El Gran Cid
Madmaxista
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Me comieron cuatro perros , dos cabras y varias gallinas . Entonces ya no es posible seguir ”: Rosy Matinaes una Lampedusana cuyo terreno, comprado por su padre en 1967, linda con el hotspot de Cala Imbriacola. No puede soportarlo más. Por la noche los pagapensiones suben a su propiedad y acampan, beben alcohol, se emborrachan. El aire alrededor de la casa en ruinas, cuyo techo fue derribado por la propia Rosy y su pareja porque los migrantes estaban aislados con las mujeres y tuvieron relaciones sensuales adentro, es irrespirable. Hay un olor a orina y excrementos, esparcido por todos lados, similar al que se percibe en las cercanías de un purificador. En el suelo mantas sacadas del hotspot, platos, restos de comida, colchones. “Una noche subimos - dice - y encontramos gente acampada. Nos ofrecieron hachís. En otra ocasión vine con mi hija y 14 de nosotros estábamos borrachos y nos acosaban sexualmente. Me resbalé por el acantilado al hotspot. Mi niña corrió detrás de mí. Le pedimos ayuda a la policía. Nos dijeron que los migrantes son intocables. Ellos hacen lo que quieren ".
Una situación digna de una película de terror, a unos cientos de metros del centro de Lampedusa, donde los migrantes por la noche también salen a vender. Un comerciante dice que “la furgoneta del hotspot llega de vez en cuando. Los descarga y se sientan en los escalones frente a la iglesia porque el párroco, Don Carmelo La Magra, les da la contraseña del wi-fi. Muchos niños, continúa, se acercan a ellos para comprar drojas. Varias veces llamamos a la policía, pero nada, no vienen y si llegan parecen tener miedo. Una mujer carabiniere se encerró en el coche la noche que hubo una pelea. Sin embargo, estaba armado ”. Porque incluso aquí, en una tierra que ahora parece no pertenecer a nadie y donde los migrantes son los dueños, esto también sucede. En medio de una Lampedusa que solo podía vivir del turismo, la mala gestión de una administración a la que le importan un carajo los problemas y un gobierno nacional que hace oídos sordos porque los ingresos de quienes especulan con la hostelería importan más, está dando lugar a problemas indescriptibles. “Te digo - repite Rosy -, tarde o temprano mataré a alguien. No tengo nada más que perder ”.
¿La razón? “Hay quien gana y mucho con su presencia”, explica. Rosy está exasperada por la situación. Presentó numerosas quejas a los carabinieri, presentó quejas, pero nadie ha intervenido nunca. “Dijeron que vendrían a limpiar -aclara-, pero nada, nunca volvieron a aparecer. El alcalde Totò Martello debe estar avergonzado. Eso debería dejar la silla y desaparecer. Te digo: a veces si encuentro a un migrante todavía en mi propiedad le disparo. Si mi padre hubiera estado allí, habría usado la escopeta ”. Rosy vivía de los cultivos en su tierra, lo que ganaba criando ovejas y gallinas. “Solo me quedan los cerdos - prosigue -. Esos no los comen porque para los árabes está prohibido. Pero se comieron cuatro de mis perros ”. Dice esto mostrándonos los restos de un perrito. “Lo despellejaron - dice - y lo hicieron a la parrilla. Ya ves, ahí mismo, donde están las mantas ”.
Lo sfogo choc sui migranti: "Hanno mangiato i miei cani" - IlGiornale.it
Canibalismo en Europa en 3, 2, 1...
Yo les puedo ofrecer unos cuantos progres muy ricos.
Una situación digna de una película de terror, a unos cientos de metros del centro de Lampedusa, donde los migrantes por la noche también salen a vender. Un comerciante dice que “la furgoneta del hotspot llega de vez en cuando. Los descarga y se sientan en los escalones frente a la iglesia porque el párroco, Don Carmelo La Magra, les da la contraseña del wi-fi. Muchos niños, continúa, se acercan a ellos para comprar drojas. Varias veces llamamos a la policía, pero nada, no vienen y si llegan parecen tener miedo. Una mujer carabiniere se encerró en el coche la noche que hubo una pelea. Sin embargo, estaba armado ”. Porque incluso aquí, en una tierra que ahora parece no pertenecer a nadie y donde los migrantes son los dueños, esto también sucede. En medio de una Lampedusa que solo podía vivir del turismo, la mala gestión de una administración a la que le importan un carajo los problemas y un gobierno nacional que hace oídos sordos porque los ingresos de quienes especulan con la hostelería importan más, está dando lugar a problemas indescriptibles. “Te digo - repite Rosy -, tarde o temprano mataré a alguien. No tengo nada más que perder ”.
¿La razón? “Hay quien gana y mucho con su presencia”, explica. Rosy está exasperada por la situación. Presentó numerosas quejas a los carabinieri, presentó quejas, pero nadie ha intervenido nunca. “Dijeron que vendrían a limpiar -aclara-, pero nada, nunca volvieron a aparecer. El alcalde Totò Martello debe estar avergonzado. Eso debería dejar la silla y desaparecer. Te digo: a veces si encuentro a un migrante todavía en mi propiedad le disparo. Si mi padre hubiera estado allí, habría usado la escopeta ”. Rosy vivía de los cultivos en su tierra, lo que ganaba criando ovejas y gallinas. “Solo me quedan los cerdos - prosigue -. Esos no los comen porque para los árabes está prohibido. Pero se comieron cuatro de mis perros ”. Dice esto mostrándonos los restos de un perrito. “Lo despellejaron - dice - y lo hicieron a la parrilla. Ya ves, ahí mismo, donde están las mantas ”.
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