Pinchazo de la ANC en la Diada de la amnistía en la que Puigdemont se impone a ERC

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Pinchazo de la ANC en la Diada de la amnistía en la que Puigdemont se impone a ERC

Sólo unas decenas de miles de personas participan en la manifestación del Onze de Setembre, muy lejos de las exhibiciones de años anteriores.

Pablo Planas
(Barcelona)
11/9/2023 - 20:00


En el punto de mayor debilidad electoral de los partidos separatistas y de las entidades "cívicas" asociadas, la negociación sobre la investidura de Pedro Sánchez ha insuflado aliento al independentismo. A pesar de que las movilizaciones ya no tienen el grueso de los años duros del "Procés", en esta ocasión la manifestación del 11 de septiembre ha estado marcada por el optimismo de los participantes, que vuelven a creer que la independencia está a la vuelta de la esquina.


Sin embargo, sólo unas decenas de miles de personas (115.000 según la Guardia Urbana de Barcelona) se han sumado a las cuatro columnas diseñadas por la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y que han confluido en la plaza de España, rebautizada para la ocasión como "plaza 1 de octubre". Se ha cubierto el expediente, a pesar de que las tomas aéreas mostraban grandes huecos. La ANC, por contra, ha asegurado que ochocientas mil personas, cifra tan demente que no ha sido comprada ni por los medios más afectos a la causa.

Aragonès se va por los gritos a favor de Puigdemont

El contexto negociador y el hecho de que se dé por descontada la amnistía ha animado a los participantes en esta "Diada", que no ha tenido nada que ver con la agresividad expuesta contra los políticos independentistas en la pasada edición. Ha habido silbidos contra ERC, pero su plana mayor (salvo Oriol Junqueras, que ha excusado su presencia al dar positivo por el bichito) ha podido participar en la manifestación organizada por la ANC casi sin problemas. El presidente de la Generalidad, Pere Aragonès, ha decidido abandonar la marcha al cabo de una hora, cuando han arreciado los gritos a favor de Puigdemont.


Bronca entre partidos

Pero en esta ocasión, la bronca es entre los partidos, no tanto contra ERC. Los dirigentes de Junts per Catalunya (JxCat) y ERC se han cruzado reproches. Pugnan desesperadamente por capitalizar las cesiones de Pedro Sánchez, el PSOE y Sumar, de la lengua catalana en el Congreso de los Diputados a la inminente ley de amnistía. Y mientras los republicanos suben la puja añadiendo al precio de la investidura una negociación sobre la autodeterminación pactada con el Estado y reconocida internacionalmente, los de Puigdemont contratacan advirtiendo de que quieren la amnistía por adelantado y que no renuncian a la unilateralidad, tal como ha expresado su secretario general, el indultado Jordi Turull.

Primero amnistía, luego independencia

Puigdemont es el hombre de esta Diada. Las bases independentistas están con él y con su estrategia. Los recelos suscitados por el acuerdo para la Mesa del Congreso y la elección de Francina Armengol como presidenta de la cámara se han diluido al calor de la amnistía y de las expectativas de un acuerdo que precipite también un referéndum en Cataluña. Y nadie quiere quedar fuera del éxito negociador. Por primera vez en años y pese a algunas voces críticas, pero muy aisladas, el movimiento parece remar en la misma dirección. Primero, la amnistía y luego, la independencia.

Optimismo en las bases

El independentismo, pues, está crecido, en un estado de ánimo similar al que se expresaba en los años 15, 16 y 17 de la década pasada, aunque con mucha menos capacidad movilizadora en este punto. El discurso político acentúa que la independencia vuelve a ser factible a corto plazo. Y si Puigdemont sale reforzado, ERC, que logró los indultos y la reforma del Código Penal con la eliminación de la sedición y el abaratamiento de la malversación, queda muy disminuida. Se le reprocha la gestión autonomista del "mientras tanto" y que no haya dado pasos efectivos hacia la independencia. ERC trata de restar esa impresión generalizada en el separatismo poniendo en valor la mesa de diálogo que consiguió los indultos y eliminar la sedición, pero en el actual imaginario de los independentistas aún movilizados, Puigdemont es el "exiliado" que puede doblar definitivamente el brazo del Estado español.


Sólo la presidenta de la ANC, Dolors Feliu, se ha mostrado contraria a una negociación para la investidura que no contemple como único punto la independencia y el reconocimiento de los resultados del supuesto referéndum del 1-O de hace seis años. Pero su discurso es muy minoritario tras los años en los que el independentismo pensaba que la república llegaría por arte de magia.


"Independencia o bloqueo a cualquier pacto que no sea la independencia". "Independencia o nada", ha proclamado Feliu cuando parte del público abandonaba la plaza de España y los más acérrimos coreaban sus palabras. Entre ellas, que el gobierno catalán debe dimitir. "Govern dimissió!", corearon algunos manifestantes para satisfacción de Puigdemont y de su partido.

 
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