De mis bandas favoritas de la escena francesa progresiva vanguardista. Este es su segundo disco (1976) y, junto a Salammbô, de un año después, constituye su momento culmen.
Recuerdo que cuando lo descubrí lo denominé progresivo impresionista; fundamentalmente por la amplia paleta de sonidos que la banda es capaz de plasmar en forma de paisajes sombríos, obscuros, melancólicos e incluso psicóticos, con una instrumentación poco habitual: guitarra acústica, violín y sintetizadores...
Las vocales son, o desvaríos en forma de lamentos llenos de impotencia o gritos, o directamente unas especies de arias de quitar el hipo. Y con una tonalidad orientaloide por momentos...
A mí, tanto este disco como, sobre todo, el que le sigue -y que vendrá luego en forma de audición- tienen un halo de tristeza que me seducen una barbaridad. Logran llenar ese espacio vital que en ocasiones nada parece hacerlo... Y siempre siento lo mismo: como dagas llenas de calidez y sosiego que atraviesan el plexo solar y provocan aceptación. La tristeza no la neutraliza, la exacerba... para terminar convirtiéndose al fin en calma necesaria.
Bueno, pongo ya el que le sigue -y mi favorito- para después de la cena: