Uno puede ponerse a pensar en lo que pudo haber sido, en lo que nunca fue. En lo que no llegó a ser. Y se pregunta "¿Qué habría pasado si...?"
Pero nada de eso conduce a nada. Cada minuto que dedicas a fantasear sobre lo que no fue, vaya o no acompañado de remordimientos, es un minuto perdido. No digo que, como ejercicio puntual y esporádico, no pueda estar bien reflexionar sobre algunas cosas importantes.
Pero la vida está para vivirla. Darle vueltas al pasado, al presente, al futuro, a lo que pudo ser y no fue, es un ejercicio estéril. No sirve de nada, y no sólo eso, sino que llegado el caso puede ser hasta dañino. La vida hay que vivirla como buenamente se pueda, sin dejar que el miedo o la aprensión te paralicen, porque entonces estás muerto. Hay que lanzarse al ruedo, y cometer errores e ir tirando, y a veces acertar y seguir para adelante.
No olvidéis que la fin está siempre al final, y que el final puede llegar en cualquier momento.
Recordad el famoso aforismo latino, pero entero, sin mutilar: "Carpe diem, quam minimum credula postero" es decir, "Aprovecha el día, no confíes en el mañana".
No confíes en el mañana, y acuérdate de vivir.