Esperando en el aeropuerto de Boston, hace un mes, se me ocurrió ponerme esta bonita música mientras estaba en la sala de espera haciendo tiempo para embarcar:
Entrecerrando los ojos imaginaba a toda esa gente caminando bajo una luz roja y casi daba para ver el coronabicho pasando de unos a otros. Ajenos al mal, despreocupados, siendo atacados sin percibirlo. Comidos… desde dentro.
Curioso lo que la mente hace. Finalizando la música sentí un desasosiego y un escalofrío que me quitaron el hambre que tenía.