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Madmaxista
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Ideología "de género", a las antípodas de ningún rigor o ciencia convalidable.PSICOLOGIA DEL CLIENTE EN LA PROSTITUCION.
Por Juan Carlos Volnovich
El autor propone un abordaje de la prespitación desde el punto de vista de la psicología del cliente: esos “tipos como cualquier otro” que, más allá de las diversas razones que pueden aducir, expresarían “el reforzamiento de los valores más tradicionales del patriarcado”.
...Para comenzar, arriesgo un camino: el aumento del mercado de la prespitación, el tráfico internacional y la trata no están desvinculados de la globalización, por un lado y, por el otro, del movimiento mundial de mujeres y del feminismo contemporáneo, que interpelan al poder y ponen en cuestión, como nunca antes había sucedido, el dominio de los varones en la esfera pública. El tímido pero alentador debilitamiento del patriarcado, si no mantiene una relación causal, al menos coincide con el auge de la trata.
Quiero decir: el reforzamiento de los valores más tradicionales en ese “coto masculino”, verdadera religión que tiene a los clientes por feligreses y al burdel como parroquia –y que se caracteriza por su estilo violento y denigratorio de lo femenino– parece no ser ajeno a las contingencias por las que atraviesa el patriarcado.
PROSTITUYENTE
...Contradicción e insatisfacción de los clientes que, aun así, no alcanza para perturbar el auge indetenible de la demanda de prespitación. Porque de lo que aquí se trata no es otra cosa que la subordinación de los varones a un imperativo que tiene como fin último atenuar el temor al cuerpo de la mujer; la compulsión a controlar y expropiar a las mujeres de su deseo. De lo que aquí se trata es de que en ese encuentro pautado por horario, lugar y precio –vivido siempre como pretexto para el despliegue de una escena totalmente ritualizada, simulacro de un encuentro sensual, parodia de una relación pasional–, todo está puesto al servicio de la dominación, la denigración femenina y, dicho sea de paso, de la humillación masculina en aras del refuerzo de la virilidad convencional.
Así, la “prespitación” deviene el analizador primordial de la cultura actual. Analizador, en el sentido que este término tiene para el análisis institucional: analizadores son esos indicios que explicitan la existencia de conflictos, deseos y fantasmas en la vida social. La “prespitación” es el analizador primordial de la cultura actual, no sólo por la incomodidad ética que genera, sino también porque es en la explotación sensual comercial donde el patriarcado lleva al límite los valores impuestos por la sociedad de consumo y se hace evidente la condición de mercancía de los cuerpos. Cuerpos cuyo aprovechamiento y goce tiene un costo y un rendimiento que se juega en el intento fallido por reforzar la presencia del equivalente universal dinero y por restituir (si es que alguna vez lo han perdido) el poder de los varones.
Antes afirmé que los clientes, los más guardados de esta historia, eran los principales prostituyentes. Son, también, los que deciden la incorporación creciente de productos exóticos (asiáticas, latinas o negras destinadas a los blanquitos del Norte) y de la cada vez más reducida edad de la “mercadería” que consumen. Entonces, al poner el foco en las mafias, al penalizar a los proxenetas y a las cortesanas, se elude a los clientes y, de esta manera, la sociedad en su conjunto se encarga de aliviar la responsabilidad que cae sobre aquellos que inician, sostienen y refuerzan esta práctica.
Por eso, sostengo que cualquier intervención en este problema debería tener en cuenta las representaciones que en el imaginario social legitiman la prespitación.
La legislación del Estado o los tratados internacionales, necesarios como son, nunca serán suficientes para remover las prácticas convalidadas por las costumbres: ancestrales derechos de los hombres sobre el cuerpo de las mujeres, derechos de los poderosos sobre el cuerpo de los débiles.
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Este último párrafo me parece clave para analizar el tema de la prespitación.
el derecho de los hombres sobre el cuerpo de las mujeres es lo que sustenta el discurso de los defensores de regularizar la prespitación como una actividad laboral más.
Que los poderosos tienen derechos sobre el cuerpo de los débiles (y los explotan en labores duras y peligrosas) no se puede alegar como justificación para legitimar el derecho de los hombres sobre el cuerpo de las mujeres.
En cualquier caso la explotación de "los cuerpos de los de abajo" por los de arriba es el motivo por el cual existe la lucha de clases. En la prespitación las personas prostituidas son explotadas sexualmente por las personas prostituyentes.
Y como todo dogma "de género", comienza con el mismo preámbulo del "patriarcado", que utilizáis para consagrar el prejuicio.
Es el mismo modo de operar de cualquier religión al uso
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