"Este verano quería ir a Lesbos (Grecia) a ayudar a los refugiados, o a Siria. Le desaconsejamos ir a Siria porque lo considerábamos demasiado peligroso"
Esta señora era una suicida. Como las místicas que se iban al desierto a dejarse morir de hambre después de haber llevado una vida de pecado. En Europa occidental tenemos a un montón de personas que se sienten culpables por vivir mejor que gran parte del mundo. Su remordimiento es tal, que son capaces de cruzar medio planeta para ayudar a jovenlandeses, pero jamás se plantearían irse a atender a españoles pobres de solemnidad o a yonkis de la Cañada real porque eso no tiene el suficiente caché en su escala humanitaria.