malagueñas hablan de frenazo y de una mayor negociación. Las empresas consultadas admiten que después de años soportando ritmos frenéticos, el mercado está «relajándose».
Una tranquilidad que, según insisten, ha salpicado a los precios. «Ahora, el propietario al que le urge vender no tiene más remedio que pedir menos dinero por la casa. Hay quienes de primeras te solicita 300.000 euros por un piso de tres dormitorios y cuando pasan los meses y no logran comprador lo bajan a 234.000», ilustran fuentes de Unicasa. En la misma linea, Juan Carlos Cuevas, gerente de una franquicia de Tecnocasa, indica que en su inmobiliaria están asistiendo a «bajadas brutales» de tarifas. «Desde principios de año el que quiere colocar su piso no tiene más opción que bajarle el coste. En menos de tres meses es normal que los propietarios los rebajen entre 18.000 y 30.000 euros», calcula al tiempo que insiste en que los periodos de comercialización se han duplicado, «vender hoy un piso cuesta la vida», apunta.
Anuncios en parabrisas
La impermeabilidad del mercado está propiciando que los anuncios clasificados de venta de pisos den el salto de las páginas de los periódicos y las tradicionales farolas a escenarios más imaginativos como los parabrisas de los coches, los buzones o los semáforos. Empujados por la dificultad de conseguir comprador, muchos propietarios se están viendo obligados estos días a agudizar el ingenio y a buscar nuevos canales para captar a posibles interesados.
Ante esta situación, Nicolás Delgado, gerente de la inmobiliaria Roda, invita a sus colegas de profesión a mover ficha para armonizar los precios. Asegura que estos años atrás ha habido «mucha fantasía» en los costes, «en parte porque muchos profesionales no han sabido vender con lógica», dice.
La dificultad de venta está propiciando un cambio de actitud entre los propietarios, según señala María Monasterio, analista de Aguirre Newman. «El mercado está más contenido y los dueños están más abiertos a escuchar ofertas», precisa.
«Por más que la he rebajado sigo sin lograr comprador»
Llevan meses paseando sus viviendas por Internet y clasificados. Sin éxito. Desesperados, aseguran que vender un inmueble hoy día es un «calvario». Tres dueños cuentan sus peripecias
ASEGURA que sus vecinos ya se lo habían advertido. Sin embargo, a pesar de los comentarios, Macarena Romero reconoce que se resistía a creer que el mercado de la vivienda estaba de capa caída. El pasado mes de junio, confiada en que los encantos de su piso de tres dormitorios le traerían más suerte, esta propietaria de la zona de Cruz de Humilladero decidió colgar en su balcón el cartel de 'se vende'. Su deseo era deshacerse del inmueble antes de finales de año para empezar una nueva vida en el extrarradio de la capital, alejada del bullicio. Un sueño que a día de hoy esta enfermera, hipotecada al nuevo ritmo al que marcha el ladrillo, aún no ha conseguido cumplir.
Después de diez meses de «calvario», recorriendo agencias inmobiliarias y poniendo anuncios en periódicos y publicaciones especializadas, Macarena sigue sin encontrar comprador. Confiesa que está «desesperada». Tanto, que en este periodo se ha visto obligada a rebajar tres veces el precio de su vivienda. «Empecé pidiendo 228.000 euros, luego bajé a 210.000 y ahora estoy vendiéndolo a 204.000, pero ni por esas le sale novio al piso», bromea. «En estos meses han venido ocho familias a ver el inmueble pero ninguna me ha vuelto a llamar», añade esta joven de 38 años. Decepcionada, ahora Macarena sólo confía en que pase esta «mala racha» para así, por fin, poder mudarse.
Largos meses de espera
Quien también cruza los dedos cada vez que alguien visita su adosado es Alejandro. Este malagueño, propietario de un chalet en la zona de El Cantar, puso en venta su inmueble hace ahora siete meses y, al igual que Macarena, tampoco ha logrado 'colocarlo' en el mercado. Cuenta que ha paseado su vivienda por varias inmobiliarias, por Internet, por periódicos...sin éxito. Al principio intentó comercializarla a 408.600 euros. Al cabo de unos meses ante la falta de demanda optó por bajar su coste hasta los 378.600 euros.
Cansado de hacer cuentas, hoy, Alejando insiste en que no tiene más margen para reducir el precio. «Nos hemos comprado una parcela para hacer una vivienda aislada, ante la previsión de aumentar la familia, y hemos cuadrado los números al límite», sostiene. No obstante, este dueño es consciente de lo difícil que está en estos momentos la venta. «Hay carteles que llevan año y medio colgados, la cosa está muy parada», afirma.
Un año, sin suerte
A Susana Alcalá, la mudanza se le ha tornado en misión imposible. Ahora, esta propietaria de un pequeño piso en Miraflores, se lamenta de no haber decidió vender antes. «Mi vecina adjudicó su piso hace cuatro años a 205.000 euros en cuestión de varios meses. Yo sin embargo llevo ya un año intentándolo, por 192.000 y no lo consigo. Ya casi he perdido la esperanza», se lamenta. Y es que el boom inmobiliario comienza a amainar. Como muestra, las historias de Macarena, Alejandro y Susana.
http://www.diariosur.es/pg060410/prensa/noticias/Malaga/200604/10/SUR-MAL-000.html