Los 90 son el culmen de la ingeniería automovilística.
Fue la última generación de coches diseñados con la sencillez y reparabilidad en mente, a la vez que se integraban con MESURA las novedades electrónicas.
A partir de ahí un coche es un ordenador con ruedas, susceptible a fallos imposibles de detectar y reparar, pensado para McDonalizar los servicios posventa sustituyendo a los mecánicos por meros cambiapiezas.
No es casual que esta generación haya sido el límite que han puesto para prohibir los vehículos antiguos. Les urge destruir todo lo que no sea controlable por el Gran Hermano.