Imaginad esa misma mesa y comensales, pero cada uno con la mano atada al de enfrente. Según avancen su mano, retrocederá la del otro y cuando la del otro quiera alcanzar la comida, volverá a hacerlo la del que tiene enfrente... en una lucha sin final para que nunca puedan comer hasta que uno desfallezca, aunque haya comida para todos. Eso, es el infierno.
Nota: eso, es donde estamos.