Mahoma, el travestismo, y la Patrulla Musulmana de Londres

Skylar

Benedicta tu in mulieribus
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:D:pienso::roto2:



David Wood comenta ciertos detalles sobre las costumbres privadas del Profeta tal y como las narran los hadices SAHIH de Al-Bujari (2442), Al-Muslim, etc, a cuento de las actividades de la autodenominada "Patrulla Musulmana de Londres".

Los defensores y apologetas del Islam suelen argumentar que las palabras árabes "thawb" y "mirt" están "mal traducidas". Ya. Claro. En todas las diferentes traducciones de Al-Bujari al inglés, como la de Mohammed Muhsin Khan o la de Aisha Bewley, que por lo visto se equivocan una tras otra en el mismo punto, y también en las traducciones a los demás idiomas. :) Según estos defensores, en realidad dichas palabras no se refieren a prendas de vestir, sino a ropa de cama. Es decir, que no estaríamos hablando de alguien que recibe "revelaciones divinas" cuando se pone la ropa de una niña, sino cuando tiene sesso con esa niña. ¡MENOS MAL!

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NOTA INFORMATIVA SOBRE AISHA:
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Mahoma se casó con Aisha, la hija de su segundo al mando, Abú Bakr (que sería después su sucesor y primer califa) en La Meca, cuando ella tenía 6 años y él 51. El matrimonio se consumó tres años después, ya en Medina, cuando Aisha tenía 9, como confirman el Sahih Al-Bujari (o Al-Bukhari) (7:62:64) y otras fuentes, por narración de la propia Aisha.




Los propagandistas islámicos suelen decir que los matrimonios a esta edad eran "la costumbre de la época". Lo más normal del mundo, vamos. Esto es falso, como prueba el hecho de que el msimo Abu Bakr se atreviera a poner unas objeciones muy sencillas (que no sería correcto ceder a su hija a "su hermano") que llevaron a Mahoma a esperar 3 años antes de llevarse a la niña a su casa.




No debía de parecerle a Abu Bakr tan normal como se nos quiere hacer creer, cuando asumió el riesgo de ponerle peros al Profeta. (algo muy, muy, pero que MUY peligroso). Aunque fuesen unos "peros" tan estúpidos como los que puso. (si ser "hermanos" en la Fe contase como parentesco sanguíneo, entonces no podría haber matrimonios entre fieles a la religión del amor, ¿no?) Y por supuesto no debía de ser ése el verdadero impedimento de Abú Bakr, cuando sólo el paso de tres años pudo hacerle entrar en razón.

Y si Mahoma pudo cambiar tantas y tantas costumbres de los árabes, (como el ser politeístas o judíos, sin ir más lejos) entonces también pudo haber cambiado ésta, si realmente hubiera sido tal costumbre, en vez de "santificarla" con su ejemplo. Fue a partir de Mahoma, y gracias a él, cuando esta salvajada llegó a ser habitual.

Otra disculpa que suele presentarse es que estos matrimonios cumplían funciones políticas. Sellar alianzas, acercar tribus, dificultar futuras guerras mediante vínculos familiares. Sin embargo, ¿qué ganaba políticamente Mahoma estrechando lazos de sangre con Abu Bakr, el primer hombre adulto fuera de su familia en convertirse al Islam, su mano derecha y sucesor? ¿Qué fidelidad, lealtad o devoción iba a ganar Mahoma, que no tuviese ya? La justificación política es una mentira islámica más, que cae por su propio peso. Abú Bakr cabalgó con Mahoma, mató por él, y se hubiera dejado dar de baja de la suscripción de la vida por él, ya antes de entregar a su hija.

En el tema de Aisha sólo cabe una conclusión lógica: Mahoma lo hizo PORQUE PUDO Y PORQUE QUISO.

¿Y por qué quiso?

¿Compartían muchas cosas un viejo de 51 y una niña de 6?

¿Mismas aficiones, mismos gustos, misma visión del mundo y de la vida, mismo sentido del humor?

¿Puede una niña de 6 años mostrar tal personalidad, inteligencia, madurez o sentido común como para que esas cualidades cautiven a un hombre que en el siglo VII era ya de edad avanzada?




¿Qué buscaba Mahoma en Aisha?
 

Araco

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Vaya, ya estoy viendo a los amenazados por los hordas católicas con machetes hablando del profeta travestido que recibía los mensajes del malo amando con una niña... Un momento, travestismo, rituales sensuales, ¿no es claramente satanismo?. No me extraña que desde siempre lo consideraran una creación del malo, es que no cabe duda de ello.
 

A.B.C.

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Mahoma, el travestismo, y la Patrulla Musulmana de Londres

Muy interesante. Lo que en Londres hay que hacer es echar rápido a todos los fieles a la religión del amor y no habrá "territorios fieles a la religión del amor"...; y ya, no tendrán razon de ser las "patrullas musulmanas"
 

lacuentaatras

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sería interesante que algún de la religión del amor defienda este despropósito.....

(duda sana; tengo buena relación con los fieles a la religión del amor (aunque estoy muy en contra de "puertas abiertas" y este disparate))....y mejor con una ex)
 

Palpatine

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Al final resultará gays el mofeta pederasta epiléptico
 

El Ariki Mau

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El que ataca a Mahoma ataca al colectivo LTGB, avisaus quedáis. La inmisericorde masacre, la destrucción sin paliativos que hace el del vidrio a la figura de Mahoma, con lo que ha costao alcanzar los derechos para las formas sensuales alternativas, es homofobia y todo eso.
 

A.Normal

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No se si conocéis este blog pero parece bien documentado

No se encontró la página | Verdades que ofenden.. / 07/07/2015



«El Islam ofrece dos caminos seguros para guía de la humanidad: Uno de ellos es el Corán con sus versículos manifiestos. El otro camino, consistente con el primero, es lo que nosotros llamamos la Sunna o Hadîth.»
Así empieza el prólogo de una edición moderna del Hadith, esa senda alternativa, aunque consistente con el Corán y no menos fiable, pues la meta es una misma: la salvación del creyente [1].
No hace falta ningún motivo especial para que Occidente se interese por el Islam, y menos que ninguno la reciente masacre yihadista, bajo pretexto de supuestas ofensas a Mahoma y su religión. Tampoco hay que mezclar ese interés con la islamofobia, aunque la relación exista, pero es otro problema.
Nadie debe poner en duda la buena fe de muchos creyentes fieles a la religión del amor, como la de muchos cristianos y judíos, por ceñirnos a la llamadas ‘Tres Religiones del Libro’. Pero la buena fe no está reñida con el examen crítico de lo que se profesa. Si una religión preconizara el sacrificio humano y el canibalismo, la necrofilia, el robo a mano armada y la opresión del débil por el fuerte, sería cosa de investigarla, a la religión y a sus líderes, para proscribirla y ponerlos a buen recaudo, en una sociedad civilizada.

Religiones y razón crítica
El hecho es que en los libros sagrados de las tres religiones se leen cosas chocantes con la idea laica moderna de lo que es aceptable. La Biblia pone en boca de Dios preceptos de violencia, esclavitud e incluso exterminio del ‘otro’. El Nuevo Testamento fomenta el antisemitismo, tolera la esclavitud y consagra cierta inferioridad de las mujeres. Las religiones judía y cristiana tienen amplio historial de intolerancia y violencia, consecuente en parte con sus contenidos doctrinales.
Sin embargo, tanto el judaísmo como el cristianismo han aceptado para sus libros sagrados, sus instituciones y toda su ejecutoria religiosa y cultural, una autocrítica racional liberal, con el resultado de una entente entre creyentes y no creyentes, admitiendo todos que la convivencia se basa en el laicismo político.
Muy otro es el caso del Islam. Esta religión todavía no ha pasado su sarampión crítico y por lo mismo no ha entendido el valor del laicismo. El Islam ortodoxo sigue tratando de imponer su norma religiosa (sharica) como base del ordenamiento civil –que en rigor no es ‘civil’ allí donde el Islam manda [2].
«Lo que uno cree es irrelevante para la Física», dice el protagonista de ‘La Teoría del Todo’. Cualquier creencia es irrelevante para la realidad. Incluso (y esto sí que es paradoja) lo que uno crea es irrelevante para la Religión. Desde un punto de vista racional laico, ninguna religión es más verdadera que otra, y ninguna está por encima de la libertad individual, lo mismo si se trata de aceptar o no aceptar religión, que de cambiarla o renunciar a ella. Esta es una de las cosas que, por falta de auto crítica, los fieles a la religión del amor no han entendido.
El Islam en teoría no se impone por la fuerza. En la práctica, ese principio se ha violado muchas veces. Allí donde el Islam gobierna, la apostasía se castiga con la muerte, y en todo caso, con un rechazo equivalente a muerte civil. En cuanto a las demás religiones, se las contempla desde una superioridad nada proclive a las comparaciones, y las críticas que se hacen de ellas, para uso de los fieles, suelen ser muy displicentes.
En este sentido, como en otros más, es excepcional la secta islámica heterodoxa Ahmadiyyah [3]. Son proselitistas estudiosos que no rehúsan la confrontación y aprovechan todos los recursos de la crítica contra la Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento) o contra los Vedas del hinduismo.
Desde hace muchos años tengo una edición ahmadiyyah del Corán [4]. En un estudio introductorio bastante extenso, presentando el Islam y su revelación , se entabla un análisis bastante racionalista de la Biblia y algo se dice también contra los Vedas. Por supuesto, a los autores ni se les ocurre aplicar la misma criba a su propio texto sagrado. Tal proceder es normal en la divulgación y catequesis islámica que podríamos llamar más ‘abierta’. Es como decir que el Islam, el Corán y Mahoma no admiten crítica porque no tienen tacha, son intocables; cosa que el no creyente no tiene por qué admitir bajo palabra.
Aquí conviene prevenir un malentendido. Nadie niega que dentro del Islam en la Edad Media se aplicaron métodos críticos en el estudio de textos y tradiciones. Eso mismo ya existía también entre judíos y cristianos, discutiendo por ejemplo si una frase de la Biblia pertenece al texto ‘original’, o si es glosa interpolada, o cómo se interpreta. Aquí no se trata de esas ‘críticas’ internas de tipo técnico, usadas desde siempre en filología, derecho, medicina etc. La crítica racionalista, cartesiana, es otra cosa. Aquellas críticas buscaban la depuración y la concordancia interna del sistema. Esta otra busca contrastar el sistema con la razón más pura y objetiva a nuestro alcance.
El Libro y la Palabra
En su día escribí un artículo, ‘Qué dice el Corán’. Hoy toca escribir este otro, ‘Qué dijo Mahoma’. Los títulos marcan una diferencia: si el Corán se autoproclama palabra de Dios, la sunna quiere ser la palabra de su Profeta.

Ya antes de Mahoma, entre los árabes regía la sunna: la regla de conducta marcada por la tradición de los antepasados. Al implantarse el Islam, junto con el Corán se implanta una nueva sunna: el ejemplo de Mahoma en sus hechos y sus dichos. Esa vida ejemplar se conocía gracias al hadîth, que en árabe significa ‘relato’ o ‘dicho’. En sentido técnico, es el conjunto de dichos, relatos o anécdotas de o sobre Mahoma, que no se escribieron entonces, sino que circularon como tradición oral.
Los hadithes [5] se citaban de memoria en la vida diaria, en la predicación, en la enseñanza, en el juzgado, según venían a cuento para ilustrar un tema, una situación concreta. Dado que muchas veces se ventilaban temas conflictivos, aparecían nuevos hadithes como de encargo, incluso contradictorios. Muchos conversos al Islam eran judíos o cristianos de sectas muy diversas, o de otras religiones con sus tradiciones propias, y así no era raro sacar a Mahoma opinando sobre materias que en vida nunca llegó a conocer.
Pronto se sintió la necesidad de compilar y poner en orden tanta mole no escrita. Las primeras colecciones se formaron con dichos sobre todo de origen medinés (Medina, la ‘Casa de la Sunna’). Esto ya marcaba un sesgo, el mismo que tomó el Profeta en su etapa de mayor autoridad y prestigio hasta su muerte.
El primer problema era distinguir lo auténtico de lo apócrifo, seleccionando además las variantes más seguras. Para la mentalidad de los tradicionistas fieles a la religión del amor en el siglo III de la Hégira (siglo IX de la Era Cristiana), el requisito de garantía era la ‘cadena de transmisión’. Por eso, en todo hadîth se distinguen dos elementos: el texto (matn, cuerpo, sustancia) y el isnâd o cadena de testigos por orden ascendente, hasta el primero que citó el texto en cuestión.
Insisto aquí en lo dicho sobre ‘crítica’. Los especialistas en hadîth debatieron ásperamente la autenticidad, pero en su mentalidad les preocupaban sobre todo las minucias técnicas de la transmisión o isnad. Aquella crítica se cebó más en la cáscara que en el meollo.
De tantas colecciones, algunas alcanzaron gran prestigio por su riqueza y método, sobre todo la de Al-Bujari y la de Muslim (siglo IX). Ambas pasan por sahih (sano, auténtico) y están disponibles en la red en texto bilingüe árabe-inglés. El Sahih de Muslim cubre 7 tomos. El Sahih de Al-Bukhari, 9 tomos, pero hay también una edición resumida bilingüe en un tomo de más de 1.000 páginas [6]
Quede bien entendido que en estas ediciones lo ‘sano’ es el original árabe. El inglés, a menudo desconcertante, es responsabilidad del traductor, aunque sin duda alguna un doctor de Universidad Islámica conoce bien su trabajo, y así lo acredita el revisor parcial del resumen [7]. No en vano dijo Mahoma:
«Quien quiera que de mala fe me atribuye algo falsamente, ya puede ir buscando su asiento en el Infierno».
Toda esta mole –y es sólo una parte del edificio– criba más de 5.000 anécdotas distintas, cada una con su cadena de transmisión oral. El material se distribuye en libros con sus títulos, y los libros en capítulos, pero los hadîthes llevan numeración correlativa propia .
El texto o sustancia suele ser un hecho o un dicho del propio Mahoma, o bien algo que dijo sobre Mahoma un testigo privilegiado: Aixa, la mujer y viuda del Profeta (conocida como ‘la Madre de los creyentes’); o bien alguno o varios de los ‘compañeros’ del Profeta etc.
Lo importante para el de la religión del amor es el valor normativo de la vida y la palabra de Mahoma, como modelo de conducta y de interpretación práctica del Corán. En este sentido, también los cristianos primitivos recogieron sentencias (lógia) atribuidas a Jesucristo, y que no constaban en el Nuevo Testamento. La gran diferencia es que el magisterio de Jesús se recoge ampliamente en los Evangelios, mientras que el Corán dice poco del magisterio personal de Mahoma [8].
¿De qué trata el hadîth?
El Sajij de Bujari comprende 88 libros. Desde un punto de vista profano, ofrece una panorámica de la cultura árabe en los siglos I-II de la Hégira, y para el antropólogo es una mina de información, pues el anecdotario cubre todos los aspectos de la vida privada y social, incluidos hábitos higiénicos, dietéticos, sensuales e indumentarios, buenos y malos modales, preocupaciones y supersticiones, eclipses, sueños, cuestiones éticas y rituales, deberes religiosos etc.
Según eso, llama la atención el ‘orden’ –o la falta de él, según nuestra lógica–, cuando a los tres primeros libros religiosos sobre Revelación, Fe y Conocimiento sigue un cuarto sobre Abluciones (incluidos problemas de retrete y sesso), un quinto sobre Baños (con otro tanto de sesso), y en fin, un libro sexto sobre la Menstruación, antes de pasar a la Ablución en Seco (tayammum) y, de nuevo, al tema propiamente religioso de las Oraciones, cómo, cuándo y dónde hacerlas.
Ni la Biblia, ni el Talmud ni los moralistas judeocristianos se han librado de fantasmas sensuales y lustrales. Pero en general esos temas de pureza ritual ya sólo preocupan y definen a la ultra-ortodoxia. En el Islam en cambio, todo el mundo es ultra-ortodoxo en ese sentido. Un tema fisiológico como la menstruación sigue figurando entre las grandes preocupaciones del buen creyente, porque esa misma importancia tuvo para Mahoma.
Es hora de asomarnos a un pequeño muestrario de la Sunna. Desde luego, los dichos no los he tomado al azar, pero tampoco buscando el morbo. Téngase en cuenta que el lenguaje es de lo más escueto y desinhibido, sobre cualquiera materia por escabrosa que parezca. Hay un tema de actualidad, que es el yihad o ‘guerra santa’, la violencia en pro del Islam. No tiene entrada en este artículo [9].
Por lo demás, que el lector pruebe y saque sus consecuencias.
Sobre la Revelación
Mahoma pasó por ser un místico que recibía información revelada. ¿Cómo y en qué condiciones? Veamos:
Crisis de angustia MSB, 1, 1, nº 2 (p. 49):
De Aixa:
En cierta ocasión, Al-Harith ibn Hixam preguntó al Apóstol de Alá:
–Apóstol de Alá, ¿cómo te sobreviene la revelación?
–A veces me sobreviene como el tañido de una esquila. Esta es la forma más difícil para mí, porque hasta que no se me pasa no me doy cuenta de lo que se me ha dicho. Otras veces el ángel se me aparece como un hombre que me habla, y yo entiendo lo que dice.
Añadió Aixa:
–También he visto sobrevenirle la revelación en día de frío intenso, que daba dientes con dientes del frío, mientras su frente se cubría de sudor.
Los accesos no fueron iguales desde el principio. Diríase que Mahoma va adquiriendo técnica, y en el culmen de su carrera profética las revelaciones se vuelven oportunistas, incluso previsibles, determinadas por la situación concreta. Aquí entran las famosas dispensas y contra órdenes respecto a lo ya revelado. Pero los comienzos fueron más trabajosos. El joven Mahoma estaba entonces casado con su protectora la viuda Jadicha, y lo que la joven Aixa, aún no nacida, pueda contar de entonces es de segunda mano:
Comienzos difíciles MSB, 1, 1, nº 3 (pp. 50-51):
De Aixa:
–En los comienzos, la inspiración del Apóstol de Alá consistía en una visión feliz en sueños. Realmente no veía cosa concreta, sino algo así como el despuntar del alba, y entonces le entraba gran deseo de retiro y se encerraba en la cueva de Hira, donde pasaba en adoración noches seguidas, antes de querer volver a su familia. Al efecto, tomaba consigo ración de comida. Luego volvía a casa de Jadicha y tomaba la comida igual que ella, hasta que venía a él la Verdad, y de nuevo él a la cueva de Hira.

[Aquí el relato pasa de tercera a primera persona.]
Entonces le venía el ángel y decía:
–Recita [mejor que ‘Lee’].
–No soy capaz de recitar.
Entonces el ángel me agarraba y me apretaba hasta dejarme sin fuerza. Luego me soltaba y decía:
–Recita.
–No soy capaz de hacerlo.
Por segunda vez me agarraba y apretaba el ángel, hasta dejarme exhausto, soltándome otras vez mientras decía:
–Recita.
–Imposible.
Entonces me agarraba y apretaba por tercera vez, y soltándome decía:
–Recita: “en el Nombre de tu Señor que creó al hombre de un cuajarón”. Recita: “y tu Señor es el más Generoso”.
¡Por fin! Cobraban cuerpo las primeras aleyas o versículos del Corán. Como se ve, Mahoma compartió con profetas más antiguos (Moisés, Jeremías) las primeras angustias y la dificultad para expresarse.
El Apóstol de Alá volvía a reunirse con Jadicha, y entrando a ella con el corazón palpitante decía:
–¡Tapadme, tapadme!
Y le tapaban, hasta que se le iba el espanto.
Entonces dirigiéndose a Jadicha le manifestaba:
–Temo por mi vida.
–No quiera Dios, por Alá, Él nunca te hará daño. Tú estás a bien con todo el mundo y te llevas bien con todos, ayudas al indigente, blasonas de hospitalidad, acudes a los desasistidos.
Entonces Jadicha le acompaña a donde Waraqa ibn Naufal Ibn Asad ibn Abdul-Uzza, un primo de Jadicha, que eventualmente había sido cristiano en tiempo de la ‘ignorancia’ [antes del Islam], y se dedicaba a copiar la Biblia Hebrea, como también textos del Evangelio, a la buena de Dios. Era muy anciano y estaba ciego.
Jadicha le dijo:
–Primo mío, escucha esto de tu sobrino.
–¿Qué has visto, sobrino?, preguntó Waraqa.
El Apóstol de Alá le refirió su visión. Waraqa le explicó:
–Se trata de la Ley, que Dios hijo bajar sobre Moisés. Ojalá vuelva yo a trabajar en ella, ojalá esté yo vivo cuando tu pueblo te expulse.
–¿Cómo, que han de expulsarme? –dijo el Apóstol de Alá.
–Sí. Nadie vino nunca con cosa como la tuya, sino a las malas. Si me indicas tu día, cuenta conmigo.
Sin embargo, Waraqa no tardó en morir, y entonces cesó la Revelación.
Pero la carrera del Profeta sólo había empezado. Tras una pausa, la Revelación se reanuda de repente y con nuevo brío:
Por fin, el Corán MSB 1, nº 4 (p. 52):
De Jabir ibn Abdalá al Ansari: Esto es lo que narró [Mahoma] sobre la pausa de la Revelación:
–Iba yo andando cuando oigo una voz del cielo. Levanto la cabeza, y he aquí el ángel que vino a mí en la cueva de Hira, sentado en un trono entre el cielo y la tierra.
Yo me asusté de él y volví sobre mis pasos:
–¡Tapadme, tapadme!
Entonces Alá hizo bajar [los versículos] (Azora 74), «¡Oh tú el tapado, levántate y despierta, y a tu Señor engrandece. Purifica tus vestidos y abstente de versificar» etc.
«Abstente del ruchz»: lo que suelen traducir como ‘abominación’ (ídolos, manjares impuros etc.), también puede referirse a expresarse en verso, como los oráculos paganos. Aunque el Corán está compuesto en prosa rimada, Mahoma siempre insistió en que él no era ‘poeta’.
El sello de la Profecía
Hemos visto al anciano copista cristiano Waraqa descifrando el primero las revelaciones confusas de su joven pariente, como reminiscencias oídas del Evangelio y de la Historia Sagrada. También según la tradición, Waraqa fue el primero que buscó y descubrió en Mahoma el sello de la profecía.
En todo el folclore universal se ha conocido el sello, la señal corporal o el amuleto que permite reconocer al héroe elegido. En el caso de Mahoma, la señal se refería a su calidad profética. El anciano buscó y rebuscó, hasta dar con un quiste abultado, del tamaño de un huevo de paloma, localizado en la espalda entre los omóplatos del visionario.
Sin embargo, una interpretación más elevada hará caso omiso de aquel estigma corporal, y se hablará de ‘el Sello de los Profetas’, como título del propio Mahoma. El último de los profetas después de Jesucristo, con él se cierra y sella la serie de enviados de Dios. El Islam, la religión definitiva.
Exclusivas de Mahoma, según Mahoma MSB 7, 1, nº 224 (p. 151)
Dijo el Profeta (ruegue Alá por él y tenga paz):
–Cinco cosas se me han dado, no concedidas a nadie antes de mí:
Soy victorioso por el terror en 30 jornadas de distancia [literalmente, un mes = unos 1.000 kms a la redonda].
La tierra me ha sido puesta como mezquita [lugar de oración] y como medio de purificación [ablución seca con tierra].
A mí me es lícito hacer presas, cosa no permitida a nadie antes de mí.
También se me ha dado la abogacía [facultad de intercesión, el Día del Juicio].
Cada profeta fue enviado a su pueblo en particular, pero yo he sido enviado a la humanidad en general.
La parábola del árbol perenne MSB 3, 3, nº 56 (p. 83)
Dijo el Apóstol de Alá:
–En verdad, entre los árboles hay uno al que no se le cae la hoja, y es la semejanza del de la religión del amor. Decidme, cuál es.
Todos se pusieron a discurrir sobre los árboles del desierto.
Luego dirá Abdalá:
–A mí se me ocurrió que era la palmera, pero me dio corte [y callé].
Finalmente dijeron:
–Dinos cuál es el árbol, Apóstol de Alá.
–La palmera.
Sueño del conocimiento MSB 3, 14, nº 73 (90)
De Aben Omar. Dijo haber oído al Apóstol de Alá decir:
–Estando yo durmiendo, se me dio una copa de leche y bebí, hasta que ví que me salía el líquido por las uñas. Entonces pasé el resto a Omar Inb Jattab.
Dijeron [los compañeros]:
–¿Y cómo lo interpretas, oh Apóstol de Alá?
–El conocimiento.
Los portentos de la Hora MBR 3, 13, nº 71-72 (p. 89-90)
Como tantas otras religiones, también el Islam tiene prevista su ‘hora baja’. De ello y sus síntomas habló el Profeta, en distintas versiones:
–He aquí algunos de los síntomas de la Hora:
Faltará la ciencia y cundirá la ignorancia.
Se beberá vino.
Se fornicará abiertamente.
Se multiplicarán las mujeres y escasearán los hombres, hasta llegar a cincuenta mujeres por cada marido.
Otros relatos precisan que la pérdida de ciencia no será porque Dios la borre del corazón de los creyentes, sino porque los sabios se irán muriendo sin reemplazo hasta no quedar uno, y el pueblo seguirá el magisterio de ignorantes.
Los mandamientos de Mahoma son cinco MSB 2, 9, nº 18. (p. 62)
Dijo el Apóstol de Alá, rodeado de un grupo de compañeros:
–Convenid conmigo en que:
No adoraréis cosa alguna además de Alá.
Ni robaréis.
Ni fornicaréis.
Ni mataréis a vuestros hijos.
Ni levantaréis falso testimonio
La perfidia de las mujeres MSB 2, 17, nº 27 (p. 67):
Dijo el Profeta:
–He visto el Fuego [del Infierno], y he aquí que la mayoría que lo puebla son mujeres pérfidas.
–¿Pérfidas a Alá?
–Pérfidas al marido; y pérfidas al bien que se las hizo. Si te portaste bien con una de ellas algún tiempo, basta con que ella vea en tí algo [negativo] para que diga: «Nunca vi de tu parte cosa buena» .
No concluyamos de ahí a la ligera que el Cielo sea un refugio masculino. Según otro relato, tal vez procedente de círculos sufíes y con tufo de apócrifo, un santo varón fue invitado al Paraíso y allí había pocos hombres:
–¿Quiénes son estos?
–Los maridos sabios, los que desconfiaron de sus mujeres.
–¿Y los demás?
–Ellos y ellas están en el limbo.
Asentimiento tácito MSB 60, 14, nº. 1848-1849
Según Abu Huraira, dijo el Profeta:
–Una matrona no debe darse en matrimonio sin antes ser consultada; y lo mismo una virgen, sin pedirle su consentimiento.
La gente preguntó:
–¡Oh Apóstol de Alá! ¿Y cómo se sabe si consiente?
–Si calla, consiente.
Lo mismo, según Aixa:
Yo le dije:
–¡Oh Apóstol de Alá! Una virgen es tímida.
–Si calla, consiente.
Crimen y Castigo
La siguiente terrible historia procede de uno de los compañeros de Mahoma. El título del capítulo en la colección de Bujari es así de simple:
«Orines de camello, de ovino y ganado menor, y sus apriscos.»
Un título perplejizante para el lector moderno ajeno al Islam. Porque el relato dice así:
MSB , p. 131 (c. 51, Nº 173):
Cierta gente de los Ukal o de los Uraina vino a Medina, pero como no les pintaba el aire, el Profeta les mandó al rebaño de las camellas, y que bebieran de su orina y de su leche, pues con eso mejorarían. Pues bien, una vez sanos, mataron a los pastores del Profeta y secuestraron el ganado.
A primera hora de la mañana llega la noticia. El envió gente tras sus huellas, y a medio día se los trajeron. Él mandó cortarles las manos y los pies y vaciarles los ojos [otra lectura: quemárselos con hierro candente], y fueron confinados en El Harra, donde pedían de beber pero no se les daba.
Por hoy, más que bastante. Que aproveche.
[1] Sahîh Muslim. Darussalam, Riyadh, 2007; t. 1, pág. 16.
[2] «El Islam es un sistema (o régimen) celestial para todos los moradores de la tierra… En el mundo entero, la humanidad sufre muchos desastres, calamidades y guerras, por causa de sus diferencias en la fe y de organizaciones que la han fracturado de la peor manera. Así pues, no queda otro camino de seguridad, de salvación y de paz, si no es con el Islam, es decir, poniendo en práctica las Leyes de Alá su Creador (a saber, el Corán y la Suna).» Muhtasar Sahîh al-Bukhâri / Summarized Sahîh al-Bukhâri. Arabic-English. Darussalam, Riyadh, 1994, pág. 12 (‘A Note from the Publisher’).
[3] La Ahmadiyyah, fundada en la India por el visionario Mirza Gulam Ahmad (1876), debería considerarse ‘ortodoxa’ por su origen sunita y porque su intención primaria fue refutar críticamente el cristianismo y sus contradicciones. Sólo cuando Ahmad se declaró mahdi (caudillo), profeta, califa y mesías, se puso enfrente a propios y extraños. Como profeta, no se le daba mal, pues las calamidades que anunciaba a sus contrarios se cumplían con exactitud, irritando por igual a fieles a la religión del amor, cristianos, hindúes, sijs y, por supuesto, a las autoridades británicas, aunque él muy juiciosamente recomendó la sumisión al poder colonial. Esta actitud no violenta le convirtió en hereje. La Ahmadiyyah es muy proselitista y misionera, y representa una variante abierta y liberal dentro del Islam, rechazando la pena de muerte para los apóstatas.
[4] Al-Qur’ân al-Hakîm / Der Heilige Qur-ân. Arabisch-Deutsch. Ahmadiyya-Mission des Islams, Wiesbaden, 1954.
[5] El plural de hadîth es ahâdith; el plural españolizado, hadithes, es para entendernos.
[6] Sahîh al-Bukhâri / The Translation of the Meanings of Sahîh Al-Bukhâri. Arabic-English. Darussalam, Riyadh, 1997; 9 tomos (SB9). Sobre el Muhtasar o Resumen, v. nota [2] (MSB). Sahîh Muslim. Darussalam, Riyadh, 2007; 7 tomos (SM7).
[7] M. Amin al-Misri, de la Univ. Islámica de Medina: «He revisado una porción de esta traducción, encontrando que el traductor ha salido airoso expresando el sentido del original en un inglés sencillo y comprensible sin complicaciones. He observado también que ha sabido escoger la mejor interpretación y la más auténtica de algunos hadithes interpretados de distinto modo por los estudiosos… Estoy perfectamente seguro de que la traducción, con el favor de Alá…, raya la perfección» (MSB, pág. 6).
[8] El propio Mahoma prohibió a los escribas del Corán interpolar en él nada que hubiesen oído sobre el Profeta. Cada cosa en su sitio (SM7, Nº 7510).
[9] En SB, el libro 53 se titula el Jihad. En MSB ocupa las págs. 580 y sigs. Este mismo Resumen lleva un apéndice final explicando el yihad, pág. 1081.
Créditos de figuras:
Mahoma instruyendo a su gente. De Vestigios del Pasado, de Al-Biruni. Miniatura persa (s. XIII). Edinburgh University Library, Scotland.
Mahoma recibe la primera revelación del ángel Gabriel. De la Crónica de Rashid al-Din (1307). Miniatura persa. Edinburgh University Library, Scotland.
Fuente: ‘Islamic Depictions of Mohammed in Full’
Mohammed Image Archive
Qué dijo Mahoma (2)


Higiene y sesso, rito y etiqueta
Estas páginas no van dirigidas contra el Islam ni su profeta Mahoma. Por lo mismo, llevan pocos adjetivos y juicios de valor. Ofrecen una muestra de textos auténticos tomados de ediciones islámicas oficiales y traducidos con fidelidad. Cualquier sugerencia de mejora en este sentido es bienvenida y agradecida de antemano.
Pintar a Mahoma como un compendio de toda perfección, bien está para los panegíricos. O para sus ‘retratos verbales’ (como el de cabecera). No es aquí el caso. Como observaba Luigi Marracci (1698), nadie tiene que suponer nada, los propios fieles a la religión del amor han dejado testimonios históricos de sobra para hacerse una idea de la calidad humana de su Profeta [1].
Sus devotos le atribuyeron el privilegio de la ‘isma, la «inmunidad» de error y pecado, así como la exclusiva de al-hall wa ’l-rabt, «soltar y atar». Perfecto: como San Pedro o el Papa. Sin entrar siquiera en ello, pues es punto de creencia subjetiva, lo que consta es que la conducta moral de Mahoma causó preplejidad entre los suyos más de una vez. Recordemos el caso de su matrimonio con Zeinab o Zenobia, tal como lo registró el Tabari (839-923) en su Crónica.
Año 5º de la Hégira
Este año el Apóstol de Alá tomó por esposa a Zeinab bint Jahsh…
Fue el Apóstol de Alá a casa de Zaid ibn Haritha; aunque a este Zaid sólo se le conocía como Zaid ibn Muhammad [como hijo adoptivo que era de Mahoma].

Pues bien, necesitando a Zaid con urgencia, el Apóstol de Alá preguntó dónde estaba, y se dirigió a su casa en su busca, pero no le halló. Salió en cambio a recibirle su mujer Zainab, ligera de ropa, y viendo que el Apóstol de Alá la evitaba, dijo:
–Él no está aquí, Apóstol de Alá, pero entra, pues tú eres mi padre y mi madre.
El Apóstol de Alá rehusó entrar. Zeinab iba a vestirse, y cuando le dijeron que el Apóstol de Alá seguía a la puerta lo hizo más que de prisa, provocando la admiración del Apóstol de Alá, que se puso a mascullar algo ininteligible, salvo que exclamaba: «¡Gran Dios, alabado sea! ¡Alabado sea Dios, que trastorna los corazones!»
Al volver Zaid a casa, su mujer le informó de la visita del Apóstol de Alá.
–¿No le has dicho que entrara?
–No le he parecido bien así, y se ha negado.
–¿Le has oído si decía algo?
–Le oí decir algo así como «¡Gran Dios, alabado sea! ¡Alabado sea Dios, que trastorna los corazones!»
Zaid salió y no paró hasta encontrar al Apóstol de Alá:
–¡Oh Apóstol de Alá! Estoy enterado de que has venido a mi morada. ¿Cómo es que no entraste? Tú eres mi padre y mi madre, ¡oh Apóstol de Alá! ¿Acasa Zeinab te ha llamado la atención? Porque me divorció de ella.
–Ten a tu mujer.
Desde aquel día Zaid no volvió a cohabitar con ella. Terminó divorciándose de ella, y una vez separados quedó soltera.
Encontrábase el Apóstol de Alá conversando con Aixa, cuando le tomó el trance, y cuando se le pasó pronunció el ‘bismil-lah’ y dijo:
–¿Quién va a Zeinab a pedirle albricias por decirle que Alá me ha casado con ella?
En efecto, acababa de serle revelado un oráculo nuevo, que el Profeta recitó entonces, y hace el versículo número 37 de la azora 33 del Corán:
«Y [recuerda] cuando dijiste a aquel a quien Alá hizo favor, y tú también se lo hiciste, ‘Ten a tu mujer y teme a Alá’. Pero tú disimulabas lo que Alá manifestaría, porque temías a los hombres. ¡Más te vale temer a Alá! Así que cuando Zaid tomó su decisión acerca de ella, Nos te unimos a ella, de modo que no tuviesen culpa los creyentes tomando las mujeres de sus ahijados, una vez tomada su decisión. El mandato de Alá es para obedecerlo.»
El revuelo en Medina fue inevitable. Cederle a un amigo la mujer, como cualquier otra pertenencia, era potestativo del marido árabe. Pero aquí se trataba de la mujer de un hijo adoptivo, que para el caso era como la del hijo carnal [2].
Aquel versículo improvisado tampoco resultó muy convincente. Para salir del atolladero, nuevos oráculos fueron revelados e incrustados en la misma azora, a saber: el 4, donde Dios manda no confundir filiación natural y adoptiva; y el 47, donde el mismo Dios apostrofa a su Profeta para otorgarle una dispensa ad hoc y un privilegio:
«¡Oh el Profeta! En verdad te hemos permitido las mujeres que tienes, a las que tú mismo dotaste; como también las que vinieron a tu mano diestra de lo que Dios te concedió [las esclavas ganadas como botín], y las hijas de tu tío paterno y las de tus tías paternas, y las hijas de tu tío materno y las de tus tías maternas, que emigraron contigo [de la Meca]; y toda mujer creyente, si ella misma se entregare al Profeta, siempre qué él quiera tomarla por esposa. PRIVILEGIO TUYO EXCLUSIVO respecto a los demás creyentes. Ya sabemos lo que para ellos decretamos acerca de sus mujeres», etc.
Aixa, al oír esta revelación tan alarmante para ella y sus colegas de harén, comentó con sorna:
–¡Bien veo cómo Alá se da prisa en complacerte!
Una historieta o chisme así daría argumento para una comedia, de no cruzarse lo sagrado. Porque si se cruza, la comedia es doble, o se vuelve drama. ¿Dice Tabari la verdad? ¿fue Tabari buen de la religión del amor? Porque aparte de historiador, este gran intelectual persa fue también coranista y tradicionista. En todo caso, los ‘cristianos’ nada tienen que ver en todo esto.
Deriva de historias bíblicas: agua, piedra, golpes
Mahoma en su ingenuidad primera estaba convencido de que la revelación que recibía, calcada de un libro o tabla celeste, era la misma de la Biblia judía o el Evangelio cristiano. El anciano escriba Waraqa, como vimos, le indujo a ese error. De hecho, al cumplirse el aviso de Waraqa sobre la hostilidad que sufriría Mahoma de parte de sus paisanos de la Meca, éste se arrimó primero al lobby judío, poderoso en Medina. Hasta que éstos llegaron a la conclusión de que no tenía idea de la Historia Sagrada y se lo echaron en cara. Mahoma entonces pasó de la simpatía al repruebo antijudío. Su aversión al cristianismo no llegó a tanto, tal vez por su buena relación con monjes.
La deformación de relatos bíblicos se aprecia en el Corán, pero sobre todo en la Suna y en las tradiciones islámicas. Este ejemplo me parece ilustrativo:
La Historia Sagrada (Éxodo 17: 6) cuenta cómo Moisés, por orden de Dios, golpeó con su vara milagrosa una piedra e hizo brotar agua de ella para los israelitas en el desierto. Pero el relato añade que Moisés, desengañado de su pueblo duro de mollera, tuvo sus dudas sobre el éxito de la operación y golpeó la piedra con fuerza varias veces. Por otra parte, un texto de san Pablo (1 Corintios 10: 4) podría dar a entender que la piedra no se quedó en su sitio, sino que acompañó como fuente móvil al pueblo peregrino. Una tradición improbable, aunque muy bonita.
Pero a Mahoma le preocupaba otra cosa: la decencia en los baños. Así aquel relato épico y simbólico de la Biblia pudo degenerar en chascarrillo. Es de Abu Huraira (uno de los más prolíficos transmisores).
Al-Bujari titula: «el que se bañó desnudo a solas». No menos apropiado sería:
Travesura de una piedra y su castigo MSB 5, 10, nº 197 (pp. 139-140)
Dijo el Profeta:
–Los israelitas se bañaban desnudos, mirándose el uno al otro. En cambio Moisés se bañaba solo. Ellos decían: «¡Por Alá! Nada impide a Moisés bañarse con nosotros, salvo que tiene potra».
Una vez fue él a bañarse y puso su ropa sobre una piedra. Pero la piedra salió corriendo con su ropa, y Moisés tras ella: «¡Piedra, mi ropa! ¡piedra, mi ropa!»
Hasta que los israelitas se fijaron en Moisés y dijeron: «¡Por Alá, Moisés no tiene el defecto!» [Es decir, que no tenía la supuesta potra o hernia escrotal.]
Finalmente Moisés tomó su ropa y la emprendió con la piedra a golpes.
Y añadía Abu Huraira:
–Por Alá, que a la piedra le salieron mataduras: seis o siete, de los golpes tan fuertes que recibió.
No bañarse a la vista de la gente MSB 5, 11, nº 19 (p. 140)
Esto lo cuenta una señora, Umm Hani, hija de Abu Talib. Era por tanto prima carnal de Mahoma. El padre rehusó el Islam en su lecho de muerte (cfr. SM7 1: nº 132, 39), pero la hija sin duda era musulmana.
Fui una vez a ver al Apóstol de Alá el año de la Conquista [de la Meca], y le encontré tomando un baño, mientras Fátima le ocultaba tras una cortina.
–¿Quién es?
–Soy Ummu Hani.
Y eso fue todo. La sustancia del relato sería la cortina.
sesso, impureza y baño
Las preocupaciones rituales por razón del sesso alcanzan tanto a la mujer como al varón. Por supuesto, son ellas las que lo tienen más complicado, pues a la rutina menstrual se suma otro problema que luego vamos a ver.
Entre las purificaciones rituales es muy importante el baño que limpia la impureza causada por emisión de leche –la chanâba o janâba–, en el coito o fuera de él.
El baño ritual comenzaba por una ablución. Varios relatos nos informan de cómo realizaba Mahoma dichas maniobras. Como en otras materias, aquí se revela una personalidad rutinaria, por no decir maniática (SB7 1 nº 248):
«Según Aixa, mujer del Profeta, cuando éste se disponía a tomar el baño post eyaculatorio, primero se lavaba las manos y luego hacía una ablución como para la oración. Luego metía los dedos en el agua y los pasaba mojados por las raíces del pelo. A continuación vertía sobre su cabeza por tres veces lo que cabe en ambas manos, y finalmente vertía el agua por todo su cuerpo.»
Esta versión y protagonismo de Aixa no satisfizo a los fieles a la religión del amor curiosos, como tampoco a otra esposa de Mahoma, rival de aquélla (Ibíd. nº 249 y 257).
«Según Maimuna, esposa del Profeta, el Apóstol de Alá hacía la ablución como para la oración, salvo los pies. Limpiaba sus partes [farch: literalmente, la ‘raja’] y lo que hubiese de inmundicia, y luego vertía agua sobre sí. Finalmente apartaba los pies del lugar y los lavaba. En eso consistía su baño limpiador post eyaculatorio.»
La misma Maimuna, en otra versión más genérica (SB9 1: nº 266)
«Yo le ponía al Apóstol de Alá el agua del lavatorio y le ocultaba con un velo. Él vertía agua sobre su mano y la lavaba una o dos veces [Dijo Solimán: «No recuerdo si dijo hasta tres, o no»]. Luego con su mano derecha vertía agua sobre la izquierda y con ésta se limpiaba las partes. Luego restregaba dicha mano en tierra o en la pared. Luego se enjugaba la boca y las fosas nasales, se lavaba la cara y los antebrazos y se lavaba la cabeza. Luego vertía agua sobre su cuerpo. Finalmente se movía del sitio y se lavaba los pies. Yo le ofrecía una toalla, pero él hacía seña con la mano como que no la quería.»
Cantidad de agua lustral
Aixa dijo:
–Yo solía bañarme con el Profeta, con agua de una misma jarra de las que llaman faraq, con cabida de un qadah [2 litros largos] (Ibíd., nº 250).
Según Ibn Abbas, el Profeta y Maimuna [otra de sus mujeres] se bañaban de un mismo jarro (Ibid., nº 253).
La cantidad de agua suficiente para un baño era de 1 sâ´ = unos 3 litros. Algún sujeto de pelo en pecho objetó:
–Eso a mí no me basta.
–Le bastaba a uno con más pelo que tú, y mejor que tú [aludiendo a Mahoma] (Ibíd. nº 252).
Rito del perfume (Ibíd. nº 258)
Según Aixa:
–Solía el Profeta, cuando tomaba el baño post eyaculatorio, pedir la ‘leche’ [hilab, nombre de un perfume] o cosa por el estilo, y tomándolo en la palma de la mano se frotaba la cabeza, primero el lado derecho, luego el izquierdo y finalmente la parte de arriba con ambas manos.
Cuándo obliga el baño post coitum (MSB 5, 14 nº 202)
El capítulo se titula escuetamente: Idha-ltaqâ al-khitânân
«Cuando ambos órganos sensuales se encuentran»
[Más al pie de la letra: cuando se encuentran (o entran en contacto), las partes circuncisas del órgano masculino y femenino. La lengua árabe es cruda, como lo demuestran los buenos diccionarios.]
La información, una vez más, procede de Abu Huraira.
Dijo el Profeta:
–Cuando él se sienta sobre las cuatro partes [los labios vulvares], y luego puja, el baño obliga.
La palabra ‘puja’ es yáhada (de la misma raíz semántica que yihâd). Respecto al grado de esfuerzo o puja, hay esta púdica nota explicativa a pie de página:
«The head of his private organ entered in her private female part.»
Humedades en la mujer
La impureza seminal es achaque típico masculino. Sin embargo, la misma preocupación se daba respecto al famoso ‘leche femenino’, incluso para sorpresa de algunas féminas, como Umm Salama.
Esta señora oye hablar del fenómeno, y con la confianza no reñida con el respeto encara al Profeta. En público, por supuesto:
De Umm Salama (MSB, nº 106; cfr. SB9 1: nº 130)
Fue Umm Sulaim al Apóstol de Alá y dijo:
–¡Oh Apóstol de Alá. En verdad, Alá no se corta de decir la verdad. ¿Debe la mujer lavarse si tuvo un sueño [húmedo]?
Dijo el Profeta:
–Sí, si ella notó la humedad
Umm Salama se echó a reír [otra versión: se veló el rostro] diciendo:
–¡Oh. Apóstol de Alá!, ¿tiene sueños de esos la mujer?
–Pues claro: ¿de qué, si no, se le parece el hijo?
Mahoma no discurre mal, defendiendo que la madre aporta algo en la generación, igual que el padre, basándose en el parecido. Y tampoco estará mal acompañado en la idea errónea de que ese aporte o ‘leche femenino’ es el equivalente del masculino. El óvulo de mamíferos no se descubre propiamente hasta el siglo XIX (Ernst von Baer). Los espermatozoides se vieron bastante antes, pero malinterpretados como parásitos del líquido seminal y desconocida su función.
Sobre esto de los parecidos hay otro relato curioso:
La calidad profética de Mahoma puesta a prueba SB9 4: nº 3329
Abdullah Ibn Salam, enterado de la llegada del Profeta a Medina, se dirigió a él con tres cuestiones:
–Voy a preguntarte sobre tres cosas que nadie sabe si no es profeta.: 1. ¿Cuál será el primer portento de la Hora? 2. ¿Cuál el primer plato que comerá la gente del Paraíso? 3. ¿Y a qué se debe el que el hijo se parezca a su padre? ¿y a qué se debe que se parezca a sus tíos maternos?
Respondió el Apóstol de Alá:
–Celebro que me hagas esas preguntas, porque son las mismas que acaba de notificarme Gabriel.
Cortó Abdullah:
–Ese es, de entre los ángeles, el más enemigo de los judíos.
Pero el Apóstol de Alá prosiguió:
–El primer portento de la Hora será un fuego que empujará a los hombres desde oriente hacia poniente. El primer plato que comerá la gente del Paraíso será la excrecencia de hígado de pez [el lóbulo caudado]. En cuanto al parecido del niño, si el hombre cubre a la mujer y eyacula antes que ella, el parecido es de él; pero si ella se adelanta, el parecido es de ella.
–Doy fe de que tú eres Apóstol de Alá.
Así Ibn Salám se dio por satisfecho, antes de volver a la carga contra los judíos. Pero esto no nos interesa ahora, y basta de digresión.
Distillatio urethralis (SB9 1: nº 269)
Todos los moralistas del sesso han descrito y comentado, a veces con jovenlandesesidad, ese reflejo banal. Nuestros coleccionistas no iban a ser menos. Esta vez el testimonio viene del mismo Alí, el marido de Fátima y yerno del profeta. Un hombre, como el mismo dice, ‘húmedo’, pero a la vez tímido y vergonzoso. Es el título que pone Bujari: «El que tuvo vergüenza de preguntar y encargó a otro hacer la pregunta»:
Esto es lo que dijo Alí:
–Siendo yo un hombre húmedo, encargué a Al-Miqdad que consultase [por mí] al Profeta. Así lo hizo, y él respondió:
–Debe hacer el wudû [ablución]
Dejemos eso. La Suna también toca otros temas de higiene. Por ejemplo:
Un ratón en la comida (MSB 52: nº 175)
El Apóstol de Alá, consultado acerca de un ratón que cayó en la manteca, dijo:
–Quitadlo con lo de alrededor y tiradlo, y comed vuestra manteca.
Y una mosca en la bebida (SB9, 4: nº 3320: cfr. nº 5782)
De Abu Huraira:
Dijo el Profeta:
–Si cae una mosca en la bebida de uno de vosotros, primero se la sumerge y luego se la retira. En efecto, en una de sus alas lleva el daño y en la otra el remedio.
Aquí el editor islámico anota, no sin admiración, que hoy se sabe que las moscas son portadoras de gérmenes patógenos en distintas partes de su cuerpo, pero que también Alá creó organismos y otros mecanismos curativos («el hongo de la penicilina, por ejemplo, mata los estafilococos etc.») Y añade:
«Experimentos recientes realizados bajo supervisión indican que una mosca lleva la enfermedad (patógenos), más el antídoto para esos organismo patógenos. De ordinario, cuando una mosca toca un alimento líquido lo infecta con sus patógenos. Así pues, conviene sumergirla para que suelte también el antídoto para esos patógenos.»
Cita también a un especialista en hadîth de la Universidad de Al-Azhar (El Cairo), autor de un artículo sobre este dicho del Profeta, donde afirma que los microbiólogos han demostrado la presencia de levaduras parásitas en el abdomen de la mosca, las cuales para repetir su ciclo vital se asoman por los túbulos respiratorios del insecto; de modo que si éste es sumergido en el líquido, dichas células se hinchan y revientan en él, liberando su antídoto contra los patógenos que transporta la misma mosca [3].
No miccionar en agua quieta (MSB, nº 177)
Dijo el Profeta:
–No debéis miccionar en agua quieta, la que no corre. Así luego podréis lavaros en ella.
Nada que objetar. La pregunta es, ¿inspiración profética, o sentido común?
Esputos (SB 1: 183; cfr. 4, c. 70, nº 241):
Aunque al traductor inglés parece darle igual (spit, spittle), no es lo mismo expectorar (tanahhama) que escupir (bazaqa). Hay relatos del Profeta haciendo lo uno o lo otro sobre las personas de sus acompañantes, seguramente por descuido. La enseñanza, en todo caso, es que aquellos fluidos corporales de Mahoma no producían ardor de estomago y eran incluso apreciados:
«Cuando el Profeta expectoraba, y por casualidad la flema caía en la mano de cualquiera del corro, el afectado se frotaba con ella el rostro y la piel.»
Al compañero Anas, por su parte, le cayó un salivazo sobre la ropa. Y aunque el relato no especifica, cabe interpretar que la prenda ganó en el aprecio del agraciado.

De barbas y bigotes, y teñirse el cabello (‘El libro del atuendo’, MSB nº 1997-1998)

Dijo el Ápóstol de Alá:
–Haced al revés de los paganos: afeitaos el bigote y dejáos la barba libre
Dijo el Profeta:
–Los judíos y los cristianos no se tiñen. Así que vosotros haced lo contrario.
¿Piojos? (SB 9: nº 7001-7002)
Del Sahih de Bujari, libro 91 (‘La interpretación de sueños’), cap. 12 (Soñar de día) es este relato:
El Apóstol de Alá solía entrar a visitar a Umm Harami bint Milhan, la cual estaba sometida a ‘Ubada ibn as-Sámit.
Un día entró a donde ella, la cual le dio de comer y se puso a despiojarle la cabeza. El Apóstol de Alá se quedó dormido, y cuando despertó se reía.
Antes de proseguir, hay una nota editorial que dice:
«El Profeta era muy limpio y acostumbraba bañarse a diario, incluso dos veces al día, y no es lógico que pudiese tener piojos en la cabeza» [4].
Efectivamente, buscar piojos (fala, yafly) no implica encontrarlos. Suena sin embargo a excusa no pedida, enmendando la plana al relator, que es nada menos que el compañero Anas Ibn Malik. Éste habla de una operación rutinaria femenina, lo bastante prolija como para descabezar una siesta el paciente masculino, y es probable que aquellas visitas y sobremesas terminaran siempre así. Por su parte, a Anas le tienen sin cuidado los insectos presentes o no. Su relato se centra en lo que soñó el Profeta, que le hizo reír.
Sigue el relato con la pregunta de la mujer:
–¿Qué te ha hecho reír, oh Apóstol de Alá?
Había soñado con una batalla naval, una victoria que le hizo feliz. Ella tuvo la ocurrencia de desear estar presente. Así se lo prometió y volvió a quedarse dormido, para despertar de nuevo riendo.
–¿De qué te ríes ahora, Apóstol de Alá?
Había soñado con los combatientes gloriosos, y ella le pidió figurar entre ellos.
–Tú serás de los primeros.
Pasaron los años, y «en tiempos del califa Moavia ella hubo de viajar por mar, y tras el desembarco prosiguiendo el viaje en camello tuvo una caída y se mató».
Encontramos aquí los ingredientes del cuento popular: la repetición del sueño, con la risa y la pregunta; la expresión de un deseo, y el presagio a la vez feliz y funesto. El destino trágico de la hija de Milham y madre de Harami corrió, que duda cabe, en romances, antes de remansar en el Hadîth y la Sunna.
Y a todo esto, los piojos mereciendo nota aclaratoria. Un poco de seriedad; o lo que es lo mismo, un poco de risa. La risa es humanismo.
Cierro esta selección con testimonios de la opinión negativa de Mahoma para con el animal que otros llaman el mejor amigo del hombre.


Hombre con perro malo
Davids Samling, Copenhage
Pobres perros (Ibíd. 4: nº 3222-3225)

Dichos del Profeta:
«Los ángeles no entran en casa donde hay perro o imagen pintada»
Según Abdulah ibn Umar:
«El Apóstol de Alá ordenó dar de baja de la suscripción de la vida a los perros»
Aquí se comenta que los compañeros de Mahoma lo entendieron de los perros rabiosos. Como en el relato nada apoya esa salida, los expertos siguen discutiendo si a los perros inofensivos hay que matarlos o no.
Según Abu Hurairi
Dijo el Apóstol de Alá:
–El que tiene perro verá descontado un quilate diario [de la recompensa] por sus obras, salvo que el perro sirva a la agricultura o al pastoreo.
[1] L. Marracci, ‘Vida y hechos de Mahoma’, en Alcorani textus universus, Padua, 1698, t. 1, pp. 31-32.
[2] At-Tabari, Târîh al-rusul wa ‘l-mulk (Annales), ed. M. J. de Goeje & al., E. J. Brill, Lugd. Batav., 1879-1881, I/3, págs. 1460-1462; Târîh al-’umam wa-l-mulûk, ed. Baitu-l-afkâr ad-dawliyyah, Jordania y A. Saudita, s. a., pág. 391. [Disponibles en la Red].
[3] V. por ejemplo SB 7, 7: nº 5072, donde Mahoma crea un lazo de hermandad entre dos ‘compañeros’, uno bien establecido en Medina, y el otro un recién venido de la Meca con lo puesto. El primero, casado con dos mujeres, propone al compañero pobre quedarse con una, y con la mitad de su fortuna. Celebrado el matrimonio, Mahoma lo aprueba, exigiendo al nuevo que ofrezca un banquete, «aunque sólo sea de una oveja».

[4] SB, 4: pág. 322, nota (2).
[5] SB, 9: pág. 95, nota (2).
Qué dijo Mahoma (3)


Las mujeres de Mahoma
El mujerío del Profeta siempre ha sido punto fuerte de controversia entre apologistas y detractores del Islam. Sólo que aquí no hay controversia. Este trabajo se ajusta a su título, ‘Qué dijo Mahoma’. Para ello acudimos al Hadiz auténtico en su texto original y la interpretación autorizada. Por lo demás, la información en la Red es copiosa, en pro y en contra de Mahoma y del Islam, allá cada uno.
La historia social de la Arabia pre- y proto-islámica, incluidos los hábitos sensuales de la época, formas de matrimonio (poligamia, matrimonio temporal…), divorcio, etc. no interesa aquí, como tampoco la base social de los cambios introducidos por Mahoma. En cambio, del propio Mahoma, como ‘modelo humano universal’ retratado en la Suna, nos fijaremos sobre todo en lo que supone una extrañeza para nuestra cultura occidental: su poligamia, su uso de esclavas sensuales, las reacciones de su propia gente ante su conducta, su pretendido privilegio sensual personal y sus medios de conseguirlo: oráculos cambiantes en torno al mismo tema, registrados en el Corán.
Un tema que no dejó fríos a los creyentes desde el principio. En la colección de biografías antiguas de Mahoma que publicó E. Sachau –con base en las Tabaqat (Categorías) de Inb Sa‘ad–, al llegar a la semblanza del personaje nos estrenamos con estos capítulos:
1) Descripción de Mahoma en la Torah y el Evangelio (!).
2) Carácter y costumbres de Mahoma.
3) Facultad del Profeta para el coito.
Luego se nos describirá su manera de hablar y su hermosa voz, su estilo de predicar, de andar, de comer, de rezar… para volver sobre su vida amorosa, siempre en ambiente perfumado [1].
Primer matrimonio
Mahoma nace oficialmente en 570 A. D. y muere el año 10 de la Hégira, junio de 632, entrado en los 60 años de edad. Algunos le han hecho 10 años más joven. Sea como fuere, su primera mujer fue su patrona Jadicha hija de Juweilid , una cuarentona dos veces viuda y con hijos, y empresaria mercantil autónoma, que se fija en las dotes de su joven empleado y le pide en matrimonio a su tío y tutor Abu Talib (595). Para esta embajada, una esclava de la dama, llamada Meisara, le sirve de tercera.
Tan apreciable diferencia de edad –unos 15 años–, algunos quieren rebajarla, mientras genealogistas como M. ibn Sa‘ad (siglo IX) establecieron que Jadicha era tía abuela materna de Mahoma [2]. Da igual. Matrimonio monógamo y feliz, no sin cierta relación matri-filial muy lógica, que marca al Profeta. Tuvieron tres hijos varones muertos muy niños, y cuatro hijas que se casaron (incluida la famosa Fátima).
Aquella boda desigual dio para comentarios. Según unos, el padre de Jadicha había muerto, y ofició la boda tío Amru ibn Asad. Pero pronto circularon por la Meca otras versiones más picantes, por el ingrediente folclórico. Un Juweilid vivo y bien vivo se opone a la boda de su hija con un pelagatos. Entonces ella le emborracha y el padre les casa sin saber lo que hace. Vuelto en sí. enfurecido quiere deshacer el entuerto. Riñen las partes, brillan las dagas, se apela al honor… todo en puro teatro, donde reconciliados unos con otros se abrazan [3].
Por diciembre del año 619 Mahoma enviuda en la Meca. En mal momento, pues Jadicha –la primera creyente y ‘Madre de los creyentes’– apoyaba con su prestigio la prédica reformista de su marido, frente a sus burlones paisanos. Porque el Islam empezó por una cuestión de culto local: la restauración de un monumento religioso antiguo, la Caaba, ligado a tradiciones judeo-cristianas y árabes paganas.
Hacia la poligamia. Aixa la favorita
¿Cuánto duró la viudez de Mahoma? Dos años, dato oficial. O dos meses, según otros. Dos años resulta excesivo: por muy enamorado doliente que se le suponga, no era su estilo. Cuando además, libre de la vieja y desdentada Jadicha, heredero suyo quizá, ya puede el acomodado Profeta seguir su vocación de polígamo. Sin dirimir la cuestión, observamos que cronologías muy ortodoxas sitúan en un mismo año, 619, el fallecimiento de Jadicha y las bodas con Sauda y con la niña Aixa. Mahoma ronda los 50 y lleva 10 ejerciendo de Apóstol de Alá.
Su primera esposa sera otra viuda con hijo, Sauda. Nuevo matrimonio desigual, esta vez porque él le lleva más de 15 años, mientras ella le aventaja en estatura y corpulencia, gruesa, nada bonita y de tez oscura, si su nombre quería decir algo: Sauda, la Negra. Por lo demás, una mujer jovial, buena ama de casa y un acierto para esposa única.
Mas he aquí que se atraviesa otra oferta. Abu Bakr, el futuro primer califa, propone a Mahoma ser su suegro casándole con su hijita Aixa, chiquilla de 6-7 años. Celebrados los esponsales, la pequeña queda en casa de sus padres a seguir jugando con sus muñecas.
En este negocio de Aixa también medió mujer tercera, aunque bien se podría hablar de alcahueta: Jaula, una buena amiga de Mahoma. No le costaría mucho a la celestina encandilar al Profeta, que ya para entonces no paraba de alabar y recomendar los matrimonios con vírgenes. Mahoma ha sido un feliz marido-hijo. ¿Por qué no un feliz marido-padre? Tres años después Mahoma reclama a su esposa y el viejo desflora a la niña.
Pero vamos con los testimonios sobre Aixa y Jadicha:
Aixa, revelada en sueños a Mahoma
Según Aixa (SB 5, 58, nº 235)
El Profeta le dijo:
–Tú me fuiste mostrada por dos veces en mis sueños. Te ví retratada en una tela de seda, y uno me dijo: «Es tu mujer». Al destapar el retrato vi que eras tú y dije: «Si es cosa de Alá, así ha de ser».
La misma Aixa lo contaba con ligera variante (SB 7, 9: nº 5078):
–Yo te vi en sueño un par de veces. Un hombre te traía envuelta en un corte de seda y me dice: «Es tu mujer». La descubro, y eras tú, etc.
«La pequeña que casó con viejo».
Lo pongo entre comillas porque es así como titula el Bujari las noticias (SB 7, 11: nº 5081):
El Profeta pidió a Abubeker la mano de Aixa. Éste le dijo:
–El problema es que soy tu hermano.
–Claro que eres mi hermano, en la religión de Alá y de su Libro; pero ella me está permitida.


Según Aixa, el Profeta se casó con ella cuando tenía seis años, y consumó su matrimonio con ella cuando tenía nueve (MSB 7, 62, nnº 64-65).
Hixam dijo: Tengo entendido que Aixa convivió con el Profeta nueve años [es decir, hasta su muerte].
Del Padre de Hixam (Ibíd., nº 236)
–Jadicha murió tres años antes de partir el Profeta para Medina [por tanto, en 619]. Él permaneció viudo un par de años [sic!], luego [sic!] se casó con Aixa, una niña de seis años, que tenía nueve cuando él consumó el matrimonio con ella.
Excelencia de Jadicha MSB, nº 1573 y 1575 (p. 732-733)
Decía Aixa:
–De ninguna de las mujeres del profeta estuve tan celosa como lo estoy de Jadicha. Y eso que no la conocí. Pero el Profeta la recordaba a menudo, y de vez en cuando mataba una oveja, la descuartizaba y enviaba los trozos a repartir entre las amigas de Jadicha.
A veces yo le decía:
–¡Como si no hubo en el mundo mujer alguna, sino Jadicha!
Entonces él decía:
–Ella era así y era asá. Y de ella tuve un hijo varón.
Dijo Aixa:
–Hala, la hija de Juwailid y hermana de Jadicha, pidió al Apóstol de Alá permiso para entrar. Él reconoció el estilo de Jadicha pidiendo entrada, y conmovido dijo:
–¡Dios mío, Hala!
Yo me puse celosa:
–¿Qué te hace recordar a una vieja de las viejas de Quraish, la de encías rojas [desdentada al completo], muerta hace un siglo? Por cierto, Alá te ha dado otra mejor que aquélla [señalándose a sí misma].
Harén modular ampliable

El año 1 de la Hégira (622), recién instalado Mahoma con sus ‘refugiados’ en Medina, se construye la ‘Mezquita del Profeta’. Una banda se reservó para levantar de momento dos viviendas, luego más, para las esposas sucesivas. Él no tuvo apartamento propio. El acceso era directo desde el harén del Profeta a la mezquita, y aunque todo está muy cambiado, todavía hoy la puerta oeste se llama Babu-n-Nisá, Puerta de la Mujeres (las de Mahoma), aunque fue él quien la usó en exclusiva.

En 624/625 Mahoma vuelve a casarse, con otra viuda llamada Hafsa. Si Sauda fue para Aixa como un madre, esta tercera esposa fue una rival. Debía de ser joven, pues sobrevivió a Mahoma casi 50 años.
Del cuarto matrimonio, con su nuera Zainab, ya vimos el escándalo que provocó y el desparpajo del Profeta resolviéndolo a golpe de oráculos. Cuatro mujeres legítimas era el límite para el de la religión del amor. Pero no se había cumplido el mes cuando el Profeta se dispensa de la norma negociando quinta boda con nueva viuda, Umm Salma, madre de varios hijos. Se celebra en marzo de 626.
Es un período de razias y golpes de mano, cuyo botín saca a los creyentes de la penuria y, sobre todo, refuerza el prestigio del caudillo. En una de estas ‘batallas’, a finales de 626, toman a varias cautivas, una de ellas la bella Juwairiya, hija de un jeque. Mahoma pagará su rescate a modo de dote para casarse con ella. En aquella transacción estuvo presente y con mal disimulado disgusto Aixa.

Los comentarios en la ciudad ante la multiplicación de viviendas en el ala este de la mezquita exacerban los celos de Mahoma, y el Corán se enriquece con estas joyas (Azora 33: 6 y 50):
« El Profeta está más próximo a los creyentes que sus propias almas, y sus mujeres son sus madres…»
« ¡Oh vosotros los creyentes! No entréis en las moradas del Profeta sin aguardar un rato, y sólo si se os invita a comer pan. Cuando se os ordene entráis, y en cuanto hayáis comido os largáis. Y no os toméis familiaridades en la conversación, porque en verdad esto incomoda mucho al Profeta, y Alá no se corta de decir la verdad. Y cuando pidáis algo a sus mujeres, pedidselo desde detrás de un velo: esto será más puro para vuestros corazones y los de ellas. No está nada bien que incomodéis al Apóstol de Alá; como tampoco que os caséis con sus mujeres nunca. En verdad, esto sería grave pecado a los ojos de Alá…»
La misma discreción impuso Mahoma a sus mujeres fuera de casa. Cuando llevaba a alguna consigo a la guerra, la mujer viajaba perfectamente invisible en un camarín o litera sobre el camello. A la llegada o partida, el artilugio se arrimaba a la puerta de la tienda de campaña o a la puerta de casa.
Aixa bajo sospecha, rehabilitada
En la razia anterior ya hemos visto a Aixa como acompañante de su marido, y nada feliz por la nueva boda. Por si fuese poco, al regreso a Medina, cuando los criados bajan del camello el camarín velado y lo arriman a la puerta de la vivienda de Aixa resulta que ella no estaba dentro. Se había perdido por el camino. Pronto llega un refugiado llevando de la brida su camello con Aixa encima.
La explicación que dio ella fue que había echado de menos un collar y dejó su camarín para ir a buscarlo. Los porteadores por lo visto no se dieron cuenta cuando lo cargaron en el camello. Tan liviana era la muchacha. La cual remacha denunciando estar tan flaca porque Mahoma tenía a sus esposas a dieta superligera, a base de puches de cebada, sin dejarlas probar la carne.
Dijo también que el refugiado la había hallado por pura casualidad, y al reconocerla le rogó subiera a su camello mientras él se volvía de espaldas. Todo sin mediar palabra de Aixa, y con su salvador siempre en silencio y sin mirarla.
La gente escuchó el relato con escepticismo y poniéndose en lo peor. Tanto así, que Mahoma a punto estuvo de repudiar a la favorita, castigándola con su desvío. Aixa al principio se hizo la distrída, pero luego enfermó, y ante la actitud de su marido le pidió permiso para volver a casa de su padre Abubéker. Con esto, los murmullos se vuelven críticas abiertas, mientras los poetas ponen en solfa a Aixa y a su cornudo. De las otras esposas, ninguna sacó la cara por la honra del colectivo y alguna incluso se alegró.
Un mes aguantó el Profeta la rechifla incluso de gente amiga, hasta que no pudo más y desde el púlpito les reprendió en un sermón, con el resultado de un alboroto. El propio Mahoma pidió consejo a algunos íntimos. Su yerno Alí, el marido de su hija Fátima, le aconsejó el divorcio y exigió un examen físico por una matrona.
Finalmente fue el Profeta quien abordó a la sospechosa en casa y en presencia de sus padres: «Si lo que dicen es cierto, pide perdón de Dios» . Ella esperaba de su madre o su padre una palabra de defensa, pero callaron, y su silencio le provocó un acceso de dignidad. Jamás se arrepentiría de lo que no había hecho. Alá conocía su inocenia, sólo Él sería su ayudador.
Aquí tocaba al Profeta su turno de trance. Le acuestan, le ponen una almohada, le tapan. Al poco rato vuelve en sí: «¡Alégrate, Aixa! Alá me ha revelado tu inocencia». «¡Loado sea Alá!», contestó la joven.
Entonces Mahoma se dirigió al pueblo para recitarles el oráculo recién caído del cielo, que se incrustó en la azora 24 (‘La Luz’): vv. 4-5; 10 y sigs.:
«Los que calumnian a mujeres guardadas [casadas] sin aportar cuatro testigos, propinadles cuatro veces veinte azotes, y nunca más recibáis su testimonio, porque son prevaricadores… En verdad, aquellos de entre vosotros que urdieron mentiras, no les tengáis como un mal para vosotros, sino al contrario, un bien. Pues cada uno de ellos tendrá su merecido de culpa, y a mayor calumnia mayor castigo… »
Aparte algunos castigos, los historiadores notan la contención política de Mahoma, que dominando sus celos optó por la vía conciliadora. Aixa, siempre discreta, vuelve a su domicilio propio en el harén, en posición tan sólida o más que antes del percance. Hasta los poetas que la vilipendiaron, ahora la ponen por las nubes. Uno de ellos, Hasán, le dedica una oda, con unos versos que decían:
«Honesta, prudente, no le alcanza sospecha,
y hambrienta amanece, no metida en carnes como las vagas.»
Aquí ella le interrumpe con agudeza:
–Que no es tu caso, gordinflón [4].
Aixa era para Mahoma la reina del harén, bien entendido que si no le da un hijo varón nunca será digna sustituta de la difunta Jadicha. El divino contestador automático –Alá el más Sabio– no le quiere explicar a su Profeta las leyes de Mendel, la herencia del sesso o la disfunción del cromosoma Y. Todo su legado biológico queda depositado en su hija Fátima. Criatura sacralizada (su mano abierta es un talismán), pero mujer al fin y al cabo, con la mitad de inteligencia y discernimiento que un varón equivalente. El Corán no la nombra y el lugar de su tumba se desconoce.
Besos colombinos
Los motivos de disgusto para Aixa no terminaban en sus rivales. Según tradición recogida en la Vida de Mahoma por el autor de Las Señas de la Buena Dirección (A‘lâmu -l-hudâ):
« El Apóstol de Alá tenía por costumbre besar en la boca a su hija Fátima. Celosa Aixa le dijo:
–¡Oh Apóstol de Alá, veo que se te da besar a menudo la boca de Fátima metiéndole la lengua en la boca.
–Cierto, Aixa. Cuando fue transportado al Cielo en el viaje nocturno, Gabriel me introdujo en el Paraíso y llevándome al Árbol de la Dicha me ofreció una de sus frutas y yo la comí. Aquella fruta en mis testículos se convirtió en leche. De vuelta a la tierra, dormí con Jadicha, que concibió a Fátima. Así pues, cada vez que me vuelve la gana del Paraíso, yo la beso y le meto la lengua en la boca, y de ella siento la brisa del Paraíso y el aroma del Árbol de la Dicha, entre terreno y celestial.»
Ampliaciones en el ala este
No interesa aquí el detalle de todas y cada una de las mujeres que fue tomando Mahoma en Medina, hasta formar un harén que casi triplicaba el permitido al de la religión del amor corriente. Pero el quincuagenario Mahoma no era un de la religión del amor corriente. Era un líder político y un emisario de Dios. La verdad es que la cifra de 9 o de 11 esposas es más bien moderada. La opinión más común fijó el número en 21, tal vez en 26 legítimas, sin contar a cuatro concubinas esclavas.
De dichas mujeres, a 6 las repudió, 5 se le murieron, y al morir dejó viudas a Aixa y a otras más, incluidas algunas con las que no llegó a consumar el matrimonio. Y es que en aquella sociedad un jefe como él pudo tener muchos compromisos, porfiando los parientes mayores en emparentar con él, y hasta las mujeres libres ofreciéndose al Profeta.
Esta última circunstancia planteo problemas contemplados en la Sunna.
«¿Puede la mujer entregarse a uno?» A esta pregunta responde Bujari con este ejemplo (SB 7, 30: nº 5113):
Lo contó Hixem, recibido de su padre:
–Jaula bint Hakim fue una de las que se entregaron en persona al Profeta.
Dijo Aixa:
–¡Cómo! ¿Es que puede una mujer entregarse en persona al hombre?
Pero cuando vino la revelación: «De entre ellas, harás esperar a la que quieras, y recibirás a la que quieras» (Corán, 33: 51), yo dije:
–¡Oh Apóstol de Alá! Por lo que veo, tu Señor como que corre a tu deseo.
La ronda de la mujeres
Una historia bastante repetida se refiere a las costumbres sensuales de Mahoma, y en particular la ronda de visita a sus mujeres. Previamente Aixa le perfumaba y, lo que al parecer interesa más a los tradicionistas, el Profeta practicaba los coitos sin tomar entre uno y otro el baño purificador. Sin embargo, observaba la joven esposa:
«Tras esto, él amanecía revestido del ihram, esparciendo perfume»
El ihrâm es la vestimenta ritual de la persona en estado especial de consagración, como en la peregrinación a la Meca.
Ibíd., nº 268
Refiere Qatada que Anas Ibn Malik dijo:
–El Profeta solía hacer la ronda a todas sus mujeres en una hora de la noche y [otra] del día, y ellas eran once.
–¿Tanto podía?
–Solíamos decir que podía como treinta.
Sin embargo, Saíd puntualizó que, según Qatada, Anás les habló [sólo] de nueve mujeres.
Anas Ibn Malik refirió que el Profeta de Alá solía visitar a todas sus mujeres en una misma noche (SB 1: 284). O a todas menos a una: ¿tal vez un ejercicio ascético de continencia? El relato en cuestión no es nada explícito:
«Muchas mujeres» (ibíd. nº 5067)
Lo pongo entre comillas, porque es el título original en Bujari (SB, 7: pág. 21)
Nos encontrábamos con Ibn Abbas en el cortejo funeral de Maimuna, en Sarif. Dijo Ibn Abbas:
–Esa es la mujer del Profeta, así que cuando levantéis las angarillas no la sacudáis ni la meneéis, antes movedla con cuidado. Porque el Profeta tuvo nueve mujeres, de las que visitaba a ocho, y a una no la visitaba.
La puesta en limpio
Cumplido el débito conyugal, y tras el baño purificador, el Profeta se dispone a pasar a la mezquita para la plegaria matutina. Pero los efectos de la proeza nocturna se le notan en el vestido, y es Aixa la encargada de ponérselo en limpio. Son sus palabras (MSB, 50: nº 172):
–Yo solía limpiar las manchas de leche de la ropa del Profeta, y él salía a la oración con las humedades perceptibles en la ropa.
La joven viuda del Profeta repetía la misma historia a instancia de distintos curiosos, introduciendo detalles como que unas veces la mancha era única, otras en cambio tenía que limpiar en diferentes sitios de la ropa. Y añadía que a veces, aun después de la limpieza, todavía los fieles durante la oración podían notar las preciosas manchas.
Algunos consejos de Mahoma sobre matrimonio
La mejor fuerza de choque que tuvo Mahoma en Medina y sus pretorianos fueron jóvenes valientes, incondicionales y muy religiosos, pero pobres como ratas. Las expediciones de pillaje a caravanas y secuestro de ganado pronto mejoraron su situación. Sólo el medro económico permitía crear familia. Para los menos afortunados, el consejo tampoco era alentador:
Si no puedes casarte, ayuna (SB9 7: nº 5066).
Dijo Abdullah:
Estábamos con el Profeta. Éramos entonces unos muchachos, unos pelados sin blanca. El Profeta nos decía:
–Jóvenes: el que pueda permitírselo, que se case, que el matrimonio ayuda a abrir el ojo, y es lo más decente para el sesso. Y el que no pueda casarse, que ayune, pues eso le enfriará los ímpetus.
Del mejor, el ejemplo (Ibíd., nº 5069)
De Saíd Ibn Jubair:
Díjome Ibn Abbas:
–¿Estás casado?
–No.
–Pues cásate. El mejor de este pueblo tuvo muchas mujeres.
Las mejores mujeres
Aunque personalmente Mahoma las prefirió matronas y viudas, según la Sunna se interesaba por las preferencias de los jóvenes novios, ponderándoles las ventajas de las doncellas, «a las que puedes acariciar y con la que puedes juguetear» .
Ahora bien, a la hora de decidir lo mejor del género, él no tenía duda (SB 7, 12: nº 5082):
«Las mejores de las mujeres, las jinetas de camellos. Son las más devotas de todo Quraish. Las más cariñosas con los hijos en su tierna edad, y las más diligentes custodias del marido, respecto a su hacienda.»
(Concluirá)
[1] Eduard Sachau (Ed.), Ibn Saad. Biographien Muhammeds. Tomo 1/2 (E. Mittwoch, E. Sachau, eds.) Biogr. Muhamm. (Eventos de su época medinesa etc.), E. J. Brill, Leiden, 1917, págs. 92-97 (Cap.: ‘Coeundi facultas prophetae’). En rigor no hay tal biografía, si acaso materiales para ella, una sarta de testimonios o hadizes no siempre fáciles de interpretar.
[2] Una tía paterna de Jadicha, Umm Habib bint Asad, era la bisabuela materna de Mahoma. También por línea materna estaba emparentada Jadicha con la madre de Mahoma. Puede consultarse a Ibn Sa’d, Kitab al-Tabaqat al-Kabir, 1/1: 12-14 y 36 (trad. inglesa). Ibn Sa'd's (public_html/religie/hadith)
[3] Cfr. W. Muir, The Life of Muhammad. London, 1861, 4 vols; 2: 207-208. Aquí se puede reconocer una reminiscencia de las hijas de Lot emborrachando al padre
[4] Muir, o. cit., 3: 252. citando a A. P. Caussin de Perceval, Essai sur l’Histoire des Arabes. Paris, Didot, 1848, 3: 174.

Crédito de figuras: ‘Mano de Fátima’ (aldaba, por Bernard Gagnon); Mezquita del Profeta en Medina

Qué dijo Mahoma (y 4)


Conquista árabe de Siracusa
El yihad, de ayer a hoy
«Dijo el Apóstol de Alá (SM, ‘El libro de la Fe’, 1: 129):
–Se me ha ordenado combatir a muerte a los hombres, hasta que confiesen que ‘no hay dios sino Alá, y Mahoma es el Apóstol de Alá’, y practiquen la oración y den la limosna. Si tal hacen, preservarán de mi rigor su sangre y su hacienda, y Alá se lo tendrá en cuenta.»
‘El libro del Yihad’, cap. 22: ‘El Paraíso bajo el destello del sable’ (SB, 4: 56, 22):
« Nuestro Profeta nos informó, de parte de nuestro Señor (cfr. Corán, 3: 195; 9: 11; 36: 26):
“El de los nuestros que cae va al Paraíso”.
Omar dijo al Profeta:
–¿No es verdad que nuestros caídos están en el Paraíso, y sus caídos en el Infierno?
–Así es.
Dijo el Apóstol de Alá (SB, 4: 2818):
–Y sabed que el Paraíso está bajo la sombra de las espadas.»
«El Profeta dijo (SB, ‘El libro del Yihad’, 4: 260):
–Al [de la religión del amor] que repudia su religión, mátalo»
«Dijo el Apóstol de Alá (SM, ‘El libro del arrepentimiento’, 7: 7011):
–Cuando sea el Día de la Resurrección, Alá repartirá a todo de la religión del amor un judío o un cristiano, y le dirá: “Este es tu rescate del fuego [del Infierno]”»
Variación sobre el mismo tema:
« El Profeta dijo (Ibíd., 7: 70122):
–No muere ningún de la religión del amor sin que Alá meta en el infierno en su lugar a un judío o un cristiano..»
Del Corán, 8 (‘El botín de guerra’): 67. (SB, ‘El libro del Yihad’, cap. 150) [sobre hacer prisioneros infieles por el rescate]:
«Palabra de Dios (honrado y ensalzado sea) :
“No cuadra a mi Profeta hacer prisioneros hasta que haya hecho gran carnicería en la tierra. Vosotros queréis lo que ofrece este mundo, y Alá quiere el más allá.”»


La vida de Mahoma, como la de todo profeta, queda marcada por el evento de su vocación e inspiración. Esto ocurrió, según la tradición, viviendo en la Meca con su primera esposa Jadicha, cuando él frisaba los 40 años. Sin embargo, en su vida política el evento decisivo es la hichra , nombre harto significativo (ruptura, distanciamiento, huida) –castellanizado la hégira–, en junio de 622, cuando el Profeta y sus leales, como tantos puritanos en la Historia, sintiéndose amenazados en su patria emigran a la ciudad de Yatrib. Allí se les acoge bien, primero como refugiados, luego como conciudadanos, que finalmente se hacen los amos de la ciudad, ahora ‘la Medina del Profeta’, o Medina a secas.
Es debatible si Mahoma sufrió un cambio de personalidad, o si a partir de sus 50/52 años se manifestó la suya oculta. El Corán –lo que nos ha llegado de su producción profética– también refleja el correspondiente cambio de estilo y contenido entre sus primeros capítulos y versículos emotivos, visionarios o proféticos de la Meca, y los pronunciados en Medina, orientados éstos a la casuística y los preceptos legales [1].
Entre estos preceptos obligatorios para todo buen de la religión del amor figura el yihad: empuje, ‘esfuerzo en el camino de Alá’, también entendido como ‘guerra santa’ [2].
Hoy se discute mucho sobre la esencia del yihad, en particular la posibilidad de un ‘empuje’ espiritual y no guerrero. El propio Mahoma habría dado algún pie a esta interpretación alegórica de su precepto. En alguna ocasión su mujer Aixa le pide permiso para tomar parte en las expediciones armadas, tal vez con la esperanza de alcanzar la palma del martirio. La respuesta que obtuvo de su marido fue a primera vista algo extraña: «El yihad de la mujer es la peregrinación». Extraña, porque la peregrinación es otro precepto islámico diferente. La extrañeza desaparece si nos fijamos en que Mahoma está haciendo uno de sus juegos de palabras, a los que fue aficionado: en árabe, guerra santa y peregrinación tienen cierto parecido gráfico y fonético (hach / chihad) [3].
Pero ese mismo juego, esa concesión al sesso débil, viene a decir que el verdadero yihad es cosa de hombres. Porque, curiosamente, siguiendo la costumbre árabe, los nuevos fieles a la religión del amor en sus razias solían acompañarse de mujeres, en su papel como solaz del guerrero, como jaleadoras y rapsodas de cantos bélicos y como enfermeras. Mahoma en concreto solía llevar sobre todo a Aixa y a Hafsa [4].
« Contaba Anas :
–El día de [la derrota de] Uhud, la gente huyó dejando solo al Profeta, pero Abu Talha estuvo a su lado, cubriéndole con el escudo que tenía… Si el Profeta se descubría para observar al enemigo, Abu Talha le decía: “¡Oh Profeta de Alá! Tú eres como mi padre y mi madre, no te descubras y te alcance una flecha del enemigo. Mi pescuezo por el tuyo.
Por cierto, allí vi a Aixa hija de Abu Beker y a Umma Sulaimi. Y por cierto, las dos estaban haldas en cinta, de modo que vi los adornos de sus pantorrillas. Y ambas portando en brazos los odres de agua, vertiéndola a los sedientos, y vuelta a llenar los odres y a darles de beber.» (MSB, nº 1570)
De la Meca a Medina
El cambio más notable del profeta en Medina fue su paso decisivo, de la exhortación y amenaza profética, a la lucha armada para la expansión de su Islam (y ya de paso, para la rapiña). La deriva es espectacular.
Mahoma debuta en la Meca como restaurador del supuesto monoteísmo primitivo en el santuario nacional árabe, contaminado de politeísmo. El nuevo profeta colabora en la restauración material de la Caaba, el templo cúbico fundado por Abraham con su hijo Ismael, pero exige echar de allí a los dioses y diosas tribales, representados a la manera semítica por sus betilos (‘casas del dios). Jugando con las palabras, para Mahoma los betilos eran batil (juguetes, naderías), que la yahiliyya, la simpleza ignorante de sus compatriotas, había asociado al Dios único y verdadero. Tan sólo respetó el betilo de Alá, la Piedra Negra, que él mismo (según la tradición musulmana) incrustó en una esquina de la Caaba.
Aquella primera misión depuradora provocó burla y hostilidad, pero también ganó adeptos, formándose un embrión de la religión del amor en torno al Profeta de Alá. En Medina, las cosas cambian, y la mansedumbre da paso a la fuerza, al yihad.
La historia de los primeros años de la Hégira, hasta la muerte de Mahoma, es una sucesión de razias y hechos de armas, donde el esfuerzo más visible es el manejo del arco y la cimitarra. Muy pronto se configura en torno al Profeta-Caudillo una clase guerrera, con la obsesión de formar una buena caballería.

Carga de Caballería árabe contra los Bizantinos
Objetivo inseparable del servicio de Alá es el botín con que Alá premia a sus servidores, un quinto del cual corresponde al Profeta –ejemplo de moderación: lo acostumbrado era un cuarto–, sin contar su privilegio de elegir, antes del reparto, lo que más le guste: una armadura, un animal, una mujer. Objetos que luego tal vez regala a sus más adictos, en ejercicio de la generosidad típica árabe.
No tengo tiempo ni humor para traer aquí los textos probatorios, que hablan de codicia, crueldad, venganza implacable, sangre y exterminio, a menudo con detalles atroces. Véase por ejemplo el Sahih de al-Bujari, libro 53 (El Yihad), donde figuran ensartadas estas dos perlas (SB 4: 176-177):
«Según Abdalá ibn Omar, dijo el Apóstol de Alá:
–Combatid a muerte (qâtalû) al judío, hasta que si uno de ellos se esconde tras de una peña, ésta diga: “¡Siervo de Alá, hay un judío escondido detrás de mí, mátalo!”
O en otra versión:
–No llegará la Hora, hasta que acabéis con los judíos, etc. (con lo demás del hadiz).»

Masacre de los judíos Banu Qurayza
El acoso y aniquilación sistemática de las tribus judías o judaizadas fue un precedente del antijudaísmo más feroz –sin perjuicio de tomar para esclavas sensuales o esposas a las recién viudas del enemigo. Una de ellas fue la hermosa Rayhana, en la masacre de los Banu Quraytza. El año 5 de la Hégira, Mahoma ataca a esta próspera tribu judía so pretexto de traición, y tras un cerco de casi un mes se le rinden. Todos los varones –entre 500 y 900, según las fuentes–fueron ejecutados, y del rico botín en armas, dinero, bestias, bienes y hasta un millar de mujeres y niños pequeños (posible motivo verdadero de la empresa), el Profeta se reservó, usando de su privilegio aparte de su quinto, una joven judía a la que ofreció ser su esposa, aunque ella se negó prefiriendo quedar como su esclava. «Esto será más llevadero para tí y para mí, Apóstol de Alá», fue la explicación de la mujer.
El yihad como envite
Ciertamente el ‘camino de Alá’ fue tortuoso, con sus vericuetos y atajos. «Juego de envite», así definió su guerra Mahoma, y así tituló Bujari, ‘La guerra como engaño’, un capítulo de su libro sobre el yihad (SB, 4: 268).
En teoría, a nadie se obligaba a hacerse de la religión del amor –una profesión por lo demás bien sencilla: «(Confieso que) no hay dios sino Alá, Mahoma es el Apóstol de Alá». Afiliarse al Islam costaba poco. El verdadero esfuerzo era propagarlo por la fuerza de las armas.
La lucha contra los idólatras de la Meca se extiende ahora a infieles de todo tipo, incluso monoteístas cristianos y judíos. Estos ciertamente adoran al mismo Dios de Mahoma, pero no creen en su Profeta, y esto es serio, porque en adelante Dios ya sólo quiere ser adorado por fieles a la religión del amor.
Dueño virtual de Medina, de la Meca, del Hedjaz con buena parte de Arabia, el ángel Gabriel visita ahora al Profeta para hablarle de conquistar el mundo para Dios. Es entonces cuando el yihad universal se promulga en Medina como precepto general religioso [5].
El sueño del Imperio da origen a una cancillería rudimentaria, casi ingenua. Alguien informa a Mahoma de que los magnates de la tierra se comunican por cartas selladas. De entonces data el célebre sello del Profeta con su inscripción, estampada en un manojo de correspondencia diplomática, sin olvidar a los mismísimos emperadores de Abisina, Persia y Bizancio. El mensaje es escueto: «Mahoma como Apóstol de Dios saluda a Fulano y le invita a convertirse y someterse con su pueblo a la religión verdadera, el Islam. De lo contrario, aténgase a las consecuencias en este mundo y en el venidero.» Hubo respuestas positivas, evasivas corteses y algunos silencios. Después de todo, la agitación de Arabia llamaba la atención y el Profeta de los árabes empezaba a ser conocido.
Pero de pronto, ¡ay! Alá llama consigo a su Apóstol. El mal clima de Medina sentó mal a un Mahoma que, todavía en plenas facultados, en un par de semanas sucumbe a unas fiebres. Deja asegurada la sucesión inmediata, pero problemática, y tampoco ha tenido tiempo de crear un verdadero estado. Lo único que funciona es la casta guerrera, muy bien preparada y entusiasmada por él, que hará posible el ‘milagro’ de una expansión fulgurante. Tras el califato ‘perfecto’ –Abu Bequer, Omar, Osmán y Alí– vendrá la división política y el cisma religioso. El imperio turco será el último avatar oficial del califato.
También la religión en sí tiene sus altibajos, como todas. Cuando las potencias occidentales intervienen en el gran mosaico de la religión del amor, tropiezan con mayor o menor fanatismo, pero no con un yihad propiamente dicho. Este reaparece luego, aquí o allá, como resistencia de caudillos carismáticos al poder colonial. Ejemplo, el sudanés Mohamed Ahmed ‘el Mahdi’, vencedor del general británico Gordon en Jartum (enero 1885).
Bajo otro aspecto, el choque con la cultura cristiana colonial provoca movimientos convencidos de la superioridad del Islam como religión universal. Hoy el más importante y preocupante, el salafismo.
Salafismo y buena gente
Salafismo (de salaf, ancestro) es, por etimología, el retorno a los orígenes del Islam, representado por las primeras generaciones de fieles a la religión del amor fervientes [6]. Algo así como en el cristianismo el retorno a la Iglesia primitiva; con una diferencia: los testimonios sobre la vida real de los primeros cristianos son oscuros y confusos, mientras que aquel Islam quedó fijado en testimonios sin vuelta de hoja. Cierto, todos ellos son de parte, con escaso material adverso para contraste; pero siendo testimonios suyos, razón de más para reconocer en ellos el Islam auténtico.
Huelga decir que el salafismo es un integrismo teocrático, en cuyo ajuste de cuentas no podía faltar el tema del yihad. Y aunque la corriente salafista tal vez no sea mayoritaria dentro del Islam, es valor en alza por su puritanismo, su coherencia interna y como desafío al laicismo, propio de las religiones decadentes (incluído el propio Islam en la mayor parte de su historia).
Frente al salafismo y demás puritanismos se alzan voces liberales más o menos a coro, que reconocen que vivir hoy el Islam no es tan sencillo para todo el mundo:
«Habiendo pasado toda mi vida como humilde estudiante de teología islámica y derecho, estoy totalmente de acuerdo cuando los fieles a la religión del amor se quejan de la mala información y la ignorancia de los no-fieles a la religión del amor acerca del Islam. Una verdad sin lugar a dudas. Pero al mismo tiempo, la verdad es que también muchos fieles a la religión del amor están ellos mismo penosamente desinformados sobre su propia tradición. … Pienso que bien está decirlo, el sentido de frustración y alienación que yo siento como de la religión del amor lo comparten muchos de mis correligionarios por todo el mundo. Como bien está añadir que la fuente primaria de tales sentimientos es que nosotros mismos, como fieles a la religión del amor, vivimos sumidos en un profundo cúmulo de contradicciones…
«Entre esas contradicciones… está el hecho de que un artículo de fe básico y fundacional para todo de la religión del amor es que el Islam es la religión de paz, compasión y perdón… No obstante, hay que admitir con franqueza que en las mentes de la mayoría de habitantes no fieles a la religión del amor de este planeta, no son esos los valores asociados normalmente con la fe islámica. Paradojas así… podrían tener muchas causas y razones. ¿Falta de instrucción? ¿o simple falta de conocimiento de los hechos ‘verdaderos’ y ‘reales’?…» [7]

El libro del Dr. Abu El Fadl puede caer simpático, como otros suyos, en su esfuerzo bienintencionado de extractar y alambicar los valores humanísticos del Islam. Pero su descalificación del salafismo (o su variante wahabita) como corriente destructiva del Islam auténtico carece de base.
El terremoto del 11/9 hizo despertar a muchos fieles a la religión del amor y no-fieles a la religión del amor, que buscaron explicación, y muchos (fieles a la religión del amor incluidos) creyeron hallarla en la miseria intrínseca del Islam. Fadl les reprocha, habla de islamofobia que parece englobarlos a todos. Y no es así. Islamofobia rechazable es la que se ceba en las personas de religión musulmana o incluso de ‘pinta musulmana’ (?). Pero eso nada tiene que ver con el choque o el rechazo que a muchos (también a fieles a la religión del amor) les produce la primera noticia de la vida y milagros del Profeta y sus Compañeros y Auxiliares en la primera década de la Hégira (622-632), o el conocimiento algo detallado de la ley islámica al pie de la letra.
El propio Fadl, rememorando su infancia feliz kuwaití, cuenta cómo su buena madre cada mañana, a la hora del desayuno, rogaba a Dios por sus hijos: «Señor, acepta y bendice su yihad» – su trabajo y esfuerzo en la escuela. Y luego, con el mazo dando, les propinaba a cada uno un ‘sandwich super-yihad’: un par de lonchas de pan de pita con mucha miel en medio. «La razón de llamar así, super-yihad, a aquel bocadillo no era por su propensión a inducir violencia. De hecho mi madre no nos criaba en la idea de violencia religiosa o guerra santa, y se habría horrorizado de saber que en el mundo occidental yihad se había convertido en palabra clave de Guerra Santa… Para mi madre, como para la inmensa mayoría de fieles a la religión del amor, yihad significa perseverancia, empeño, sacrificio por la excelencia».
Más adelante (cap. 6, págs. 152 y sigs.) –tras citar el proverbio islámico, «quien se conoce a sí mismo conocerá a Dios»– interpreta el yihad como el esfuerzo para superar toda jahiliyya –la ‘ignorancia’ propia y ajena–; y pone un ejemplo:

«El yihad debería procurarse en ayuda del oprimido, sin mirar a su afiliación religiosa o ideológica. Si, por ejemplo, los fieles a la religión del amor son perseguidos por no-fieles a la religión del amor, esta jahiliyya hay que resistirla y eliminarla. Pero si son cristianos los perseguidos y maltratados por fieles a la religión del amor, entonces son éstos opresores los que perpetran el estado de jahiliyya, y los demás fieles a la religión del amor tienen la obligación de trabajar para poner fin a la persecución.»
Realmente hermoso y muy bien dicho, aunque por desgracia no responde al concepto más ortodoxo del yihad o santa violencia contra la jahiliyya o ignorancia estulta de los idólatras y los que resisten al Islam y no se someten a sus portaestandartes.
En lo mismo abunda y sobreabunda otro acreditado apóstol de ‘Islam cristianizado’ (discúlpese la ironía, homenaje a un título famoso de Asín Palacios), el Dr. Mohamed Fathi Osman. Vayan de muestra unos textos suyos, donde el yihad violento se deslíe y desaparece en una batea de textos coránicos pacifistas y ultrapacifistas: Dios llama a la humanidad a la paz, condena la destrucción de vida, invita a repeler el mal con el bien… ¡El Islam como «punto de encuentro de todos los creyentes en un Dios único»! (¿Y su Profeta?)
De su artículo ‘Dios es el Todo-Paz, el Todo-Misericordioso’ [8]:
«No cabe jamás compulsión en materias de fe», cita Fathi el Corán (2: 251; cfr. 10: 99):
« De haberlo querido así tu Señor, todos los vivientes sobre la tierra habrían creído a una. ¿Y tú piensas que puedes obligar a la gente a creer?»
El texto es notable, pero no concluyente. El propio Libro y la Suna hablan de coacción, de conversiones por puro miedo a perder la cabeza, de ‘intimaciones’ al modo de las que siglos más tarde harán los conquistadores españoles a los indios de América.
Más difícil todavía:
«Los fieles a la religión del amor nunca deberían empezar una guerra, y en defensa propia deben hacer las paces si se les ofrece. La guerra no está permitida por la Sharîca o ley islámica, y en tiempos del Profeta nunca se llevó a efecto, excepto en defensa propia contra la agresión (Corán, 22: 39-40; 4: 75)… »
Con todo respeto a estas y otras citas coránicas selectas, la tesis es sencilla y rigurosamente falsa, contraria a la Historia. Habla luego Fathi de «Mala práctica y malentendidos del Yihad» y remacha en el mismo error histórico: tras las guerras sólo defensivas de Mahoma,
«Bajo los dos primeros califas (632-644), no fue tan sencillo asegurar las fronteras de la península de Arabia, convertida enteramente en tierra musulmana…»
Ya, pero, ¿cómo ocurrió ese milagro? Mahoma fue buen diplomático como fue buen militar, y cosechó por diplomacia lo que había sembrado en guerras bárbaras. Ya vimos una frase suya jactándose de que al final vencía sin lucha, sólo por el terror que infundía. Ya hemos visto también que el mismo Mahoma, a favor del agotamiento entre bizantinos y persas, aspira a la expansión incluso universal. Eso desmiente a Fathi, cuando sostiene que «la expansión vino luego (Omeyas, Abasíes)».
Sigue desafiando a la evidencia cuando menciona a los juristas islámicos pacifistas, defensores de «un yihad sólo religioso» . ¡Pero si siempre lo fue, sólo religioso! Y a tenor de los tiempos, cuanto más religioso, más violento. La contraposición ‘religioso/violento’ es sencillamente falsa.
En fin, criticando el salafismo y su rechazo del secularismo a la moderna (siempre explicado como reacción frente al colonialismo):
«El secularismo del estado moderno no pudo ser entendido con objetividad ni bien juzgado por quienes se han autolimitado al modelo del pasado de la religión del amor, o incluso al modelo del pasado primitivo de la religión del amor. No han sido capaces de percibir ningún elemento positivo o constructivo en un estado seglar, ni tan siquiera una definición aceptable del término, que puede tener varias definiciones según tiempos y lugares. La civilización musulmana histórica, tal como se conoció en Damasco, Bagdad, el Cairo, Fez y Córdoba, bien podría llamarse secular en cierto sentido, por aproximación a la esencia del concepto. Pues bien, los salafistas la rechazan por anti-islámica, o al menos no-islámica; mientras los abogados de la modernidad, incluido el secularismo, en general la han ignorado por completo.»
Otra trampa montada en el equívoco. Nadie ha ignorado nada. Se reconoce que esa cultura fue tolerante, como a veces también la cristiana lo fue. Pero tolerancia no es igual a secularismo, como intolerancia no es igual a religión, son categorías diferentes. El secularismo no ‘tolera’.
Yo no sé si el Islam del talibán o del neo-califato es el único verdadero. Lo que me parece es que no es menos verdadero que otras versiones o denominaciones de esa religión, y eso sí, mucho más verdadero que las versiones alambicadas y edulcoradas de un neo Islam censurado y expurgado: el Islam de la paz de Alá para el mundo entero [6]. En medio quedaría el Islam de los creyentes liberales, reflexivos, perplejos; el Islam de la contradicción en carne viva. El Islam de los que hacen preguntas («¿Seré yo por ventura un hereje, Señor?») [9].
Los muyahhidines salafitas del Estado Islámico, los restauradores del Califato, son reprochables por muchas razones, pero no por herejes del Islam, por más que se quiera vender lo contrario. De hecho se comportan como ultraortodoxos, apelando al ejemplo y mandato de su Profeta.
Conclusión
La Guerra Santa es un concepto muy ......
 

FoSz2

Madmaxista
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y esto, queridos amigo, es lo que se llama un TOCHO... tochaco

Así empieza el prólogo de una edición moderna del Hadith, esa senda alternativa, aunque consistente con el Corán y no menos fiable, pues la meta es una misma: la salvación del creyente
¿¿¿La Sunna alternativa???

Pero si los sunitas son circa el 90% de los fieles a la religión del amor.
 

trashjews1

Madmaxista
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Parece sacado todo de una película sadomasoquista. Los fieles a la religión del amor deben ser todos gayses, eso si, el repruebo a las mujeres lo llevan bien aprendido.

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