Un cierto reconocimiento oficial a Jesucristo hay que tenerlo, pues España es (aunque ya va dejando de serlo por culpa de la infiltración de las sociedades secretas) un país civilizado gracias a él. Además, en la actualidad quien no cumple para nada la separación es el Estado, que se inmiscuye en cuestiones espirituales como apropiarse de los hijos de la gente (quitando custodias de manera improcedente), imponiendo a los niños de los demás la «educación» sensual que el NOM desea, destruyendo la institución de la familia con sus políticas de «género», adoctrinando a los niños vía instrucción pogre en los colegios, controlando los medios de comunicación censurando la libertad de expresión, endiosando a Pedro Sánchez, imponiendo a los ciudadanos sin consultarles que sean solidarios con los pagapensiones, okupas, violadores, etc. (cuando la Iglesia católica por lo contrario propone seamos caritativos, pero no impone ni obliga), etc.