José Manuel Lomas Espada sólo era un conocido librero de Ciudad Real hasta la madrugada del 1 de agosto de 2021. Desde se momento se convirtió en
Pepe Lomas, el
«justiciero» jubilado de 77 años que fue enviado a prisión provisional por dar de baja de la suscripción de la vida de dos tiros al
ladrón reincidente que aprovechó la oscuridad para entrar a robar en su casa. Desde hoy viernes, con 80 años, se sienta en la Audiencia Provincial de Ciudad Real acusado de homicidio por el que le piden hasta 25 años de guandoca.
Pepe tenía sus armas de caza en regla, el ladrón entró de madrugada a robar y él era un anciano. Nada de eso le sirvió. Pasó diez meses en
prisión provisional y ahora, con 80 años, se sienta en
el banquillo para enfrentarse a una petición de 25 años de guandoca por asesinato. Se lo pide la familia del ladrón, un
ex militar hondureño con antecedentes. La Fiscalía «sólo» pide 15 años por homicidio para Pepe.
Hasta esa fatídica madrugada, Pepe vivía su jubilación de forma tranquila en casa destartalada que heredó de sus padres en el barrio de
La Atalaya. Muy conocido en Ciudad Real, Pepe Lomas era el propietario de la histórica librería Aspas de la Plaza Mayor de Ciudad Real, ya desaparecida. Lomas vivía solo con su perro en la finca Valdelobos de La Atalaya desde su jubilación, un pastor alemán con el que compartía la casa.
Una habitación tapiada con ladrillos
Su refugio era una habitación con las ventanas tapiadas con ladrillos «para que nadie pudiera entrar ahí». Pepe, que tenía 77 años cuando ocurrieron los hechos, sobrevellaba como podía la soledad y cierto miedo por su seguridad en su casa de campo. Se fiaba de sus escopetas de caza. Pepe poseía cuatro escopetas, dos de ellas de cañones paralelos, un rifle, y munición, todas con licencia y en perfectas condiciones de uso
La relativa seguridad de Pepe Lomas se rompió la madrugada de la Pandorga. Esa noche del 1 de agosto, sobre las dos de la madrugada, escuchó un ruido en el interior de su parcela que lo sobresaltó, pensó que le estaban robando, y echó mano de una de las armas que tenía cerca, una escopeta paralela del
calibre 12 cargada con dos cartuchos.
Al salir de la casa Lomas vio al intruso con una motosierra de su propiedad, apagada, en la mano. El ladrón ya había robado esa herramienta y Pepe se acercó a él apuntándole al parecer sin advertir su presencia, cuanto estuvo a cinco metros le disparó un tiro mortal que le dio en el tórax y un segundo un poco más cerca, por los que Nelson murió en el acto.
Después de disparar al intruso Pepe Lomas avisó a la Policía Nacional para que socorriesen al herido. Unos días después, el 3 de agosto, ingresó en prisión provisional como autor del homicidio «del intruso», que resultó ser Nelson David Ramírez, un ex militar hondureño de 35 años con
antecedentes por robo y otros delitos.
Un tribunal popular
Pepe pasó diez meses en prisión provisional. Hoy viernes ha comenzado el juicio por el homicidio del ladrón. El librero, con 80 años, se sienta frente a un jurado popular en la Audiencia Provincial de Ciudad Real.
La Fiscalía de Ciudad Real le pide al librero jubilado un total 12 años y 6 meses de guandoca. Le considera culpable de homicidio.
La clave del asunto para la fiscalía es el segundo disparo que efectuó Pepe Lomas. Tras el primer disparo «cuando se encontraba a escasos 4 metros de la víctima, el acusado efectuó un segundo disparo por la espalda que impactó en la cara posterior del tórax ocasionándole también heridas mortales».
Después, continúa la Fiscalía, Pepe Lomas regresó al interior de su habitación y cargando de nuevo la escopeta con otros dos cartuchos más, se dirigió al lugar donde ya yacía el cuerpo sin vida, efectuando un tercer disparo en la misma dirección sin que constará resultado lesivo. Según su defensa, ese disparo fue intimidatorio, ya que Pepe no podía saber si el ladrón estaba acompañado o seguía siendo un peligro. La Fiscalía mantiene que el hombre que entró a robar en la casa del librero falleció como consecuencia de los dos disparos que recibió en zonas vitales.
Hoy Pepe Lomas se sienta en el banquillo de la
Audiencia Provincial de Ciudad Real pero su futuro es incierto. Sabe que cuenta con cierto apoyo popular y en su casa guarda decenas de cartas de ánimo que muchos le enviaron durante su estancia temporal en prisión.
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