Si acaso yo escuchaba KraftwerK, Tangerine Dream o Jean Michel Jarre, y ya me parecía demasiado bizarro. Era algo como experimental, no era escuchar por gusto, era como experimentación de nuevas formas de sonidos y música. Soñar despiertos con futuros extraños hipertécnificados, que era algo que en los 80 se llevaba, como ver una peli o leer una novela de ciencia ficción, era el mismo espíritu a la hora de escuchar esta música.