Lo gracioso es que la primera que se humilla con tan solo abrir la boca un segundo es ella: actuando como una niña, vestida como una fruta de poligono y diciendo mamarrachadas.
Para hacer lo que hace tiene una lista interminable de carencias y el repruebo de haber sido usada cual kleenex por unos cuantos hombres del corte que todos tenemos en mente (si, los clasicos malotes). Adelante traumada, sigue dando ascopena.