MonteKarmelo
Madmaxista
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El documento que hoy da a conocer EL MUNDO, las grabaciones realizadas en el laboratorio de la Policía Científica donde se llevó a cabo la pericia ordenada por la Audiencia Nacional sobre los explosivos que se utilizaron en la masacre del 11-M, constituye una prueba fundamental que pone en cuestión la propia sentencia.
Entraré más adelante en esa cuestión. Antes, quiero que sepan que lograr que salgan a la luz esas grabaciones no ha sido cosa fácil. El juez Gómez Bermúdez, que diligentemente ordenó la pericia, cuestionando así la instrucción de su colega Juan del Olmo, no llegó a mostrarlas como prueba durante la vista oral.
Tras la sentencia, una de las defensas las solicitó para preparar su recurso ante el Supremo, pero Bermúdez dio largas para terminar denegando su entrega.
Posteriormente, el 29 de octubre de 2008, la Asociación de Ayuda a Víctimas del 11-M solicitó esa prueba. En principio, Gómez Bermúdez se negó a entregársela, y luego, tras un recurso, aceptó a regañadientes aportarla a la Asociación.
Esa actitud pone de relieve la contradictoria actuación, durante el proceso, del presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia. Fue él quien ordenó una nueva pericia para aclarar qué explosivo fue utilizado por los terroristas y quien dio instrucciones para que el trabajo de los peritos fuera grabado en vídeo y en audio.
Gómez Bermúdez presumía, durante la celebración del juicio, del seguimiento personal del visionado de las cintas en las que se podían ver y oír las discusiones de los peritos sobre la composición de los explosivos. Sin embargo, ha privado a las partes de esa prueba hasta ahora. ¿Por qué?
Probablemente porque en esas cintas se pone de manifiesto que la sentencia que redactó como ponente, en lo relativo a los explosivos, no se sostiene.
Las cintas hubieran dormido el sueño de los justos de no ser por el empeño de la Asociación de Ayuda a Víctimas del 11-M, la perseverancia del perito Antonio Iglesias y la honestidad del presidente de la Audiencia Nacional, Ángel Juanes.
A finales de mayo de 2009, Iglesias publicó un libro (Titadyn), en el que cuestiona la conclusión recogida en la sentencia, que avala con matices la tesis de la Fiscalía según la cual los terroristas utilizaron Goma 2 ECO.
En base a las pruebas aportadas por Iglesias, la Asociación de Ayuda a Víctimas del 11-M presentó una querella contra el responsable de los Tedax, Juan Jesús Sánchez Manzano, y contra la perito de los artificieros que hizo los análisis sobre los restos de los focos en la misma mañana del atentado. Una de las pruebas solicitadas por la acusación fue la aportación de esas cintas.
Esa petición y el interés mostrado por Juanes en que se acelerara la entrega de las copias han producido el milagro.
Ahora, cuando se cumplen justo tres años desde el inicio de la pericia, las cintas han podido ser, por fin, visionadas.
No faltará quien repita la monserga de que EL MUNDO vuelve a resucitar el 11-M, cuando ya hay una sentencia y se trata de un asunto cerrado. A los que no quieran saber lo que pasó les aconsejo que no vean estas cintas, que no lean su transcripción, no vaya a ser que las dudas les hagan perder el sueño.
Prefiero pensar en los miles, millones de ciudadanos, que no se creen la versión oficial sobre el 11-M. Y, sobre todo, en las víctimas, que siempre han demandado la verdad y nos han animado a no abandonar.
¿Por qué es tan importante la determinación del explosivo que utilizaron los terroristas del 11-M? Lo que hace especialmente relevante esa cuestión en el mayor atentado cometido en la Historia de España es que, en ese caso, el tipo de explosivo determinaba la autoría del mismo.
Por esa razón, desde el primer momento, la versión oficial insistió de forma machacona en que tenía que ser Goma 2 ECO y no otra cosa, porque ese explosivo llevaba a Mina Conchita y, por tanto, al contubernio de drogotas e islamistas que diseñaron y llevaron a cabo un atentado que cambió el curso político de la Historia de este país.
Si no era Goma 2 ECO, las posibilidades se abrían hacia otros autores, hipótesis que hacía tambalearse a la versión oficial, tan políticamente correcta como simple: unos islamistas radicales, conectados con Al Qaeda, matan a 191 personas en Madrid en venganza por la participación de España en la Guerra de Irak. Esa versión no sólo resolvía el enigma, sino que inculpaba de paso a Aznar en la masacre por su apoyo a Bush. Se mataban dos pájaros de un tiro.
Si no hubiera sido por la torpeza de Sánchez Manzano, nadie hubiera puesto en cuestión que lo que estalló en los trenes fue Goma 2 ECO, a pesar de que el propio jefe de los Tedax contribuyó al despiste del Gobierno de Aznar al decirle a su jefe en la mañana del 11-M que lo que había estallado en los trenes había sido «Titadyn con cordón detonante» (o sea, el explosivo que utiliza ETA).
Pero, de nuevo, fue Manzano el que levantó la liebre al afirmar por dos veces en su comparecencia en el Congreso ante la comisión del 11-M que en los análisis de los focos se había detectado «nitroglicerina», que no es componente de la Goma 2 ECO.
Fue EL MUNDO quien puso de relieve esa contradicción, lo que, a la postre, animó a Gómez Bermúdez a ordenar una nueva pericia para determinar qué explosivo se había utilizado realmente.
En las cintas que hoy se dan a conocer se puede comprobar la sorpresa del director de la pericia, Alfonso Vega, nombrado para tal función directamente por el jefe de la Policía Científica, Miguel Ángel Santano, al descubrir la aparición de un componente que nada tiene que ver con la Goma 2 ECO, el dinitrotolueno. Eso, dice de forma entrecortada, nos llevaría «a otro explosivo».
Pero, además, tanto Vega como el perito de la Guardia Civil Carlos Atoche ponen de manifiesto que el dibutilftalato no puede ser considerado como un componente, sino como un elemento contaminante de las sustancias analizadas.
Esa afirmación contradice lo declarado por el propio Atoche en la vista oral, en el sentido de que ese elemento es un componente de la Goma 2 ECO. Pero esa contradicción no es lo más grave. Su afirmación, compartida por el director de la pericia, lo que pone en cuestión es la sentencia misma, en la que Gómez Bermúdez establece que el dibutilftalato «forma parte de la Goma 2 ECO y no del Titadyn».
e-pesimo Auxiliar 1: 11-M: '¡Puff... dinitrotolueno!'
11-M LA INVESTIGACIÓN / Los vídeos del laboratorio
'¡Puff... dinitrotolueno!'
Las grabaciones muestran el desconcierto y la preocupación de los peritos de la Policía y la Guardia Civil cuando apareció de forma notoria y reiterada un componente que no está en la Goma 2 ECO y sí en el Titadyn / El jefe de la pericia, Alfonso Vega, exclamó: «Esto hay que confirmarlo... Entonces, en este caso... puede que haya otra carga explosiva. Y ya empiezo yo a dudar de los Tedax y a cagarme en la madre que los parió» / Mientras la sentencia dice que «los ftalatos son componentes de la Goma 2 ECO y no del Titadyn», los peritos coinciden en que «no los puedes atribuir a un explosivo» porque «son ubicuos, están en todas partes»
JOAQUÍN MANSO / MANUEL MARRACO
Madrid
«¡Puff... dinitrotolueno!». El vídeo del análisis de los explosivos ordenado por el tribunal del 11-M exhibe la enorme zozobra que vivieron los peritos de la Policía y de la Guardia Civil tras el hallazgo del dinitrotolueno, un hidrocarburo que no forma parte de la composición de la dinamita Goma 2 ECO -la que tenían los islamistas- pero sí de la del Titadyn.
Fue el 6 de febrero de 2007. La cámara del laboratorio de la Policía Científica marcaba las 17.37 horas. Entonces, apareció. «¡Puff...!», resopló, estupefacto, el perito policial Andrés de la Rosa, mientras se dejaba caer sobre el respaldo de la silla. El técnico independiente Carlos Romero, junto a él, se alarmó: «¿El qué? ¿Qué ha pasado?». «Dinitrotolueno...», respondió, como derrotado, el primero. En medio de un gran revuelo y de la consternación de los técnicos oficiales, el policía jefe de la pericia, Alfonso Vega, reconoció la trascendencia de esa revelación: «En este caso, puede haber otra carga explosiva». Es decir: si hay DNT, hay otro explosivo.
iHasta las 17.37 no había pasado nada. A esa hora, se ve en la imagen al perito de la Policía Andrés de la Rosa y al independiente Carlos Romero Batallán, designado por la defensa de Jamal Zougam, mientras esperan frente a la pantalla del ordenador. Observan los resultados de la cromatografía de gases a la que acaban de someter una bobina eléctrica y varias piezas metálicas impregnadas de explosivo recogidas por los Tedax en el tren de El Pozo tras la matanza del 11-M. Es la muestra etiquetada como M-6-12-D.
Las primeras conclusiones que ofrece la prueba disgustan al químico oficial, aunque parece tomárselas como una coyuntura rutinaria. «Aquí hay mucha porquería que hay que estudiar», dice, sin darle demasiada importancia. Pero, de pronto, todo cambia. El cromatograma revela un pico inesperado y De la Rosa encaja el golpe de manera instantánea: «¡Puff...!», resopla, y al mismo tiempo hace un movimiento de cabeza hacia atrás, se recuesta a peso sobre el respaldo de la silla y levanta de forma inconsciente la mano izquierda para luego dejarla caer, como quien se sabe metido en un buen lío.
«¿El qué? ¿Qué ha pasado?», le pregunta, con tono de alarma, el perito de la defensa. El técnico de la Policía le responde, en tono de decepción: «Dinitrotolueno...».
- ¿Qué?
- Dinitrotolueno.
- ¿Di-ni-tro-to-lue-no?
- Éstos son los dos isómeros del DNT...
- ¿Del?
- Del DNT...
Uno y otro actúan como si no diesen crédito a lo que están viendo. De repente, la tesis de la Fiscalía y de la Comisaría General de Información había quedado en entredicho. ¿Es posible que en los trenes estallara algo distinto a la dinamita que sacó Emilio Suárez Trashorras de Mina Conchita para los islamistas? A sólo una semana del juicio, se abría la puerta a la participación de otros actores en el atentado.
De la Rosa se levanta y corre a dar la noticia. Inmediatamente se produce un gran revuelo frente al ordenador conectado al cromatógrafo de gases. Quienes más zozobra expresan son los peritos de la Guardia Civil, los tenientes Carlos Atoche y José Luis Ferrando, que miran una y otra vez los resultados del cromatograma para comprobar que el dato es cierto. Dos minutos después, aparece el técnico de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, Antonio Iglesias -autor del libro Titadyn-, acompañado del jefe de la pericia, Alfonso Vega. Éste parece desconcertado: «¿Sale DNT? ¿Sí?». «Sí», contesta Romero Batallán.
- Esto ya... Esto hay que trabajarlo mucho... , titubea Vega, sorprendido y desbordado por una situación indeseable para él.
- ¡Esto hay que sudarlo, macho!, le inquiere Romero, con sorna.
- ¿A ver? Déjame que mire..., dice el jefe de los análisis mientras se acerca a la pantalla del ordenador.
- Sí que sale, sí, insiste el perito de la defensa.
- ¿Habéis echado blanco [metanol] antes?, pregunta Vega para cerciorarse de que la prueba está, efectivamente, bien hecha.
En unos segundos, él mismo parece convencerse: «Pues sí que sale, ¿eh?». Pero aunque admite que «prácticamente no hay duda», pone en marcha de nuevo el cromatógrafo para efectuar un segundo análisis. La cámara del laboratorio capta un verdadero cuadro revelador durante los minutos de espera a que se lleve a cabo, otra vez, el proceso de adsorción.
Los peritos oficiales se comportan intranquilos, acongojados, tensos. Especialmente afectados parecen los dos técnicos de la Guardia Civil, que caminan de un lado a otro sin ir a ninguna parte, se atusan los cabellos, se palpan la frente o se tapan la boca mientras resuellan, transmitiendo sensación de aflicción y de agobio. Vega reacciona de otra forma y habla de manera casi compulsiva con Antonio Iglesias, que se limita a escuchar y a tomar notas.
Por la boca muere el pez. Es en este lapso de nervios cuando el jefe de la pericia se confiesa, sin que nadie le pregunte: «Esto... Esto hay que confirmarlo... Esto hay que confirmarlo vía HPLC [la técnica de la cromatografía líquida], ¿eh? Esta muestra hay que extraerla de nuevo en HPLC, porque entonces, en este caso... puede que haya otra carga explosiva [otra dinamita]. Y ya empiezo yo a... a dudar de los Tedax. Y a cagarme en la madre que los ha nacido». A medida que avanza en este soliloquio entrecortado, la mirada comprensiva y hasta cómplice del perito de la Guardia Civil Carlos Atoche le anima a expresar esas reservas hacia la actuación del equipo de artificieros que dirigía Juan Jesús Sánchez Manzano y hacia las tesis oficiales. Como si ambos ya lo hubiesen hablado antes.
El complejo aparato vuelve a retener el DNT en el momento adecuado. Y ya no hay duda. Alfonso Vega mira el reloj en un gesto forzado, hincha los carrillos de aire, lo expulsa, se levanta y sale de la habitación.
Se quedan, dando vueltas en círculo, los peritos de la Guardia Civil con el de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Gabriel Moris, que ha asistido a toda la escena fuera de cámara, apostillando algún comentario con escepticismo distante. El técnico del Instituto Armado Carlos Atoche resume apesadumbrado en ese instante su sentimiento y, probablemente, el de los cuatro técnicos oficiales: «Nos vamos a hacer famosos, ya verás». Pues sí.
Tres años después, Romero Batallán recuerda que «hubo un antes y un después» en el comportamiento de los peritos oficiales. «Nosotros [los técnicos independientes] no íbamos buscando nada y ellos tenían absoluta confianza en que no iba a aparecer nada. Por eso, de repente, se extrañaron de todo», relata.
El perito de la defensa rememora cómo el técnico policial Andrés de la Rosa «se quedó blanco, lívido» cuando vio en la pantalla del ordenador el pico del cromatograma que delataba la presencia inequívoca del DNT en la muestra del tren de El Pozo. En ese momento, hubo en el laboratorio «un movimiento tremendo».
El DNT fue detectado después en todos los focos de los trenes. También -con un apagón mediante, que motivó que durante una noche dejase de grabarse lo que sucedía en el laboratorio- en muestras de dinamita que no había sido explosionada. Incluso en algunas que no habían dado positivo cuando fueron analizadas tres años antes, como las tomadas de la furgoneta Kangoo o de la mochila de Vallecas. Esto dio pie a sucesivas teorías de la contaminación -en fábrica, en el laboratorio de los Tedax...- que fueron decayendo. Ninguna fue asumida por el tribunal y casi todas han sido refutadas por métodos científicos.
LOS VÍDEOS DE LOS ANÁLISIS DE LOS EXPLOSIVOS DEL 11-M REFUTAN LA SENTENCIA
«Nos vamos a hacer famosos, ya verás»
Esta captura del vídeo es suficientemente ilustrativa de la aflicción con que recibieron los peritos oficiales la noticia de que una muestra del tren de El Pozo había dado positivo por dinitrotolueno. El policía jefe de la pericia, Alfonso Vega (dcha.), se retira del laboratorio, visiblemente contrariado, tras realizar una prueba que confirmó el dato. El técnico de la Guardia Civil José Luis Ferrando se lleva las manos a la cabeza. Ya nada encaja. Detrás aparece el químico del Instituto Armado Carlos Atoche, que se lamenta: «Nos vamos a hacer famosos, ya verás». Pues sí.
11-M LA INVESTIGACIÓN / Los vídeos del laboratorio
Los ftalatos «no los puedes atribuir a un explosivo»
Los peritos refutan el argumento que usó el tribunal para decir que estalló Goma 2 ECO
JOAQUÍN MANSO. MANUEL MARRACO
Madrid
El vídeo de la pericia contiene algunas conversaciones entre el policía director de los análisis, Alfonso Vega, y el perito de la Guardia Civil Carlos Atoche que refutan sin ninguna duda el argumento clave del que se sirvió el tribunal para afirmar en la sentencia del 11-M que «está probada la presencia de Goma 2 ECO en todos los trenes donde explosionaron artilugios».
Los magistrados sostienen que el dibutilftalato es «componente de la Goma 2 ECO y no lo tiene el Titadyn» y, por consiguiente, razonan que «un componente exclusivo de ese tipo de dinamita plástica en un porcentaje relevante -más del 1%-, el dibutilftalato, está en todos» los focos de las explosiones. Sin embargo, los dos técnicos sostienen en la grabación exactamente lo contrario: ni es exclusivo de la Goma 2 ECO ni se puede atribuir a un explosivo.
Mientras terminan de examinar el cromatograma de la muestra que había dado positivo por DNT, los dos químicos ilustran en tono docente al perito de las víctimas Antonio Iglesias -que es especialista, precisamente, en plastificantes como los ftalatos-. En ese diálogo reconocen que el dibutilftalato es un componente tan genérico que «está en todas partes» y no se puede «atribuir a un explosivo». Ésta es la conversación:
- Alfonso Vega: Mira, aquí tenemos dibutilftalato. Pero también, lo mismo te digo… el ftalato… pero te quiero decir que lo del ftalato…
- Carlos Atoche: No lo puedes atribuir a un explosivo.
- A. V.: Te digo, te digo… es como una contaminación genérica.
- C. A.: Del mundo mundial…
- A. V.: Del mundo mundial, vamos…
- C. A.: Es decir, no se puede asimilar esto… Aunque sabemos que los explosivos tienen ftalato, no podríamos decir que este ftalato proviene del explosivo, prácticamente aunque los tuvieran a la vez, porque es que…
- Antonio Iglesias: No es específico.
- C. A.: Son ubicuos. Están en todas partes.
- A. V.: Aun sabiendo que lo tienen…
- C. A. [mientras enseña un tarro de cristal que contiene bolsitas con muestras]: ¿Tienes plásticos aquí? Pues ya estás dolido, porque es un fundamento para tratarlos.
Los ftalatos se utilizan en el tratamiento de los cartuchos de explosivos para conseguir una textura gomosa, pero también en pinturas, PVC y plásticos, en general. El perito Atoche, en el diálogo reproducido anteriormente, admite de manera implícita que, si las muestras han estado guardadas en bolsitas, ya es motivo más que suficiente para que ese componente aparezca en los análisis, sin que eso sirva para identificar la marca de la dinamita.
Durante el juicio, sin embargo, ese técnico de la Guardia Civil introdujo el argumento de que se habían detectado ftalatos en la muestra M-1 para descartar que se tratase de Titadyn. En ese análisis, de un polvo de extintor recogido en El Pozo, se encontraron DNT y nitroglicerina, componentes de ese explosivo y que no están en la Goma 2 ECO.
El fiscal Javier Zaragoza se agarró a ese razonamiento. «¿Aparece ftalato de dibutilo en los restos de Tita- dyn explosionado?», le preguntó. Y Carlos Atoche contestó así: «El ftalato de dibutilo es un componente que no pertenece al Titadyn. Sólo es de la Goma 2 ECO». Esa respuesta, pese a las protestas de los peritos independientes, caló en el tribunal y se trasladó a la sentencia.
Sin embargo, Alfonso Vega, en la causa que se sigue contra el ex jefe de los Tedax, Sánchez Manzano, en los juzgados de plaza de Castilla, sí ha sostenido que el dibutilftalato no es un componente de los explosivos.
El químico Antonio Iglesias, en su libro Titadyn, expone que, durante la pericia de los explosivos, analizaron un cartucho de esa dinamita, tomado entre los incautados a dos etarras en Cañaveras. El encargado de llevar a cabo esa prueba fue Atoche. Según relata Iglesias, en ese cromatograma del cartucho de Titadyn se observa un pico «marcado de forma genérica como ftalato» y que «corresponde exactamente a dibutilftalato».
Las precauciones del jefe de la pericia
El policía director de la pericia, Alfonso Vega, se mostró repetidamente preocupado por trasladar a los peritos la seguridad de que todos los restos de explosivo se quedarían precintados cuando ellos no estuviesen en el laboratorio. «Que no quiero que haya ningún problema», reiteraba una y otra vez. El 6 de febrero, después de detectarse el DNT, expresó esas precauciones de manera más insistente y exagerada que nunca. Aquella tarde, cuando ya se habían ido los químicos, se fue la luz y la cámara dejó de grabar. Luego, apareció dinitrotolueno en todas las muestras: también en algunas que fueron analizadas en 2004 sin que eso ocurriera. Había nacido la 'teoría de la contaminación'
Entraré más adelante en esa cuestión. Antes, quiero que sepan que lograr que salgan a la luz esas grabaciones no ha sido cosa fácil. El juez Gómez Bermúdez, que diligentemente ordenó la pericia, cuestionando así la instrucción de su colega Juan del Olmo, no llegó a mostrarlas como prueba durante la vista oral.
Tras la sentencia, una de las defensas las solicitó para preparar su recurso ante el Supremo, pero Bermúdez dio largas para terminar denegando su entrega.
Posteriormente, el 29 de octubre de 2008, la Asociación de Ayuda a Víctimas del 11-M solicitó esa prueba. En principio, Gómez Bermúdez se negó a entregársela, y luego, tras un recurso, aceptó a regañadientes aportarla a la Asociación.
Esa actitud pone de relieve la contradictoria actuación, durante el proceso, del presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia. Fue él quien ordenó una nueva pericia para aclarar qué explosivo fue utilizado por los terroristas y quien dio instrucciones para que el trabajo de los peritos fuera grabado en vídeo y en audio.
Gómez Bermúdez presumía, durante la celebración del juicio, del seguimiento personal del visionado de las cintas en las que se podían ver y oír las discusiones de los peritos sobre la composición de los explosivos. Sin embargo, ha privado a las partes de esa prueba hasta ahora. ¿Por qué?
Probablemente porque en esas cintas se pone de manifiesto que la sentencia que redactó como ponente, en lo relativo a los explosivos, no se sostiene.
Las cintas hubieran dormido el sueño de los justos de no ser por el empeño de la Asociación de Ayuda a Víctimas del 11-M, la perseverancia del perito Antonio Iglesias y la honestidad del presidente de la Audiencia Nacional, Ángel Juanes.
A finales de mayo de 2009, Iglesias publicó un libro (Titadyn), en el que cuestiona la conclusión recogida en la sentencia, que avala con matices la tesis de la Fiscalía según la cual los terroristas utilizaron Goma 2 ECO.
En base a las pruebas aportadas por Iglesias, la Asociación de Ayuda a Víctimas del 11-M presentó una querella contra el responsable de los Tedax, Juan Jesús Sánchez Manzano, y contra la perito de los artificieros que hizo los análisis sobre los restos de los focos en la misma mañana del atentado. Una de las pruebas solicitadas por la acusación fue la aportación de esas cintas.
Esa petición y el interés mostrado por Juanes en que se acelerara la entrega de las copias han producido el milagro.
Ahora, cuando se cumplen justo tres años desde el inicio de la pericia, las cintas han podido ser, por fin, visionadas.
No faltará quien repita la monserga de que EL MUNDO vuelve a resucitar el 11-M, cuando ya hay una sentencia y se trata de un asunto cerrado. A los que no quieran saber lo que pasó les aconsejo que no vean estas cintas, que no lean su transcripción, no vaya a ser que las dudas les hagan perder el sueño.
Prefiero pensar en los miles, millones de ciudadanos, que no se creen la versión oficial sobre el 11-M. Y, sobre todo, en las víctimas, que siempre han demandado la verdad y nos han animado a no abandonar.
¿Por qué es tan importante la determinación del explosivo que utilizaron los terroristas del 11-M? Lo que hace especialmente relevante esa cuestión en el mayor atentado cometido en la Historia de España es que, en ese caso, el tipo de explosivo determinaba la autoría del mismo.
Por esa razón, desde el primer momento, la versión oficial insistió de forma machacona en que tenía que ser Goma 2 ECO y no otra cosa, porque ese explosivo llevaba a Mina Conchita y, por tanto, al contubernio de drogotas e islamistas que diseñaron y llevaron a cabo un atentado que cambió el curso político de la Historia de este país.
Si no era Goma 2 ECO, las posibilidades se abrían hacia otros autores, hipótesis que hacía tambalearse a la versión oficial, tan políticamente correcta como simple: unos islamistas radicales, conectados con Al Qaeda, matan a 191 personas en Madrid en venganza por la participación de España en la Guerra de Irak. Esa versión no sólo resolvía el enigma, sino que inculpaba de paso a Aznar en la masacre por su apoyo a Bush. Se mataban dos pájaros de un tiro.
Si no hubiera sido por la torpeza de Sánchez Manzano, nadie hubiera puesto en cuestión que lo que estalló en los trenes fue Goma 2 ECO, a pesar de que el propio jefe de los Tedax contribuyó al despiste del Gobierno de Aznar al decirle a su jefe en la mañana del 11-M que lo que había estallado en los trenes había sido «Titadyn con cordón detonante» (o sea, el explosivo que utiliza ETA).
Pero, de nuevo, fue Manzano el que levantó la liebre al afirmar por dos veces en su comparecencia en el Congreso ante la comisión del 11-M que en los análisis de los focos se había detectado «nitroglicerina», que no es componente de la Goma 2 ECO.
Fue EL MUNDO quien puso de relieve esa contradicción, lo que, a la postre, animó a Gómez Bermúdez a ordenar una nueva pericia para determinar qué explosivo se había utilizado realmente.
En las cintas que hoy se dan a conocer se puede comprobar la sorpresa del director de la pericia, Alfonso Vega, nombrado para tal función directamente por el jefe de la Policía Científica, Miguel Ángel Santano, al descubrir la aparición de un componente que nada tiene que ver con la Goma 2 ECO, el dinitrotolueno. Eso, dice de forma entrecortada, nos llevaría «a otro explosivo».
Pero, además, tanto Vega como el perito de la Guardia Civil Carlos Atoche ponen de manifiesto que el dibutilftalato no puede ser considerado como un componente, sino como un elemento contaminante de las sustancias analizadas.
Esa afirmación contradice lo declarado por el propio Atoche en la vista oral, en el sentido de que ese elemento es un componente de la Goma 2 ECO. Pero esa contradicción no es lo más grave. Su afirmación, compartida por el director de la pericia, lo que pone en cuestión es la sentencia misma, en la que Gómez Bermúdez establece que el dibutilftalato «forma parte de la Goma 2 ECO y no del Titadyn».
e-pesimo Auxiliar 1: 11-M: '¡Puff... dinitrotolueno!'
11-M LA INVESTIGACIÓN / Los vídeos del laboratorio
'¡Puff... dinitrotolueno!'
Las grabaciones muestran el desconcierto y la preocupación de los peritos de la Policía y la Guardia Civil cuando apareció de forma notoria y reiterada un componente que no está en la Goma 2 ECO y sí en el Titadyn / El jefe de la pericia, Alfonso Vega, exclamó: «Esto hay que confirmarlo... Entonces, en este caso... puede que haya otra carga explosiva. Y ya empiezo yo a dudar de los Tedax y a cagarme en la madre que los parió» / Mientras la sentencia dice que «los ftalatos son componentes de la Goma 2 ECO y no del Titadyn», los peritos coinciden en que «no los puedes atribuir a un explosivo» porque «son ubicuos, están en todas partes»
JOAQUÍN MANSO / MANUEL MARRACO
Madrid
«¡Puff... dinitrotolueno!». El vídeo del análisis de los explosivos ordenado por el tribunal del 11-M exhibe la enorme zozobra que vivieron los peritos de la Policía y de la Guardia Civil tras el hallazgo del dinitrotolueno, un hidrocarburo que no forma parte de la composición de la dinamita Goma 2 ECO -la que tenían los islamistas- pero sí de la del Titadyn.
Fue el 6 de febrero de 2007. La cámara del laboratorio de la Policía Científica marcaba las 17.37 horas. Entonces, apareció. «¡Puff...!», resopló, estupefacto, el perito policial Andrés de la Rosa, mientras se dejaba caer sobre el respaldo de la silla. El técnico independiente Carlos Romero, junto a él, se alarmó: «¿El qué? ¿Qué ha pasado?». «Dinitrotolueno...», respondió, como derrotado, el primero. En medio de un gran revuelo y de la consternación de los técnicos oficiales, el policía jefe de la pericia, Alfonso Vega, reconoció la trascendencia de esa revelación: «En este caso, puede haber otra carga explosiva». Es decir: si hay DNT, hay otro explosivo.
iHasta las 17.37 no había pasado nada. A esa hora, se ve en la imagen al perito de la Policía Andrés de la Rosa y al independiente Carlos Romero Batallán, designado por la defensa de Jamal Zougam, mientras esperan frente a la pantalla del ordenador. Observan los resultados de la cromatografía de gases a la que acaban de someter una bobina eléctrica y varias piezas metálicas impregnadas de explosivo recogidas por los Tedax en el tren de El Pozo tras la matanza del 11-M. Es la muestra etiquetada como M-6-12-D.
Las primeras conclusiones que ofrece la prueba disgustan al químico oficial, aunque parece tomárselas como una coyuntura rutinaria. «Aquí hay mucha porquería que hay que estudiar», dice, sin darle demasiada importancia. Pero, de pronto, todo cambia. El cromatograma revela un pico inesperado y De la Rosa encaja el golpe de manera instantánea: «¡Puff...!», resopla, y al mismo tiempo hace un movimiento de cabeza hacia atrás, se recuesta a peso sobre el respaldo de la silla y levanta de forma inconsciente la mano izquierda para luego dejarla caer, como quien se sabe metido en un buen lío.
«¿El qué? ¿Qué ha pasado?», le pregunta, con tono de alarma, el perito de la defensa. El técnico de la Policía le responde, en tono de decepción: «Dinitrotolueno...».
- ¿Qué?
- Dinitrotolueno.
- ¿Di-ni-tro-to-lue-no?
- Éstos son los dos isómeros del DNT...
- ¿Del?
- Del DNT...
Uno y otro actúan como si no diesen crédito a lo que están viendo. De repente, la tesis de la Fiscalía y de la Comisaría General de Información había quedado en entredicho. ¿Es posible que en los trenes estallara algo distinto a la dinamita que sacó Emilio Suárez Trashorras de Mina Conchita para los islamistas? A sólo una semana del juicio, se abría la puerta a la participación de otros actores en el atentado.
De la Rosa se levanta y corre a dar la noticia. Inmediatamente se produce un gran revuelo frente al ordenador conectado al cromatógrafo de gases. Quienes más zozobra expresan son los peritos de la Guardia Civil, los tenientes Carlos Atoche y José Luis Ferrando, que miran una y otra vez los resultados del cromatograma para comprobar que el dato es cierto. Dos minutos después, aparece el técnico de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, Antonio Iglesias -autor del libro Titadyn-, acompañado del jefe de la pericia, Alfonso Vega. Éste parece desconcertado: «¿Sale DNT? ¿Sí?». «Sí», contesta Romero Batallán.
- Esto ya... Esto hay que trabajarlo mucho... , titubea Vega, sorprendido y desbordado por una situación indeseable para él.
- ¡Esto hay que sudarlo, macho!, le inquiere Romero, con sorna.
- ¿A ver? Déjame que mire..., dice el jefe de los análisis mientras se acerca a la pantalla del ordenador.
- Sí que sale, sí, insiste el perito de la defensa.
- ¿Habéis echado blanco [metanol] antes?, pregunta Vega para cerciorarse de que la prueba está, efectivamente, bien hecha.
En unos segundos, él mismo parece convencerse: «Pues sí que sale, ¿eh?». Pero aunque admite que «prácticamente no hay duda», pone en marcha de nuevo el cromatógrafo para efectuar un segundo análisis. La cámara del laboratorio capta un verdadero cuadro revelador durante los minutos de espera a que se lleve a cabo, otra vez, el proceso de adsorción.
Los peritos oficiales se comportan intranquilos, acongojados, tensos. Especialmente afectados parecen los dos técnicos de la Guardia Civil, que caminan de un lado a otro sin ir a ninguna parte, se atusan los cabellos, se palpan la frente o se tapan la boca mientras resuellan, transmitiendo sensación de aflicción y de agobio. Vega reacciona de otra forma y habla de manera casi compulsiva con Antonio Iglesias, que se limita a escuchar y a tomar notas.
Por la boca muere el pez. Es en este lapso de nervios cuando el jefe de la pericia se confiesa, sin que nadie le pregunte: «Esto... Esto hay que confirmarlo... Esto hay que confirmarlo vía HPLC [la técnica de la cromatografía líquida], ¿eh? Esta muestra hay que extraerla de nuevo en HPLC, porque entonces, en este caso... puede que haya otra carga explosiva [otra dinamita]. Y ya empiezo yo a... a dudar de los Tedax. Y a cagarme en la madre que los ha nacido». A medida que avanza en este soliloquio entrecortado, la mirada comprensiva y hasta cómplice del perito de la Guardia Civil Carlos Atoche le anima a expresar esas reservas hacia la actuación del equipo de artificieros que dirigía Juan Jesús Sánchez Manzano y hacia las tesis oficiales. Como si ambos ya lo hubiesen hablado antes.
El complejo aparato vuelve a retener el DNT en el momento adecuado. Y ya no hay duda. Alfonso Vega mira el reloj en un gesto forzado, hincha los carrillos de aire, lo expulsa, se levanta y sale de la habitación.
Se quedan, dando vueltas en círculo, los peritos de la Guardia Civil con el de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Gabriel Moris, que ha asistido a toda la escena fuera de cámara, apostillando algún comentario con escepticismo distante. El técnico del Instituto Armado Carlos Atoche resume apesadumbrado en ese instante su sentimiento y, probablemente, el de los cuatro técnicos oficiales: «Nos vamos a hacer famosos, ya verás». Pues sí.
Tres años después, Romero Batallán recuerda que «hubo un antes y un después» en el comportamiento de los peritos oficiales. «Nosotros [los técnicos independientes] no íbamos buscando nada y ellos tenían absoluta confianza en que no iba a aparecer nada. Por eso, de repente, se extrañaron de todo», relata.
El perito de la defensa rememora cómo el técnico policial Andrés de la Rosa «se quedó blanco, lívido» cuando vio en la pantalla del ordenador el pico del cromatograma que delataba la presencia inequívoca del DNT en la muestra del tren de El Pozo. En ese momento, hubo en el laboratorio «un movimiento tremendo».
El DNT fue detectado después en todos los focos de los trenes. También -con un apagón mediante, que motivó que durante una noche dejase de grabarse lo que sucedía en el laboratorio- en muestras de dinamita que no había sido explosionada. Incluso en algunas que no habían dado positivo cuando fueron analizadas tres años antes, como las tomadas de la furgoneta Kangoo o de la mochila de Vallecas. Esto dio pie a sucesivas teorías de la contaminación -en fábrica, en el laboratorio de los Tedax...- que fueron decayendo. Ninguna fue asumida por el tribunal y casi todas han sido refutadas por métodos científicos.
LOS VÍDEOS DE LOS ANÁLISIS DE LOS EXPLOSIVOS DEL 11-M REFUTAN LA SENTENCIA
«Nos vamos a hacer famosos, ya verás»
Esta captura del vídeo es suficientemente ilustrativa de la aflicción con que recibieron los peritos oficiales la noticia de que una muestra del tren de El Pozo había dado positivo por dinitrotolueno. El policía jefe de la pericia, Alfonso Vega (dcha.), se retira del laboratorio, visiblemente contrariado, tras realizar una prueba que confirmó el dato. El técnico de la Guardia Civil José Luis Ferrando se lleva las manos a la cabeza. Ya nada encaja. Detrás aparece el químico del Instituto Armado Carlos Atoche, que se lamenta: «Nos vamos a hacer famosos, ya verás». Pues sí.
11-M LA INVESTIGACIÓN / Los vídeos del laboratorio
Los ftalatos «no los puedes atribuir a un explosivo»
Los peritos refutan el argumento que usó el tribunal para decir que estalló Goma 2 ECO
JOAQUÍN MANSO. MANUEL MARRACO
Madrid
El vídeo de la pericia contiene algunas conversaciones entre el policía director de los análisis, Alfonso Vega, y el perito de la Guardia Civil Carlos Atoche que refutan sin ninguna duda el argumento clave del que se sirvió el tribunal para afirmar en la sentencia del 11-M que «está probada la presencia de Goma 2 ECO en todos los trenes donde explosionaron artilugios».
Los magistrados sostienen que el dibutilftalato es «componente de la Goma 2 ECO y no lo tiene el Titadyn» y, por consiguiente, razonan que «un componente exclusivo de ese tipo de dinamita plástica en un porcentaje relevante -más del 1%-, el dibutilftalato, está en todos» los focos de las explosiones. Sin embargo, los dos técnicos sostienen en la grabación exactamente lo contrario: ni es exclusivo de la Goma 2 ECO ni se puede atribuir a un explosivo.
Mientras terminan de examinar el cromatograma de la muestra que había dado positivo por DNT, los dos químicos ilustran en tono docente al perito de las víctimas Antonio Iglesias -que es especialista, precisamente, en plastificantes como los ftalatos-. En ese diálogo reconocen que el dibutilftalato es un componente tan genérico que «está en todas partes» y no se puede «atribuir a un explosivo». Ésta es la conversación:
- Alfonso Vega: Mira, aquí tenemos dibutilftalato. Pero también, lo mismo te digo… el ftalato… pero te quiero decir que lo del ftalato…
- Carlos Atoche: No lo puedes atribuir a un explosivo.
- A. V.: Te digo, te digo… es como una contaminación genérica.
- C. A.: Del mundo mundial…
- A. V.: Del mundo mundial, vamos…
- C. A.: Es decir, no se puede asimilar esto… Aunque sabemos que los explosivos tienen ftalato, no podríamos decir que este ftalato proviene del explosivo, prácticamente aunque los tuvieran a la vez, porque es que…
- Antonio Iglesias: No es específico.
- C. A.: Son ubicuos. Están en todas partes.
- A. V.: Aun sabiendo que lo tienen…
- C. A. [mientras enseña un tarro de cristal que contiene bolsitas con muestras]: ¿Tienes plásticos aquí? Pues ya estás dolido, porque es un fundamento para tratarlos.
Los ftalatos se utilizan en el tratamiento de los cartuchos de explosivos para conseguir una textura gomosa, pero también en pinturas, PVC y plásticos, en general. El perito Atoche, en el diálogo reproducido anteriormente, admite de manera implícita que, si las muestras han estado guardadas en bolsitas, ya es motivo más que suficiente para que ese componente aparezca en los análisis, sin que eso sirva para identificar la marca de la dinamita.
Durante el juicio, sin embargo, ese técnico de la Guardia Civil introdujo el argumento de que se habían detectado ftalatos en la muestra M-1 para descartar que se tratase de Titadyn. En ese análisis, de un polvo de extintor recogido en El Pozo, se encontraron DNT y nitroglicerina, componentes de ese explosivo y que no están en la Goma 2 ECO.
El fiscal Javier Zaragoza se agarró a ese razonamiento. «¿Aparece ftalato de dibutilo en los restos de Tita- dyn explosionado?», le preguntó. Y Carlos Atoche contestó así: «El ftalato de dibutilo es un componente que no pertenece al Titadyn. Sólo es de la Goma 2 ECO». Esa respuesta, pese a las protestas de los peritos independientes, caló en el tribunal y se trasladó a la sentencia.
Sin embargo, Alfonso Vega, en la causa que se sigue contra el ex jefe de los Tedax, Sánchez Manzano, en los juzgados de plaza de Castilla, sí ha sostenido que el dibutilftalato no es un componente de los explosivos.
El químico Antonio Iglesias, en su libro Titadyn, expone que, durante la pericia de los explosivos, analizaron un cartucho de esa dinamita, tomado entre los incautados a dos etarras en Cañaveras. El encargado de llevar a cabo esa prueba fue Atoche. Según relata Iglesias, en ese cromatograma del cartucho de Titadyn se observa un pico «marcado de forma genérica como ftalato» y que «corresponde exactamente a dibutilftalato».
Las precauciones del jefe de la pericia
El policía director de la pericia, Alfonso Vega, se mostró repetidamente preocupado por trasladar a los peritos la seguridad de que todos los restos de explosivo se quedarían precintados cuando ellos no estuviesen en el laboratorio. «Que no quiero que haya ningún problema», reiteraba una y otra vez. El 6 de febrero, después de detectarse el DNT, expresó esas precauciones de manera más insistente y exagerada que nunca. Aquella tarde, cuando ya se habían ido los químicos, se fue la luz y la cámara dejó de grabar. Luego, apareció dinitrotolueno en todas las muestras: también en algunas que fueron analizadas en 2004 sin que eso ocurriera. Había nacido la 'teoría de la contaminación'