Me duele el alma de ver tanto potencial desaprovechado.

naiqun

Madmaxista
Desde
19 Nov 2012
Mensajes
1.092
Reputación
424
Alguien nos está tomando el pelo.

Existe una obra de teatro española de ciencia ficción, experimental, que leí en un recopilatorio de lo mejor de la ciencia ficción patria hace ya varios años, que gira sobre esta idea: alguien nos está tomando el pelo. Si algún forero sabe a qué obra me refiero agradeceré que me ilumine, he olvidado título y/o autor.

En realidad la frase es "alguien os está tomando el pelo", y ya dije que la obra es experimental: el actor protagonista habla con el público y cosas así. Ya se sabe que si a mitad de partida no sabes quién es el primo... es que el primo eres tú.

Bueno, venía a abrir un hilo distinto pero ha salido esto. Cualquier dato sobre la obra de teatro será agradecido.

Saludos.

---------- Post added 19-abr-2018 at 20:12 ----------

Alguien me dijo cuando niño que en el futuro lo importante no iba a ser saber muchas cosas sino saber buscarlas. Qué razón tenía.

Así que he encontrado la obra de la que os hablaba. Se llama Sodomáquina, es de un tal Carlo Fabretti y está publicada en Lo mejor de la ciencia ficción española, recopilación de Domingo Santos (que, por cierto, fue vecino mio hace ya un montón de años).

No sé si se pueden dejar links de descarga, si alguien quiere la recopilación pues la he encontrado, no es dificil si sabes lo que buscas (como todo). Y os dejo aquí la obra, confio que se pueda leer medianamente bien.

Saludos.

___


Sodomáquina por
Carlo Frabetti
De ascendencia italiana aunque nacido en España, Cario Frabetti es considerado como el teórico de la ciencia ficción española. Su labor ha sido siempre más de divulgación que de creación. Su labor de ensayista y crítico, siempre personal, a menudo demoledora, radicalmente anclada en unas profundas convicciones, le ha granjeado la admiración de muchos y las iras de unos pocos. La inamovilidad de sus posturas (procedente de una familia acomodada, ha preferido durante toda su vida los avatares de una existencia más o menos bohemia a las comodidades de una situación integrista a fin de no traicionar sus convicciones personales) le ha valido una fama, bien merecida, de absoluta honestidad. Su labor literaria es escasa frente a la de teórico, ensayista, asesor y crítico, y nunca ha sido reunida en un solo volumen, aunque según mis noticias eso puede remediarse en breve tiempo. Entre su labor más digna de mención cabe citar que durante varios años ha estado al frente de la sección de ciencia ficción de editorial Bruguera, en cuyo cometido ha seleccionado casi cuarenta volúmenes de sus Selecciones de ciencia ficción, además de dar a conocer al público español obras tan importantes como Los propios dioses de Asimov, Pórtico de Pohl, El hombre hembra de Russ… Sodomáquina no es propiamente un relato (los relatos de ciencia ficción de Cario Frabetti suelen ser tremendamente poéticos, impactantes… y muy cortos), sino una obra de teatro. Representada por primera vez en el Club San Carlos de Barcelona, en el seno de la Primera Convención Española de ciencia ficción, con su propio autor como principal intérprete, es considerada como la obra más completa de Frabetti, y la que mejor refleja sus íntimas convicciones. Traducida a varios idiomas, hace poco Bernard (íoorden realizó en francés un interesante video que tuve ocación de ver, y que fue transmitido por la televisión belga.
Space-opera en dos o tres actos (un acto de fuerza, seguido de un acto de amor, y un tercero —facultativo— a improvisar, que en realidad no sería propiamente un acto y mucho menos el tercero, ya que iría delante del primero a guisa de introducción y tal).
Personajes (por orden de desaparición): SISTEMA = Juez, Inspector, Antropólogo, Verdugo DOS POLICÍAS, que en realidad son como un único personaje TERRESTRE INADAPTADO PADRE (extraterrestre anciano) ORNOL (joven extraterrestre) EIZAL (joven mujer extraterrestre, hermana de Ornol e hija de Padre)
PRIMER ACTO (DE FUERZA)
En el centro de la escena, el desintegrador (especie de silla eléctrica o aparato equivalente). A un lado, un globo terráqueo suspendido del techo, con una luz dentro que se puede encender y apagar, y una cama. Al otro lado, un perchero con diversas prendas, una mesa con una lámpara y una silla. En la silla está sentado el Sistema, sobándose, atusándose y mirándose al espejo.
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 104
SISTEMA. —Dime, espejo de la historia, ¿quién es el sistema más totalitario, opresor y monolítico de todos los tiempos? VOZ EN OFF.—(Cavernosa, no-humana, o bien coro) Tú, hijo de la grandísima…
Aparece el Terrestre Inadaptado entre los Dos Policías. Caminan robóticamente. Al llegar al centro de la escena, el TI se separa de los P y se dirige al público. Mientras, los P adoran al Sistema.
TI.—(Al público) Dentro de unos momentos voy a ser desintegrado. Me llamo… No, no me llamo de ninguna forma. Tener un nombre propio puede que tuviera sentido alguna vez, pero hoy día es un anacronismo. El nombre ha sido sustituido con ventaja por el número de referencia y el índice de integración. El mío, por cierto, ha sido siempre muy bajo, desde que iba al centro de precondicionamiento psicológico… Ésa es una de las muchas razones por las que estoy aquí. Pero, por favor, no se apenen: ser desintegrado es casi un alivio… Es la única experiencia no rutinaria permitida por la ley.
Con la ayuda de los P , el Sistema se pone la toga, el birrete, y se dispone a hacer de Juez.
Me gustaría contarles con detalle los acontecimientos que han precedido a mi condena, pero la verdad es que todavía no sé muy bien lo que ha ocurrido. Ha sido todo tan repentino y desconcertante que casi no me ha dado tiempo a reaccionar. De lo que sí me he dado cuenta claramente es de que se me acusa de casi todo. Ayer me leyó el juez la interminable lista de mis crímenes…
El Sistema, siempre ayudado por los P , sube a una silla con un inmenso rollo de papel. TI se pone frente a él con la cabeza gacha, con un P a cada lado.
JUEZ. —Se te acusa de leer Se te acusa de escribir Se te acusa de sonreír Se te acusa de soñar Se te acusa de retozar en la hierba Se te acusa de barbudo Se te acusa de melenudo Se te acusa de peatón empedernido Se te acusa de nefelibático
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 105
Se te acusa de abstemio Se te acusa de vegetariano Se te acusa de consumir poco Se te acusa de no ver la TV Se te acusa de no ir al fútbol Se te acusa de no creerte las noticias Se te acusa de no evadirte Se te acusa de no vestir a la moda Se te acusa de no llevar corbata Se te acusa de no fumar, ni beber, ni jugar al balón Se te acusa de bla, bla, bla…
Mientras el juez sigue diciendo bla, bla, bla, TI se dirige al público:
TI. —El veredicto fue «culpabilísimo», naturalmente, y la sentencia, como ya saben, la de fin. Como verán, vivo en una sociedad justa, ansiosa de satisfacer los menores deseos de cada uno… ¿No te quieres integrar? Pues te desintegran, no hay problema.
El Juez, acabado su bla, bla, señala con el dedo a TI y dice:
JUEZ. —Por no haberte integrado serás desintegrado para escarmiento de las generaciones pasadas, presentes y futuras, y además, dispongo que tu ejecución sirva para anunciar una nueva marca de detergente psicológico. (Baja de la silla) TI. —No he sido juzgado por un hombre, ni tampoco por un jurado. He sido juzgado por un sistema, y los sistemas son implacables.
El Sistema se ha quitado los indumentos de juez y ha vuelto a sus atusamientos narcisistas. Un P le sostiene el espejo, mientras que el otro lo abanica.
TI.—(Cont.) Pero voy a intentar poner orden en mi confusa cabeza y contárselo todo paso a paso… Yo estaba en la cama (Va hacia la cama. Se tumba). Estaba soñando algo que sueño con bastante frecuencia… Ante mí veía la Tierra más o menos como debe verse desde la Luna (Se ilumina el globo terráqueo), radiante y azul, suspendida en la noche cósmica. Es mi sueño predilecto, y la verdad es que no sé por qué, pues se trata de una visión completamente estática, aunque, eso sí, extraordinariamente nítida. De pronto fui despertado y sacado bruscamente de la cama por dos hombres vestidos de
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 106
uniforme.
Aparecen los P , lo sacan de la cama y lo maniatan.
P. —Vamos, de prisa, muévete (Empujones, etc.).
TI se separa de ellos, que quedan inmóviles como si el tiempo se detuviera cada vez que TI se dirige al público.
TI. —Después me llevaron a la comisaría, para someterme a lo que llaman un interrogatorio «clásico». Al parecer es una tradición heredada del siglo XX.
Cuando acaba de hablar, los P lo cogen y lo llevan a la silla. El Sistema se ha puesto una gran estrella de sheriffy una gorra. Los P sientan a TI bruscamente y le iluminan la cara con la lámpara de mesa. Ahora el Sistema hace de Inspector.
INSPECTOR. —Será mejor que confieses. Tenemos pruebas audiovisuales. P.—(Pegando y gritando) ¡Vamos, canta, lechón; confiesa! TI. —Yo no sé nada. Yo no he sido. INS. —¿Quiénes son tus cómplices? ¡Contesta! ¿Con quién no vas al fútbol? P. —¡Confiesa, bibliómano poco agradable! TI. —¡Solo, completamente solo! ¡Todo lo hago solo, lo juro! Qué más quisiera yo que tener alguien con quien no ver la TV . INS. —¿Quién ganó el quincuagésimo segundo festival de Eurovisión? TI. —No lo sé. Yo no he sido. P. —(Pegando) ¡Barbudo, hippy, tecnófobo! INS. —¿Qué princesa se puso de largo el viernes pasado? TI. —No lo sé. Yo no he sido. P. —¡Asocial, ignorante! INS. —¿Cuál es la bebida que pasa por tu garganta como la caricia de una gheisa? TI. —No losé… P. —¡Poeta, anarquista, gamberro! INS. —¿No es verdad que das de comer a los pajaritos? Di. INS. y P.—(A coro) ¿No es verdad que les echas migas de pan?
Quedan inmóviles mientras TI se levanta y se dirige al público.
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 107
TI. —No me ha interrogado un hombre, ni un cuerpo de policía. Me ha interrogado un sistema, y los sistemas necesitan saberlo todo, porque de su información global depende en gran parte su hegemonía. El interrogatorio clásico se prolongó varias horas. Naturalmente, no me acuerdo de la mayoría de las preguntas que me hicieron, aunque me di cuenta de que sabían mucho sobre mí. Deben de haber estado siguiéndome o espiando mi conducta con quién sabe qué medios. Debí desmayarme a causa de los golpes. Más tarde, o acaso antes, fui llevado semiinconsciente a un extraño gabinete donde había una especie de médico.
Se deja caer hacia atrás. Los pol, que se han colocado oportunamente tras él, lo llevan a rastras a la silla. Mientras, el Sistema se ha puesto una bata blanca y ha sacado aparatos: metro, calibre, lupa, regla de cálculo, etc. El Sistema hace ahora de Antropólogo. Realiza una serie de cómicas mediciones y observaciones sobre TI, tales como calibrar el grosor de sus dedos, nariz, etc., mirarle los dientes, producirle insólitos «tics», etc.
ANTROPÓLOGO. —Esto lo veo mal, muy mal… Todas las características antropométricas del inadaptado. (Prepara jeringuilla). Esta droja debilitará los mecanismos de censura de su subconsciente, y le hará decir lo que ni él mismo sabe. (Lo pincha). Gracias al sondeo subliminal, podemos detener a los criminales incluso antes de que cometan el crimen. Empezaremos por la prueba de asociación espontánea de ideas. (Se vuelve hacia TI y le interroga): Homogeneidad social. TI. —Borreguismo. A. —Publicidad. TI. —Hipnosis colectiva. A. —Educación. TI. —Lavado de cerebro. A. —Hay que ver qué subconsciente de agitador nato tiene el condenado… Integración. TI. —Tu padre. A. —Trabajo. TI. —Esclavitud. A. —Célula de producción. TI. —guandoca. A. —Libertad. TI. —Mañana. A. —Es un caso perdido. Vamos a pasar a los datos personales… ¿Cómo te llamas?
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 108
TI. —Tengo muchos nombres y no tengo ninguno. Pero algún día sabré cómo me llamo.
El A mira asombrado a los P , que se encogen de hombros.
A. —¿Qué has dicho? TI. —(Repite). A. —Bien, bien… ¿Cuántos años tienes? TI. —He perdido la cuenta… Más de ciento veinte. A. —Es el primer caso del que tengo noticia de locura subconsciente. Sería interesante estudiarlo a fondo, pero me temo que no habrá más remedio que desintegrarlo. Puede ser un peligroso foco de contagio. ¿De dónde eres? TI. —Soy un ciudadano libre de la Confederación Galáctica. A. —(Excitado) ¡Que lo desintegren! ¡Que lo desintegren cuanto antes! Este hombre, además de una curiosidad clínica, es una bomba… Tiene un complejo cósmico-mesiánico como una catedral. ¡Hale, hale! ¡Al desintegrador! P. —¿De qué hay que acusarlo en el juicio rutinario, señor? A. —De todo. Absolutamente de todo.
TI se levanta y se dirige al público.
TI. —No fui examinado por un antropólogo, sino por un sistema, y los sistemas no toleran aquello que es diferente. Cuando recobré en parte la conciencia, estaba en una pequeña celda sin ventanas, con un foco y un objetivo de TV constantemente enfocados sobre mí.
Mientras dice esto, los P llegan con unos paneles y «construyen» una minúscula celda a su alrededor. Un foco se enciende y lo ilumina directamente.
TI.—(Cont.) En mi martirizado cerebro se mezclaban los recuerdos y los sueños en un alucinante torbellino sin fondo. Y algunos de los recuerdos no me parecían mis propios recuerdos, y algunos de los sueños me parecían soñados por otro. Creo que me hubiera vuelto loco de seguir en tan estrecha compañía de mi atroz confusión, pero no me dieron tiempo. Me sacaron de mi vesánico duerme-vela para arrastrarme ante el juez (Se van los P con paneles) y… bueno, lo demás ya lo saben.
A continuación, mientras TI habla con el público, el Sistema y los P se llevan
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 109
todo, excepto el desintegrador. El Sistema se pone una capucha, pues se dispone a hacer de verdugo, y los P se sitúan a ambos lados del desintegrador.
TI.—(Cont.) Se preguntarán qué hago aquí hablando con ustedes, por qué no me desintegran de una vez… Verán: todavía subsiste la tradición de conceder un último deseo a los condenados a fin, y yo he pedido que me dejen hablar un momento con el pasado… Con ustedes, los que miran más o menos inquietos hacia el futuro. (Se pone confidencial) Tengo un mensaje. Un mensaje muy importante. Escúchenme bien porque se trata de algo trascendental (Mira tras de sí como para comprobar que los policías están distraídos. Se vuelve al público y dice pausadamente): Alguien les está tomando el pelo. Reaccionen ahora que están a tiempo, porque si se dejan tomar el pelo, acabarán tomándoles la cabeza.
Los P reaccionan y se abalanzan sobre TI. Se lo llevan al desintegrador y le vendan los ojos, a la vez que le increpan:
P. —¡Basta! ¡No hay que dejar que lo diga! ¡Cállate de una vez, agitador retrospectivo! ¡Al desintegrador con él!
Lo sujetan al desintegrador y le colocan el casco, los electrodos, etc. Luego se sitúan uno a cada lado, cara al público. El verdugo coge el interruptor.
VERDUGO. —Va a comenzar la cuenta atrás. TI. —No es un hombre quien me desintegra, es un sistema. Pero el sistema tiene un fallo… V . —Diez… TI.—… No puede desintegrarnos a todos, porque si no… V . —Nueve… TI.—… ya no habría a quién oprimir y se acabaría el sistema… V . —Ocho… TI. —Mientras un solo hombre ame la libertad… V . —Siete… TI. —… habrá esperanza para todos los hombres… V . —Seis… TI. —… y llegará el día en que la Tierra, unida y libre al fin… V . —Cinco… TI. —… se despertará en el cosmos como un recién nacido sonriente… V . —Cuatro…
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 110
TI.—… y las estrellas le darán la bienvenida con su música total… V . —Tres… TI. —… a la que hemos sido sordos desde siempre… V . —Dos… TI. —… por culpa del repruebo y la ambición… V . —Uno… TI. —… por los siglos de los siglos. PÚBLICO. —Amén. (Si a los espectadores les da la gana de decirlo, claro). V .—Casi simultáneamente al hipotético «amén» del público): ¡Cero! Para simular la desintegración, puede servir una rápida intermitencia de luces sobre TI o algún efecto similar, acompañado, por ejemplo, de un sonido vibrante que sube de intensidad y frecuencia hasta convertirse en un agudo y potente silbido. Para acabar, oscuridad y silencio totales. TELÓN (Si lo hay). Mientras se cambia el decorado, suena una música cósmica, algo que dé idea de estar viajando en una dimensión no humana. (Por ejemplo: Déserts de Edgar Várese).
SEGUNDO ACTO (DE AMOR)
Se enciende el globo terráqueo en medio de la oscuridad total. Poco a poco se va iluminando el escenario, a medida que la música disminuye de volumen. En el centro hay un receptor-convertidor de materia (más o menos con forma de cabina). A un lado, de espaldas al receptor, el Padre agita un pincel como si pintara el aire. De la cabina sale TI, aturdido. Al verla Tierra, exclama atónito:
TI. —¡El sueño! ¡La Tierra suspendida en el firmamento, exactamente igual que en mi sueño!… ¿O acaso he estado soñando hasta ahora y es en este instante cuando comienzo a despertar?… Pero ¿no he sido desintegrado hace unos segundos? (Se toca) Juraría que he sentido cómo mi cuerpo empezaba a disolverse…
Se percata de la presencia del pintor. Se acerca hasta tocarlo con la punta de los dedos. El Padre se vuelve sin hacerle mucho caso, y sigue pintando.
PADRE. —Hola. TI. —No se ha desvanecido al tocarlo, como pensaba. Por lo visto, este ser inverosímil que pinta en el aire es al menos tan real como yo mismo. Lo cual no es decir gran cosa, por supuesto… P. —(Separándose momentáneamente de su «cuadro», como admirándolo) Está
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 111
quedando bien, ¿verdad? TI. —Pues… P. —Me alegro de que te guste (Retrocede de nuevo y apoya una mano en el hombro de TI, mientras con la otra gesticula) ¿Qué te parece el gradiente cromático que envuelve la estructura central a modo de triple cinta de Moebius? TI. —La verdad, yo… P. —Sí, sí, por supuesto que es discutible la pauta de crecimiento de longitudes de onda, pero el efecto es notablemente sugestivo, ¿no crees? TI. —Sugestivo, sí… sin duda. P. —(Lo mira más detenidamente) Oye, pero ¿tú no eres el terrestre? TI. —¿El terrestre? ¿Yo? No lo sé (Se sienta, y el P a su lado)… Creo que fui un terrestre alguna vez… Pero luego sólo fui una mezcla de sueños propios y ajenos, y antes de despertar, o de que despertara quien me estaba soñando, fui desintegrado… Ahora no sé lo que soy ni cómo lo soy… Tengo la vaga sensación de que habito un antiguo espejismo que antaño me llenaba de incomprensible paz… Pero sigue pintando, no me hagas caso, si es que existes, porque ni yo mismo entiendo lo que digo. P. —No te preocupes. Ya verás cómo nos divertimos los dos juntos (Ríe infantilmente) ¿Quieres pintar un poco? (Le ofrece sus pinceles) Voy a llamar a Ornol y Eizal (Se levanta y cierra los ojos, como concentrándose). No me oyen, tendré que gritar. No te asustes (Se lleva las manos a la cabeza y aprieta los ojos, concentrándose mucho). VOZ DE ORNOL.—¡Ya vamos, Padre!
Aparece Ornol en escena. Se detiene sorprendido mirando a TI.
ORNOL. —¡Es él! ¡Corre, Eizal, ha llegado el terrestre!
Llega Eizal. Se detiene un instante y luego corre a abrazar a TI, que no sabe qué hacer.
EIZAL. —¡Cuánto nos alegramos de verte! ¿Te encuentras bien? O. —(Lo abraza a su vez). No te esperábamos tan pronto… ¿Tan mal están las cosas en la Tierra? TI. —No sé qué decir… Vuestra acogida me llena de alegría, pero también de confusión… ¿Dónde estoy? ¿Quiénes sois vosotros? ¿Por qué me conocéis? ¿Cómo he llegado hasta aquí?… Por favor, amigos míos, ayudadme a comprender, antes de que me vuelva completamente loco, si es que todo esto no es ya el efecto de mi locura.
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 112
E. —Tienes toda la razón… Pero siéntate, hermano, estarás cansado… Los últimos días deben de haber sido muy duros para ti (Se sientan).
Mientras tanto, el P ha estado dando curiosos saltitos y palmo-teando.
P. —¡Cómo me divierto! ¡Cómo me divierto! E. —(A TI). Voy a traerte un reconstituyente psicosomático, estás agotado (Se va). O. —Intentaré contestar todas tus preguntas por orden de urgencia. Ante todo, debes saber que estamos en un planetoide artificial puesto en órbita alrededor de la Tierra y protegido por una barrera electromagnética que lo hace invisible, indetectable e inabordable para los terrestres. Venimos de un lejano planeta, que según vuestros mapas astronómicos pertenece al sistema de la segunda estrella de la constelación de la Virgen. Hace muchos años que seguimos con interés la evolución histórica de tu mundo.
Llega E con un extraño vaso y se sienta junto a TI.
E. —Toma, bebe esto. TI. —Gracias (Bebe). E. —(Continuando la narración de O). A ti hemos estado observándote de una manera especial desde hace… algún tiempo, con métodos que sería difícil explicarte… Es por eso que te hemos recibido como si ya te conociéramos.
A todo esto, el P sigue pintando en el aire o haciendo pamplinas diversas. TI deja el vaso, E le coge la mano.
E. —¿Te sientes mejor? TI. —Sí, mucho mejor, gracias… Pero dime, ¿no me habían desintegrado? ¿Por qué estoy todavía vivo? ¿Cómo he llegado hasta aquí? E. —Es muy sencillo. Verás: cuando un cuerpo es desintegrado, se transforma en energía, energía que normalmente se expande en todas direcciones. Pero nosotros hemos operado algunos cambios imperceptibles en el desintegrador terrestre destinado a las ejecuciones, de forma que las radiaciones en que se convierte el cuerpo desintegrado sean emitidas en bloque, según un sistema en cierto modo relacionado con el láser, hasta nuestro receptor-convertidor, donde el ser es reintegrado a su forma corpórea. O. —Es decir, después de nuestra reforma, el desintegrador es en realidad un convertidor-emisor de materia en forma de radiación coherente.
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 113
El Padre, durante todo este tiempo, ha estado haciendo cosas desconcertantes e infantiles, como jugar con los espectadores con una pelota «transtemporal», hacer una pajarita de papel gigante que levanta el vuelo, etc.
P. —Me voy a dar una vueltecita por el pasado. E. —Está bien, Padre, pero no tardes.
P baja del escenario y se pasea entre los espectadores, haciendo preguntas, repartiendo papelitos, etc.
TI. —Qué anciano tan… sorprendente. ¿Es de verdad vuestro padre? E. —Sí. Y además es la máxima autoridad en cuestiones terrestres. O. —Utilizando vuestra terminología jerarquizante, podríamos decir que es el jefe de este planetoide. TI. —¿El jefe? ¿El que os da las órdenes y decide lo que hay que hacer? E. —Nosotros preferimos llamarlo coordinador de iniciativas. TI. —(Atónito). Pero… E. —Y además es un gran pintor tetradimensional (señala hacia el lugar donde P había estado dando pinceladas al aire) ¿Has visto que… ? ¡Oh, perdona! Había olvidado que los terrestres solo veis una reducida gama de frecuencias lumínicas. La composición de Padre está toda ella ejecutada en tonos ultravioleta, al igual que la vegetación que nos rodea. O. —Aunque no puedes verlo, podemos explicarte su fundamento (Se acerca a la invisible composición y gesticula para subrayar su explicación). Aquí hay un campo magnético artificial que el artista induce y moldea mentalmente a su gusto, y aquí aunque tú no puedes verlo (Coge el recipiente que P había estado usando como paleta), hay plasma concentrado de distintos colores y cargas, que el pintor distribuye por la estructura magnética, de forma que ahora mismo aquí hay una masa luminosa multicolor en continua transformación parcialmente programada. E. —Esta es una composición muy simple, únicamente cromática, que fluctúa levemente en la cuarta dimensión. También se pueden introducir elementos olfativos, táctiles, oníricos, etc. TI. —Asombroso… Debe de ser algo bellísimo, inconcebiblemente bello. E. —Algún día podrás verlo tú también. Tenemos la esperanza de conseguir, con un paciente entrenamiento, que se te desarrollen nuevos sentidos y facultades que ahora no puedes ni imaginar. TI. —¿Dices que algún día…? (Queda un instante ensimismado). O. —Bien, volviendo a lo de antes: cuando tus verdugos creyeron aniquilarte, lo
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 114
que en realidad hicieron fue transmitirte a este receptor, que está constantemente sintonizado con el desintegrador-emisor. TI. —Pero en ese caso, aunque sólo fuera por un instante, he sido realmente desintegrado. E. —No exactamente. Desintegrar significa separar, dispersar, y sin embargo, tus partículas elementales, si bien activadas a un nivel cuántico, han conservado en todo momento su posición relativa, su interacción vital. O. —Para expresarlo matemáticamente, tu estructura material se ha transformado en su homomorfa en el plano energético, y durante un segundo aproximadamente, ya que este planetoide dista unos 300.000 Kms de la Tierra, has existido, sin dejar de ser tú, en un nivel de vibración distinto.
P vuelve al escenario con aire decepcionado.
P. —¡Qué aburrido es el siglo XX! Está lleno de hombres sin imaginación que parecen fabricados en serie, saturados de rutina e impermeables a lo insólito… Y lo peor de todo: no saben jugar (Volviéndose hacia el público): ¿Qué se puede esperar de un mundo que no sabe jugar? TI. —Todo esto es tan fantástico que no acabo de hacerme a la idea de que no es un sueño extraordinariamente vivido… Y tengo miedo de despertarme de un momento a otro sentado en el desintegrador… E. —Tranquilízate. Pronto te adaptarás a tu nueva vida. Te conocemos lo suficiente para saber que tu sitio está entre nosotros. TI. —Es un honor que sin duda no merezco… porque, decidme, ¿cómo puede hacerse útil un bárbaro terrestre en vuestra avanzadísima civilización? ¿Cuál va a ser mi misión entre vosotros?
El Padre, desde que ha vuelto al escenario, ha seguido haciendo sus pamplinas. De pronto parece despertar de su extraña locura y adopta un aire solemne y patriarcal.
PADRE. —Puedes ser útil de muchas maneras, hijo mío… E. —(Sorprendida). Padre, ¿ya has vuelto? O. —No te esperábamos tan pronto. Nos alegramos de verte, pero no deberías interrumpir tan bruscamente tus descansos. P. —Sí, ya lo sé, mi logiquísimo Ornol, pero la presencia del terrestre en las circunstancias actuales es lo suficientemente importante como para hacerme volver en mí antes de lo programado. TI. —Pero usted…
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 115
P. —No, hijo, no estoy loco, aunque es muy comprensible que te lo haya parecido… Y , por favor, no me des ese tratamiento que los terrestres utilizan cuando se sienten o quieren sentirse lejos de alguien… Ven, hijo, siéntate a mi lado. (Se sientan). E.—(A TI). Padre, por la gran responsabilidad de su tarea, está sometido a una tensión intelectual y emocional enorme, y de vez en cuando necesita un descanso integral… O. —Entonces proyecta su ego adulto fuera de sí mismo, y su substrato infantil, su emotividad primaria reprimida, se libera sin trabas y así se descargan las tensiones psíquicas. P. —La cordura es algo agotador, hijo mío, y a veces hasta peligroso. No se puede abusar de ella. Se han producido muchas catástrofes por un exceso de cordura. TI. —Pensándolo bien, en la Tierra existen ciertas prácticas orientales muy semejantes. P. —Hay un viejo proverbio arturiano que dice: «Todo fenómeno propio de una raza antropoide tiene su homólogo en las demás, ya sea desarrollado, potencial o atrófico». Pero volvamos a lo de antes. La mejor y más importante manera de ser útil es la de ser feliz a nuestro lado. Nosotros, ya te habrás dado cuenta, podemos comunicamos telepáticamente, y tú con el tiempo aprenderás a hacerlo. Toda nuestra raza vive en un constante estado de empatia. Es como si los flujos emocionales de todos nosotros crearan una especie de atmósfera, un clima… O. —… un continuum psíquico… P. —… que nos envuelve, acompaña y fortifica a todos nosotros. E. —Somos como células sumergidas en un protoplasma común que se enriquece con cada una de nuestras alegrías, con cada uno de nuestros sueños, y del que todos bebemos hasta saciamos sin agotarlo jamás. Cuando despierten tus facultades mentales aletargadas, será como si oyerás en tu interior una música dulcísima hecha de sonidos y colores, de aromas y caricias y mil cosas más que ahora no puedes entender. P. —Cuando seas activamente uno de los nuestros, nuestro potencial psíquico aumentará, no sólo cuantitativa, sino también cualitativamente, ya que por ser de una raza distinta hay en tu psique matices nuevos para nosotros… O. —… Si bien nuestras estructuras mentales son del todo semejantes, mejor dicho, homotéticas. E. —Será como introducir un nuevo instrumento en una gran orquesta. O. —Una nueva variable en la función empática envolvente. P. —Y además, hay mil maneras en que puedes ser útil. Pero, por supuesto, eres un miembro de la confederación galáctica con los mismos derechos que cualquier
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 116
otro, y eres por tanto completamente libre de elegir tu suerte y tus actividades. Puedes ir adonde quieras y cuando quieras, y solicitar nuestra ayuda siempre que la necesites. TI. —(Como reaccionando a una clave hipnótica). Miembro de la confederación galáctica… Juraría que he oído esas mismas palabras otra vez… Estoy seguro… Y esta imagen… ¡Esta imagen de la Tierra suspendida en la noche la he visto otra vez, tan nítidamente como la veo ahora! P. —Es un fenómeno comprensible, hijo mío. Ten en cuenta que hemos estado observándote muy directamente, y aunque tú no eres telépata en acto, puedes haber captado subliminalmente algunas de nuestras imágenes mentales más frecuentes, y ahora, al verlas u oírlas en persona, te resultan familiares. O. —Podríamos decir que es una consecuencia del principio de Hei-senberg trasladado al plano de la observación psicológica. TI. —Entiendo… Eso explicaría por qué a veces he tenido la sensación de evocar recuerdos ajenos, de soñar sueños de otro…
E llama a O aparte. P y TI siguen hablando, pero no se les oye.
E. —¿Por qué no le decimos de una vez toda la verdad? No es justo jugar así con
él.
O. —Comprendo lo que sientes, Eizal, pero no podemos hacer otra cosa… Todavía no está maduro para saberlo todo… ¿Quieres convertirlo en un desequilibrado? La mente de los terrestres es frágil como las flores de hielo marcianas, Eizal, hay que manejarla con sumo cuidado. Cuando esté maduro para ello, él mismo abrirá todas las puertas de su memoria y sabrá la verdad completa. E. —(Llorosa). Perdóname, Ornol, pero es tan angustiosa esta espera… ¿Cuándo acabará este horrible ciclo de persecuciones y condenas? Tal vez, si se lo dijéramos todo, se quedaría a nuestro lado definitivamente. O. —No, Eizal, sólo serviría para trastornarlo. Hay que dejar que llegue hasta el final a su manera y a su ritmo. E. —Es insoportable… O. —Cálmate, Eizal. Sé que todo este asunto de la Tierra es muy desagradable, especialmente para ti. Pero de una forma u otra acabará pronto. Nuestros extrapoladores sociológicos aseguran que el punto crítico está ya muy próximo. Ahora debes descansar un rato. ¿Quieres que te hipnotice?
E afirma con la cabeza. Es hipnotizada, se tumba y queda inmóvil.
O se dirige hacia P y TI, cuyas voces empiezan a oírse de nuevo.
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 117
P. —Es por eso que hay que tomar todo tipo de medidas para evitar que una raza hostil ponga en peligro la paz secular de la confederación. TI. —Por supuesto… Pero no comprendo por qué tenéis miedo de la Tierra… Su civilización es casi prehistórica en comparación con la vuestra. P. —Tu raza avanza muy deprisa, hijo, demasiado deprisa y en una sola terrible dirección. Nosotros no somos guerreros ni estamos preparados para la guerra. En las circunstancias actuales podríamos aniquilar a los terrestres con sólo mover un dedo, por supuesto… Pero dentro de unos años ya no será así. La Tierra ya tiene bases en la Luna y Marte, y sus armas son cada vez más perfectas y terribles. Si en un futuro no demasiado lejano decidieran enfrentarse con la confederación… O. —Suponiendo que antes no se destruyan entre sí, naturalmente. P. —… serían derrotados, desde luego, pero no sin pérdidas por nuestra parte. O. —Comprenderás que no podemos permitir que eso ocurra. P. —No sólo por evitar los perjuicios directos que a nosotros nos reportaría una guerra, sino también, y principalmente, porque no queremos llegar al extremo de vernos obligados a dar de baja de la suscripción de la vida a nuestros semejantes. TI. —¿Puedo preguntaros qué pensáis hacer, llegado el momento? P. —El momento ha llegado ya; hijo mío, dentro de unos años, como muy tarde, bombardearemos la Tierra con una radiación esteriliza-dora, de forma que a partir de entonces no será concebido ningún nuevo ser humano. Es la única forma incruenta de truncar el catastrófico proceso iniciado por tu raza. TI. —¿Esterilizar a toda la humanidad? ¡Y a eso lo llamáis incruento! No es posible… No es posible que seres justos y bondadosos como vosotros puedan exterminar así a todo un planeta… ¡Es un monstruoso genocidio! O. —«Geocidio», en todo caso, ya que lo que se elimina es la Tierra misma como continuidad biológica y racional, pero sin hacer daño a un solo hombre. TI. —¿No es hacer daño a un hombre privarle del derecho de tener hijos? P. —Ese derecho lo han perdido desde el momento que no han sabido crear un mundo libre y justo para sus descendientes.
¿Hay derecho a engendrar hijos para la mentira y la opresión, para la guerra y el repruebo?
TI. —(Desesperado). Tiene que haber otra solución… Tenéis que darle a la Tierra otra oportunidad. P. —¿Otra oportunidad, has dicho? Cada nueva generación es una nueva oportunidad, hijo mío. ¿Cuántas generaciones han pasado desde que el hombre aprendió a organizarse socialmente en estados icrárquicos y poderosos? ¿Cuántas oportunidades han sido desperdiciadas desde que existen las grandes civilizaciones de
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 118
la humanidad? TI.—(Sentado con la cabeza gacha). No, no… P.—(Se sienta junto a TI y apoya la mano sobre su cabeza). Escucha. Déjame que te cuente una historia que ya conoces. Hace casi tres mil años, existió en la Tierra una ciudad tan depravada y abyecta que sus habitantes no dudabam en acudir al atropello o al crimen para satisfacer sus aberradas pasiones. En cierta ocasión, una nave de observación procedente de Centauro tuvo que aterrizar en las inmediaciones de la ciudad a causa de una avería, y dos de los tripulantes se aventuraron a entrar en el núcleo urbano en busca de provisiones y materias primas para los trabajos de reparación. Fueron atendidos por un hombre honrado y bondadoso que los cobijó en su casa; pero los habitantes de aquel lugar maldito, atraídos por la insólita belleza de los extranjeros, intentaron apoderarse de ellos por la fuerza para someterlos a sus aberrantes prácticas sensuales. Espantados por aquella manifestación de degeneración colectiva, los centaurianos decidieron examinar a fondo la situación local, tras lo cual decidieron que Sodoma — tal era el nombre de la ciudad— y su vecina Gomorra constituían un enorme peligro para la humanidad y había que destruirlas. Los centaurianos, hoy miembros de la confederación, eran una raza noble y evolucionada, aunque bastante drásticos en sus medidas, por lo que, tras evacuar a las pocas personas honradas del lugar, destruyeron las ciudades con una sencilla y expeditiva bomba atómica. UN ESPECTADOR. —Entonces la destrucción de Sodoma y Gomorra no es una leyenda, ni fue una obra de los enviados de Dios, como dice la Biblia… O. —¿Por qué no? Es una forma válida de expresarlo. ¿Acaso no llamaban «Dios» a la personificación operante del Bien y la Justicia? P. —No es, por tanto, incorrecto considerar como sus enviados a quienes obraban en nombre del bien de la humanidad, impulsados por un sentimiento superior de rectitud y justicia. O. —En este sentido, vuestra Biblia tiene razón. P. —Fue una medida excesivamente cruenta que hoy la confederación no permitiría, por supuesto. Pero actualmente nos enfrentamos, a escala no ya planetaria sino cósmica, con el problema de una nueva y enorme Sodoma, con todo un mundo contaminado, no por vulgares aberraciones sensuales, sino por algo mucho más profundo y terrible: el repruebo y la ambición como sentimientos motores, la guerra como recurso económico, la opresión convertida en ley, la mentira institucionalizada… Una gran Sodoma tecnológica, una gigantesca máquina ciega, de la que cada hombre es engranaje, encaminada a la destrucción. Créeme que lo sentimos tanto como tú, hijo mío. Es como dar de baja de la suscripción de la vida a un hermano menor, pero no hay más remedio.
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 119
O. —Podríamos considerarlo una mezcla de eutanasia y amputación preventiva a nivel cósmico.
TI oculta el rostro entre las manos, desesperado. P y O guardan respetuoso silencio. Al cabo de unos instantes, E se mueve.
E. —(Despertando del sueño hipnótico) ¿Me has llamado? TI. —¡Si! En lo más hondo de mi desesperación ha nacido una voz nueva, un grito informulado que te llamaba precisamente a ti… ¡Y tú me has oído! ¡Ayúdame, Eizal, dime que todo esto es una pesadilla! E. —(A P y O) ¿Se lo habéis dicho? P. —Sí. E. —¿Todo? O. —Sólo le hemos dicho que la humanidad va a ser esterilizada. E.—(Se sienta junto a TI y lo abraza). Pobre querido terrestre, descarga sobre mí tu gran dolor, déjame que te ayude a soportarlo.
E y TI quedan abrazados, inmóviles y silenciosos. P se dirige al público y O permanece ligeramente detrás de él.
P. —(Al público). Hay cosas que, o bien resultan obvias, o bien son dificilísimas de comprender. Por ejemplo, que un átomo de lo existente pesa más que mil mundos utópicos, que un solo hombre vivo es más importante que un proyecto de humanidad. Con demasiada frecuencia se habla del futuro como si ya existiera, conservado en un inmenso almacén, y nosotros no tuviéramos más que ir desembalándolo día a día. Con demasiada frecuencia se habla de las futuras generaciones como si ya estuvieran haciendo cola a la puerta de la existencia. En la confederación tenemos una regla fundamental, que puede resultar obvia o dificilísima de comprender: «No se puede pesar en la misma balanza seres reales y fantasmas».
De pronto, TI se incorpora resuelto.
TI. —¡No lo permitiré!
O y Pie miran asombrados. E permanece inmóvil, con la cabeza gacha.
TI. —No puedo permitirlo. Perdonadme, hermanos, no veáis en mí a un enemigo,
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 120
pero no puedo permitir que exterminéis mi raza sin antes intentar redimirla de algún modo. P. —¿Qué piensas hacer para evitarlo? TI. —Habéis dicho que soy un miembro de la confederación galáctica, ¿no es así? P. —Así es. Con los mismos derechos que cualquier otro. TI. —Y puedo ir libremente adondequiera y cuando quiera. P. —Por supuesto. TI. —Pues bien: quiero volver a la Tierra ahora mismo. Si emitís las radiaciones esterilizadoras, dañaréis directamente a un ciudadano de la confederación. Mejor dicho, a dos, puesto que hace unos instantes Eizal me ha aceptado por compañero. O. —¿Habéis establecido comunicación telepática plena? E. —Sí, y nuestras mentes se han fundido ya en una sola. P. —(Tras unos segundos de silencio). Está bien. Como te habíamos dicho, eres perfectamente libre de volver a la Tierra, y debo admitir que ello nos obliga a reconsiderar nuestros planes y, cuando menos, a retrasar el proyecto de esterilización. Has conseguido esa nueva oportunidad de la que hablabas, y te deseamos de todo corazón que puedas y sepas aprovecharla. TI. —(Se acerca a Py toma sus manos). Gracias, Padre. Lo haré. Debe de haber alguna forma… Reuniré a los que todavía no han sucumbido del todo al sistema, e iremos liberando a otros poco a poco. Será duro, pero lo conseguiremos. Con las facultades mentales que gracias a Eizal y a vosotros acabo de adquirir, y que siento crecer momento a momento en mi interior, todo será más fácil. Nacerán hombres nuevos, capaces de construir un mundo nuevo sin reprobar el antiguo. Y un día la Tierra será digna de formar parte de la confederación galáctica. P.—(Lo abraza). Nuestra inteligencia y nuestro amor te acompañan siempre, hijo mío. O.—Los abraza). Te deseamos suerte, hermano.
E y TI se abrazan. No hablan pues no lo necesitan. Primero se miran a los ojos cogidos de las manos, luego se vuelven hacia la Tierra. P y O se dirigen al público.
O.—(Señalándolos). Dijo una vez un humano, famoso por haber escrito la historia de un pequeño príncipe extraterrestre, que amor no es mirarse a los ojos, sino mirar en la misma dirección… Si bien en este caso la dirección en la que miran es un tanto… inquietante. P. —Ya no necesitan hablarse: sus mentes se han fusionado del mismo modo que dos acordes, sin perder su individualidad, se funden en un nuevo sonido. O. —Podríamos decir que (Titubea)… No, no hay un símil científico que exprese
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 121
satisfactoriamente la fusión de dos psiques. En estos casos no hay más remedio que acudir a la poesía.
TI entra en el transmisor de materia. E permanece frente a la cabina, despidiéndolo mentalmente
P. —Ahora vuelve a la Tierra lleno de entusiasmo, a emprender la difícil tarea de la redención. O. —La arriesgada tarea de la redención de un mundo al que nunca le ha gustado que intentaran redimirlo y que nunca ha perdonado a sus redentores. P. —Pero mientras haya un solo hombre como él, habrá una esperanza para la humanidad. O. —El no lo sabe, pero ha estado aquí otras once veces. P. —Y siempre ha decidido volver a luchar contra sus semejantes para salvarlos. E. —(Juntándose a P y O). Hace más de cien años que lo trajimos por primera vez, sacándolo de la guandoca donde yacía condenado a cadena perpetua. Naturalmente, hemos introducido mejoras en su organismo, y se conserva muy joven para su edad. P. —Él no lo sabe porque las veces anteriores, el viaje de vuelta por transmisión material… O.—… debido a que en la Tierra lo rematerializamos un tanto bruscamente, aprovechando como condensador el somier de su cama previamente trucado… P.—… le producía un shock amnésico, y sólo recordaba imágenes aisladas de sus estancias entre nosotros. O. —Lo cual, a fin de cuentas, era ventajoso para su equilibrio psíquico. E. —Él solo descubrirá toda la verdad a medida que se amplíe el área de su conciencia. P. —Así absorberá de una forma natural y eficaz los contenidos de sus doce existencias, sin peligro de sufrir ningún trastorno. E. —Ahora sus facultades para-normales, estimuladas por la fuerza de nuestro amor, y de mi amor, se desarrollarán día a día hasta alcanzar nuestro nivel. O. —Podríamos decir que es un mutante por inducción (Mira hacia E)… digamos… erótico-sentimental. P. —El primer caso terrestre. A pesar de nuestros anteriores intentos, nunca lo habíamos logrado. E. —Pensábamos que nos llevaría otro siglo hacerlo despertar. P. —Es posible que ahora él, a su vez, induzca el desarrollo parapsí-quico de algunos de sus semejantes… E. —Y puede que, después de todo, no haga falta esterilizar a la humanidad.
lectulandia - epub y pdf gratis en español | libros ebooks - Página 122
P. —(Serio y mirando fijamente al público, como aludiendo directamente a los espectadores). Pero, de ser necesario, es decir, si todo sigue igual, lo haremos. O. —Suponiendo que antes no se autodestruyan, claro. P. —Lo cual es bastante probable. E. —(Al público) ¿Sabéis una cosa? Vosotros podríais evitar esta desagradable situación. O. —Es cierto. Vosotros, los abúlicos y conformistas terrestres del siglo XX, habéis contribuido en gran medida a la potenciación de los factores cuya extrapolación histórica inmediata sitúa a la humanidad en un difícilmente evitable punto final de aniquilación. E. —¿No os da vergüenza? ¿Qué habéis hecho con las alternativas?
(Facultativo: E y O bajan del escenario y se pasean un rato entre los espectadores, riñéndoles, haciéndoles preguntas y tal).
P. —No perdáis el tiempo. Los terrestres nunca se dan por aludidos. E. —Es verdad. ¡Mira qué cara ponen de no haber roto un plato en su vida! P. —En la Tierra, la culpa siempre es ajena. Es la única de sus pertenencias que un terrestre reparte generosamente entre los. demás sin guardar nada para sí mismo. O. —Así son de desprendidos. P. —(A E y O). Hijos míos, declaro el día festivo. Creo que necesitamos unas breves vacaciones abreactivas de veinticuatro horas. E. —¿Y el mensaje? P. —¡Ah, claro! (Se vuelve al público. Enigmático): Vamos a deciros un secreto, pero tenéis que prometernos… que se lo contaréis a todo el mundo… LOS TRES A CORO. —Alguien os está tomando el pelo…
EPÍLOGO INVEROSÍMIL
Los espectadores se marchan inquietos y pensativos. Sus facultades críticas se activan poco a poco y deciden reorganizar su existencia sobre bases auténticas de amor y libertad. Con el tiempo van ganando adeptos. La humanidad se transforma. La tierra es admitida en la Confederación Galáctica, y por tanto, la presente extrapolación no ha lugar, destruyéndose a sí misma. He aquí, pues, una parábola del tan cacareado suicidio del sistema
.
 
Última edición:
me gusta la fruta... He dolido la rueda del raton para llegar aquí abajo. Pon spoiler al menos
 
dice el tal carlo ese vecino tuyo que si la propiedad intelectual que le estás moliendo es porque un dia no te saludó por el barrio o qué?
 
dice el tal carlo ese vecino tuyo que si la propiedad intelectual que le estás moliendo es porque un dia no te saludó por el barrio o qué?

Mi vecino era otro.

Yo creo que mostrar un relato completamente desconocido de la década de los 70 o así y que hasta donde yo sé solo está publicado en una edición ya descatalogada es más una ayuda que una jodienda, pero si supone algún problema lo elimino a la de ya.
 
Volver