Victor Chanov
Madmaxista
Leyendo acerca de Tedros Adhanom, el jefazo de la OMS de origen etíope, y vinculado en su biografía a un partido de corte marxista-leninista llamado "Frente de Liberación Popular de Tigray" (FLPT), me encuentro con la historia de Mengistu Haile Mariam, quien en la actualidad vive exiliado en Zimbaue a los 82 años, y evitando centenares de condenas internacionales por genocidio.
¿Por qué nadie habla del terror rojo de Mengistu y los comunistas en Etiopía? Todo el mundo conoce las andanzas de otros dictadores jovenlandeses "exóticos" como Idi Amin o Bokassa, pero de Mengistu no se conoce nada, probablemente porque la ideología de su régimen hizo que el país tuviera vínculos políticos y comerciales con la URSS o con China. Incluso Fidel Castro le condecoró en su momento, por su defensa de la "paz" y la "solidaridad" socialista internacional.
Mengistu, como tantos otros dictadores jovenlandeses de la descolonización, viene de una familia burguesa, de altos funcionarios y aristócratas. Tras ingresar en una academia militar, consigue viajar a Estados Unidos, donde simpatiza con los panteras negras y empieza a leer a Marx. A mediados de los años setenta, Etiopía vivía una gran crisis económica, con lo que Mengistu y otros militares dieron un golpe de estado socialista, que acabó con la monarquía de Haile Selassie.
Mengistu se instala entonces en la capital, Adis Abeba, y empieza a conspirar contra otros promotores del golpe, purgando a posibles "competidores". En 1975, el rey depuesto, Haile Selassie, fallece en extrañas circunstancias. Según varios testimonios, fue asesinado por orden de Mengistu y sus hombres. En ese momento, el plan de la cúpula golpista para Etiopía era claro: instalar una dictadura comunista en Etiopía, y buscar alianzas con el bloque soviético / chino.
En 1977, Mengistu es nombrado al mismo tiempo "Presidente" y "Jefe del Estado". Su número dos acabará siendo ejecutado por traición, y a partir de 1978, miles de opositores son eliminados, la mayoría de ellos sin juicios. A partir de ese año, Etiopía empieza a recibir agentes secretos soviéticos cada año, a centenares, hasta el punto de que llegaron a residir en la capital varios miles de "agentes" llegados de Moscú o incluso de La Habana, moviéndose con libertad por todo el país. Otros países aliados de Mengistu eran Yemen, Bulgaria, Hungría o Libia. Por su ubicación (por el mar rojo, básicamente), al Kremlin le interesaba controlar Etiopía.
El gran logro de su dictadura fue alfabetizar el país, que pasó de un 10% a un 63% de alfabetización. Países como Cuba o la RDA le ayudaron enviando material escolar, mientras la URSS o China enviaron máquinas para el campo. A comienzos de los años ochenta, mueren millones de etiopes en una hambruna, debido a las malas cosechas (sequía) y a una mala planificación agrícola, copiada del modelo cubano, y a partir de ese momento Mengistu radicaliza aún más su discurso. La mitad del presupuesto nacional iba destinado a defensa, el 46% concretamente... Cambia el nombre al país, llamándolo RDP de Etiopía, república democrática popular, y culpa de la pobreza del país al "imperialismo" y al capitalismo.
Con la caída del muro de Berlín, el régimen empieza a sufrir una crisis, que coincide con revueltas internas, y una guerra civil que empezará en 1990. Mengistu culpa a Gorbachov, y la comunidad internacional empieza a pedir su cabeza, después de más de una década de totalitarismo socialista. Un año después, los rebeldes derrocan a Mengistu, que escapa del país rumbo a Zimbaue, donde actualmente reside, gracias a las gestiones de su buen amigo Robert Mugabe.
Los cálculos de distintas organizaciones internacionales sitúan el número de "purgados" por el terror rojo de Mengistu en cifras mínimas que rondan las quinientas mil personas, y máximas de dos millones. En su libro "Ébano", Richard Kapuscinski relataba cómo en sus viajes a la Etiopía en guerra a comienzos de los años noventa, le sorprendía cómo las milicias defensoras de Mengistu eran capaces de apuntarle con un kalashnikov con un brazo y pedirle dinero con la otra mano, al mismo tiempo.
En 2020, Mengistu sigue siendo el único "Jefe de Estado" vivo que está condenado por crímenes contra la humanidad, residiendo en Harare, la capital de Zimbabwe, sin que nadie (o casi nadie) esté al tanto de su pasado.
Y aquí es donde volvemos al inicio del texto. Cuando Tedros Adhanom es elegido para presidir la OMS en el 2017, muchos criticaron su pasado. Según dice textualmente el artículo de "La Voz de Galicia", Tedros, en su juventud, "participó en la dictadura genocida de Mengistu Haile Mariam en Etiopía". Sea verdad o no, lo único que queda claro es que ningún medio de comunicación español, ni de izquierdas ni de derechas, habla en la actualidad de Mengistu
Trump frente a la OMS: hace mal, pero tiene razón
¿Por qué nadie habla del terror rojo de Mengistu y los comunistas en Etiopía? Todo el mundo conoce las andanzas de otros dictadores jovenlandeses "exóticos" como Idi Amin o Bokassa, pero de Mengistu no se conoce nada, probablemente porque la ideología de su régimen hizo que el país tuviera vínculos políticos y comerciales con la URSS o con China. Incluso Fidel Castro le condecoró en su momento, por su defensa de la "paz" y la "solidaridad" socialista internacional.
Mengistu, como tantos otros dictadores jovenlandeses de la descolonización, viene de una familia burguesa, de altos funcionarios y aristócratas. Tras ingresar en una academia militar, consigue viajar a Estados Unidos, donde simpatiza con los panteras negras y empieza a leer a Marx. A mediados de los años setenta, Etiopía vivía una gran crisis económica, con lo que Mengistu y otros militares dieron un golpe de estado socialista, que acabó con la monarquía de Haile Selassie.
Mengistu se instala entonces en la capital, Adis Abeba, y empieza a conspirar contra otros promotores del golpe, purgando a posibles "competidores". En 1975, el rey depuesto, Haile Selassie, fallece en extrañas circunstancias. Según varios testimonios, fue asesinado por orden de Mengistu y sus hombres. En ese momento, el plan de la cúpula golpista para Etiopía era claro: instalar una dictadura comunista en Etiopía, y buscar alianzas con el bloque soviético / chino.
En 1977, Mengistu es nombrado al mismo tiempo "Presidente" y "Jefe del Estado". Su número dos acabará siendo ejecutado por traición, y a partir de 1978, miles de opositores son eliminados, la mayoría de ellos sin juicios. A partir de ese año, Etiopía empieza a recibir agentes secretos soviéticos cada año, a centenares, hasta el punto de que llegaron a residir en la capital varios miles de "agentes" llegados de Moscú o incluso de La Habana, moviéndose con libertad por todo el país. Otros países aliados de Mengistu eran Yemen, Bulgaria, Hungría o Libia. Por su ubicación (por el mar rojo, básicamente), al Kremlin le interesaba controlar Etiopía.
El gran logro de su dictadura fue alfabetizar el país, que pasó de un 10% a un 63% de alfabetización. Países como Cuba o la RDA le ayudaron enviando material escolar, mientras la URSS o China enviaron máquinas para el campo. A comienzos de los años ochenta, mueren millones de etiopes en una hambruna, debido a las malas cosechas (sequía) y a una mala planificación agrícola, copiada del modelo cubano, y a partir de ese momento Mengistu radicaliza aún más su discurso. La mitad del presupuesto nacional iba destinado a defensa, el 46% concretamente... Cambia el nombre al país, llamándolo RDP de Etiopía, república democrática popular, y culpa de la pobreza del país al "imperialismo" y al capitalismo.
Con la caída del muro de Berlín, el régimen empieza a sufrir una crisis, que coincide con revueltas internas, y una guerra civil que empezará en 1990. Mengistu culpa a Gorbachov, y la comunidad internacional empieza a pedir su cabeza, después de más de una década de totalitarismo socialista. Un año después, los rebeldes derrocan a Mengistu, que escapa del país rumbo a Zimbaue, donde actualmente reside, gracias a las gestiones de su buen amigo Robert Mugabe.
Los cálculos de distintas organizaciones internacionales sitúan el número de "purgados" por el terror rojo de Mengistu en cifras mínimas que rondan las quinientas mil personas, y máximas de dos millones. En su libro "Ébano", Richard Kapuscinski relataba cómo en sus viajes a la Etiopía en guerra a comienzos de los años noventa, le sorprendía cómo las milicias defensoras de Mengistu eran capaces de apuntarle con un kalashnikov con un brazo y pedirle dinero con la otra mano, al mismo tiempo.
En 2020, Mengistu sigue siendo el único "Jefe de Estado" vivo que está condenado por crímenes contra la humanidad, residiendo en Harare, la capital de Zimbabwe, sin que nadie (o casi nadie) esté al tanto de su pasado.
Y aquí es donde volvemos al inicio del texto. Cuando Tedros Adhanom es elegido para presidir la OMS en el 2017, muchos criticaron su pasado. Según dice textualmente el artículo de "La Voz de Galicia", Tedros, en su juventud, "participó en la dictadura genocida de Mengistu Haile Mariam en Etiopía". Sea verdad o no, lo único que queda claro es que ningún medio de comunicación español, ni de izquierdas ni de derechas, habla en la actualidad de Mengistu
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