Las preguntas chorras son las mejores, porque nos permiten volver a lo básico y concentrarnos en lo que parece más evidente y quizás no lo es.
Te animo a que continues en esa línea.
Si el precio de la vivienda se armoniza con el ipc, tu argumento es en principio razonable.
Primer problema: hay fundadas sospechas de que el ipc no es fiable. El caso más flagrante es la disparidad entre el ipc oficial y el incremento de precios tras la entrada en el euro.
Parte del problema es que el ipc está aún en gran medida diseñado para el tipo de economía familiar de los 60. Da una gran importancia a artículos considerados básicos, lo que está bien, pero una buena parte de la sociedad (no toda) tiene un nivel de vida en el que el peso de los artículos básicos (como el pollo y la comida en general) no tiene la importancia de antes.
Para decirlo en plata, a buena parte de la sociedad seguramente le da igual comer pollo en lugar de ternera, pero si no se pueden ir de vacaciones porque son más caras tienen la sensación de que su vida se ha empobrecido.
Si el ipc oficial no se corresponde con el real (o con el ipc de los productos que la gente más valora para su calidad de vida), entonces la armonización significa que estás perdiendo dinero.
El otro aspecto que has señalado, el de la depreciación, también es razonable. El problema es que una vivienda no es un coche.
En primer lugar, se deprecia mucho menos porque su utilidad se pierde con menos frecuencia. Un coche o, en general, cualquier producto tecnológico, pierde valor con el tiempo porque aparecen productos más avanzados. Casi todos los productos pierden valor porque se deterioran con el tiempo.
La vivienda, al menos de momento, no es un bien tecnológicamente cargado. Podría serlo, pero, básicamente, actualmente, no aparece un tipo de vivienda con prestaciones mucho más avanzadas que las anteriores cada dos años.
Una vivienda se deteriora con el tiempo pero, en general, se deteriora más lentamente sin perder prestaciones de forma sensible. Al ser además un bien muy caro, resulta más rentable reparar el deterioro que 'tirarla' y comprar una nueva.
Pero quizás el aspecto más importante es que la vivienda, normalmente, es un bien escaso. Normalmente existe un equilibrio entre la oferta y la demanda y una capacidad muy limitada para aumentar la oferta. Normalmente, eso mantiene el precio de la vivienda. En teoría, el precio de la vivienda de segunda mano va a caballo de la de nueva construcción. Como tiene un deterioro muy limitado y, hasta cierto punto, recuperable, esto significa que el incremento de valor por otros factores compensa la pérdida por deterioro. Las viviendas más antiguas suelen estar situadas en zonas mucho más interesantes por otros factores (comunicaciones, servicios, oportunidades de trabajo, etc). La valoración de estos aspectos a lo largo del tiempo compensa la pérdida de valor por el tiempo.
Por supuesto, todo esto es un modelo ideal basado en lo que ha venido siendo históricamente. Con la que está cayendo, quien sabe. Hay tanta oferta, que a saber cómo terminará esto.
Concretamente, soy muy escéptico acerca de la calidad de las nuevas construcciones.
Hace cuatro años vivía de alquiler en el centro de Barcelona, en un cuchitril construido hace un siglo. Seguramente en el edificio vivían más cucarachas que habitantes (humanos) tiene Barcelona. El edificio estaba fatal y había corrientes de aire por todas partes, debido a que el propietario hizo una chapuza en la galería para ganar dos metros cuadrados de espacio. Era habitable porque las autoridades son muy tolerantes (o muy negligentes) con estos temas.
Sin embargo, estoy seguro que, si no te tira abajo para construir un edificio nuevo, dentro de un siglo seguirá allí. Con una reforma a fondo, hasta se podría vender como pisos de lujo sin timar a nadie.
De los pisos que se construyen ahora, no sé cuántos sobrevivirán a la hipoteca de sus dueños. Para mí la experiencia determinante fue ver los andamios que se construyeron alrededor de los edificios de la Villa Olímpica cuando, a los ocho años del magno evento, el revestimiento de los edificios empezó a caerse a la calle. Una demostración de que la tecnología no tiene demasiada importancia en la vivienda; no es que hayamos mejorado, es que podemos incluso construir peor que antes y no pasa nada.