¿Y por qué no un departamento de asuntos internos como tiene la policía?.
O muchos departamentos de asuntos internos para toda la administración y que se espíen, se vigilen y se controlen a sí mismos -que falta les hace- y dejan de tocarle las pelotillas y el bolsillo a la ciudadanía.
Y si los de hacienda tardan más de la cuenta en devolver lo recaudado de más, pues multa al canto, que hagan trabajo social para la comunidad si no pueden pagarla, o que entreguen diez o cien funcionarios según la gravedad del caso, con trienios y experiencia, nada de becarios, para que les midan los costillares con el gato de nueve colas de la marina británica del XVIII.
Vayan leyes do quieren reyes.
Aunque igual que nos hace falta renovar la ley electoral, también tendríamos que elaborar una nueva ley de la función pública, pero yo prefiero que nombren a un dictador plenipotenciario para ello, a ver si a base de trallazos muleros en los lomos mete en cintura a la administración como hacía el General Bajito con motoristas que entregaban ceses fulminantes por telegrama, o los tribunales de la inquisición en épocas más pretéritas.
Es que las redes clientelares que colocan los políticos en nuestra administración, bueno y los masones, y las potencias, empresas y élites extranjeras y todo el que pueda, han corrompido a nuestros funcionarios.
Que ya huelen, joer, que ya huelen.
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FREE ZOUHAM o abandonad toda esperanza