Fudivarri
EL ESTADO ES TU PEOR ENEMIGO.
- Desde
- 22 Ene 2009
- Mensajes
- 10.483
- Reputación
- 20.051
Los hechos más sorprendentes no llaman nuestra atención si suceden todos los días. Por eso se ha reflexionado tan poco sobre la casi milagrosa obediencia de los españoles, millones de hombres que se pliegan a las normas y a las órdenes de unos pocos.
Si se analiza, el Poder se nos presenta como una sociedad pequeña (los que mandan, las 4 partes de la élite) que domina a otra mayor (el pueblo español).
La causa es el crédito. No es real. Esos pocos no podrían dominar a todos por la fuerza.
El crédito se debe a ideas inexistentes: La Soberanía. En principio, divina: San Pablo: «Todo poder viene de Dios»; o bien, la tradición jurídica romana, que atribuye la soberanía al pueblo. Menuda falacia inconsistente con la realidad.
¿Y no puede ocurrir que un poder, legítimo por su origen, gobierne de una manera tan contraria al bien común que ponga en cuestión la obediencia? Los teólogos han tratado con frecuencia este problema con la idea de fin. Algunos han sostenido que incluso un Poder injusto debe ser obedecido; pero la mayoría y los más autorizados afirman, por el contrario, que el fin injusto de un gobierno destruye su justa causa.
El pueblo romano era un conjunto de hombres, ciertamente no un conjunto cualquiera, sino un cierto agregado unido por los vínculos del derecho para disfrutar de unas ventajas comunes. Jamás imaginaron que este conjunto diera origen a una "persona" distinta de las
personas asociadas. La falacia funciona: España es una persona distinta de una agrupación de hombres, al estilo de lo que sucede con las personas jurídicas como las sociedades mercantiles. España es el Estado Español. España, dice su Estado, está por encima de los individuos que contiene. Y muchísimos españoles se lo creen a pies juntillas. Ése es el espejismo, la fuente de crédito que permite la dominación.
¿Tiene un límite el Poder? ¿Puede ser absolutamente injusto y seguir dominando al pueblo? Los pensadores dicen que no, que existen límites de derecho natural. El que se discuta algo que jamás habría sido necesario con un monarca (no podía vulnerar el derecho divino que le otorgaba el poder) demuestra la monstruosidad del estado.
Seguiremos entre todos.
Si se analiza, el Poder se nos presenta como una sociedad pequeña (los que mandan, las 4 partes de la élite) que domina a otra mayor (el pueblo español).
La causa es el crédito. No es real. Esos pocos no podrían dominar a todos por la fuerza.
El crédito se debe a ideas inexistentes: La Soberanía. En principio, divina: San Pablo: «Todo poder viene de Dios»; o bien, la tradición jurídica romana, que atribuye la soberanía al pueblo. Menuda falacia inconsistente con la realidad.
¿Y no puede ocurrir que un poder, legítimo por su origen, gobierne de una manera tan contraria al bien común que ponga en cuestión la obediencia? Los teólogos han tratado con frecuencia este problema con la idea de fin. Algunos han sostenido que incluso un Poder injusto debe ser obedecido; pero la mayoría y los más autorizados afirman, por el contrario, que el fin injusto de un gobierno destruye su justa causa.
El pueblo romano era un conjunto de hombres, ciertamente no un conjunto cualquiera, sino un cierto agregado unido por los vínculos del derecho para disfrutar de unas ventajas comunes. Jamás imaginaron que este conjunto diera origen a una "persona" distinta de las
personas asociadas. La falacia funciona: España es una persona distinta de una agrupación de hombres, al estilo de lo que sucede con las personas jurídicas como las sociedades mercantiles. España es el Estado Español. España, dice su Estado, está por encima de los individuos que contiene. Y muchísimos españoles se lo creen a pies juntillas. Ése es el espejismo, la fuente de crédito que permite la dominación.
¿Tiene un límite el Poder? ¿Puede ser absolutamente injusto y seguir dominando al pueblo? Los pensadores dicen que no, que existen límites de derecho natural. El que se discuta algo que jamás habría sido necesario con un monarca (no podía vulnerar el derecho divino que le otorgaba el poder) demuestra la monstruosidad del estado.
Seguiremos entre todos.