Tal y como decís, todo apunta a que algo rellenito va a explotar dentro de poco... Y esto a mi me preocupa por varias razones: en mi caso particular (e imagino que el de muchos por aquí que llevamos bastante de alquiler) me pilla sentado en mi personal montaña de cash (ya sea en fondos de renta variable, ya sea en oro, ya sea en renta fija) y me está quemando.
No hay que dejar que el miedo nos paralice. Los de arriba siempre tienen el riñón cubierto, y a los de abajo nos pueden jorobar igual. Pueden implementar igualmente una extracción de rentas al que ha ahorrado y no se ha entrampado (la inflación suele ser el mecanismo preferido), y crujir a impuestos al que tiene propiedades, sobre todo inmobiliarias. No son líquido que se pueda sacar del banco de un día para otro.
El común de los mortales necesita básicamente estar libre de deudas, tener oficio (ya que en este nivel es raro tener beneficio), y pensarse muy bien cualquier compra no esencial ni imprescindible. A partir de ahí todo es cuestión de sentido común y suerte. Pero esa base es fundamental. Si uno que tiene ahorros y está libre de deudas puede pasar por un mal trago, el que esté hipotecado y con cargas familiares puede darse por dolido. Estará a merced de que los de arriba decidan no dejarle caer del todo.
En cuanto al mercado inmobiliario fuera de MAD y BCN, desastre garantizado. Como bien dices, las poblaciones sostenidas por funcis y jubiletas están muertas. La huida de los jóvenes arrastra detrás a incontables empresas porque no tienen mercado.
El teletrabajo podría ser una opción potentísima... si hubiese ganas de implementarlo. Pero el empresaurio español sigue teniendo mentalmente el palillo en la boca y la boina enroscada. Un ejemplo de Málaga, fresquito. Ni 24 horas de antigüedad.
Empresas del PTA advierten al alcalde de que se marcharán si no se mejoran los accesos
El Ayuntamiento cree que los empresarios del PTA también deben poner de su parte para mejorar los accesos
El PTA, o Parque Tecnológico de Andalucía, popularmente conocido como el "todo a cien" por razones fáciles de imaginar, es uno de esos polígonos tecnológicos situados a tomar por trastero del centro. Las charcuteras exigen "inversiones" para mejorar los accesos, y por una vez los políticos hacen algo bien y dicen una verdad como un castillo. Si las "empresas" se empeñan en mantener los horarios más propios de una fábrica decimonónica que de una factoría de software, no se colapsarían los accesos a la hora de la entrada y la salida.
El teletrabajo tiene opciones muy interesantes para todo el mundo, salvo para el jefe inútil que no sabe evaluar el trabajo de sus subordinados y que entiende que tiene que vigilarles y verles calentando la silla. Aunque alguno pueda trabajar a medio gas, así le controla. No sea que le dé por exigir reducción de jornada o aprovechar esas horas muertas para proyectos propios. Nada de darle facilidades al insecto "p'a que se escape". El cliente suele ser un tarugo aún peor que no entiende que muchos trabajos de cuello blanco se pueden hacer con un portátil, un móvil, y un sitio donde haya conexión.
La crisis inminente será global, por supuesto. Pero aunque España tarde más en entrar en ella, también tardará más en salir. En otros países más serios no se les caen los anillos por hacer reformas cuando se ve que hacen falta. Aquí el ganado es más de "lo mío no se toca". Y si no llega a ser porque desde arriba se dio órdenes de apuntalar la banca, porque el agujero era tan rellenito que hasta la banca estaba en peligro, el ladrillo se habría ido totalmente al hoyo. ¿Recordáis Terra? Las acciones tocaron techo en torno a 150 euros, y cuando desapareció no llegaban a 5. Más de un 95% de pérdidas desde máximos. Eso tenía que haber sido el ladrillo.
No sé hasta qué punto veremos esta vez el desplome que debió haber ocurrido hace diez años. Pero como la banca haya tenido tiempo de desaguar y dejar de estar tan expuesta al ladrillo, algo de eso vamos a ver. La economía sólo tiene una savia o combustible inmediato: el dinero. Sin él, todo se para. Y todos los argumentos negando el pinchazo son sólo caricias mentales.