A modo de carta abierta a Cristina Peri Rossi
Román Piña Homs
Leo con cierta perplejidad y desde luego tristeza, pero en absoluto con asombro puesto que los radicales del nacionalismo catalán o del que sea, hace ya tiempo que dejaron de asombrarme hagan lo que hagan, el artículo publicado en este mismo diario por la escritora Cristina Peri Rossi, que ella titula Persecución lingüística. Cuenta Cristina en su artículo, con todo detalle, cómo ha sido expulsada de un programa de Catalunya Ràdio, al que venía asistiendo habitualmente a modo de tertuliana desde hace varios años, gracias a la invitación del periodista Gaspar Hernández, que la valoraba como intelectual valiosa, capaz de enriquecer la tertulia, pese a ser la única castellano hablante que participaba en el mismo. Total, que de pronto alguien decidió prescindir de su participación habitual, sin más motivo que el de no hablar catalán. Recuerda Cristina que «Cataluña es y será una nación bilingüe, por lo cual no se puede perseguir o expulsar a nadie de su trabajo por motivos lingüísticos», y yo no sé si se querellará con quienes han atentado a sus derechos, situándose en la ilegalidad, pero de momento ha optado por contar los hechos y comenzar su batalla particular. Le deseo suerte, porque la necesitará.
Conocí a Cristina hace veinte años. Por entonces disponía yo de unas conferencias ofrecidas en Berkeley, dentro de un programa auspiciado por la Generalitat en aquella universidad californiana. Por aquello de que los catalanes habían llegado a América, como escribió en su día Ferràn Soldevila, tard però sense dany, refiriéndose a la modélica presencia catalana en el continente desde mediados del XVIII, la Generalitat por aquellas fechas -1987- montó una serie de iniciativas culturales y económicas en tierras californianas, mostrándose como un gran país que nada tuvo que ver con el genocidio montado por el resto de los españoles; un genocidio, que ya saben ustedes, nos lo acaba de poner al día, en plan de memoria histórica, el Ayuntamiento de Sineu, imagino que profundamente preocupado por la defensa de los derechos humanos de los indígenas americanos del siglo XVI, pero en absoluto por el atropello sufrido aquí y hoy por la uruguaya Cristina Peri Rossi.
Cristina me recibió en su despacho de la editorial barcelonesa Laia. Enseguida intimamos. Se mostró muy interesada por mi obra, que recomendó a la editorial, y pocos meses después apareció publicada bajo el título de Catalanes y mallorquines en la fundación de California. Nada más conocer a la muchacha, comprendí que era una intelectual valiosa y comprometida con la izquierda. La editorial mantenía cierta tradición en el mismo sentido, pero no me asustaba. A mí lo que me interesaba era publicar y hacerlo con capacidad para llegar al gran público, cosa que alcancé con creces. Y no sólo conseguí con mi propósito llegar a todas las librerías de este país y de algunos más de habla española, sino que además me congratulé de que una joven como Cristina se desenvolviese bien en los ambientes de la Ciudad condal. Tal circunstancia era garantía para los catalanes, de sociedad abierta y acogedora.
El libro en cuestión, publicado gracias a los buenos oficios de Cristina, poco después me abrió otras puertas. Se ponía en marcha la conmemoración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América. Los regidores nacionalistas de Sineu aún no habían denunciado el genocidio, y por consiguiente el gobierno de la Generalitat no tuvo inconveniente en asociarse a los fastos. Se montaron numerosas iniciativas culturales y entre ellas se puso en evidencia la necesidad de contar con una investigación seria sobre el agravio de que, desde los tiempos de Cristóbal Colón, los catalanes hubiesen sido excluidos de la conquista y colonización del Nuevo Mundo. Para tal investigación decidieron contar conmigo. Era mallorquín. Les había honrado en tierras californianas, hablando de la epopeya del capitán Gaspar de Portolà y sus voluntarios catalanes, que acompañaron a los misioneros mallorquines que colonizaron aquellas tierras, y además conté con el aval de Miquel Batllori, que me consideró de inmediato como la persona más indicada para llevar adelante la investigación, e interpondría sus buenos oficios ante el entonces presidente de la comisión catalana del Quinto Centenario -Pere Pi Sunyer- hombre abierto, procedente del exilio y recuperado para la nueva Cataluña en democracia.
Les diré que trabajé sobre el asunto más de un año. Idas y venidas del Archivo de Indias en Sevilla, y al final la conclusión: jamás hubo exclusión de los catalanes en América, ni consiguiente agravio histórico. El segundo viaje de Colón fue prácticamente con catalanes. Y como no quería líos, me preocupé de aportar el registro de todos los catalanes que marcharon a Indias desde el segundo viaje colombino hasta mediados del siglo XVI, así como el conjunto de la legislación adoptada al respecto, incluida la Ordenanza supuestamente discriminatoria. Recuerdo el asombro de Pi Sunyer. I ara Pinya, qué farem? Me preguntó preocupado. Miri vosté, publicar-ho, le contesté de inmediato. Y la obra se publicó, muy a disgusto de ciertos sectores, pero se publicó, aunque con un título un tanto equívoco y muy negociado: La debatuda exclusió catalana-aragonesa d’Amèrica.
Valga este recuerdo personal en homenaje a Cristina. Pero le diré a mi querida amiga, que quizás ya ni me recuerda, que los tiempos han cambiado mucho. Ni ella ni yo, desde la perspectiva de hace veinte años, hubiésemos presentido la actual deriva del nacionalismo catalán. Por entonces comenzaba a dirigir la Generalitat Jordi Pujol. Gobernaba con el apoyo de Esquerra Republicana. Su adversario, la oposición, eran los socialistas, y éstos actuaban como la modernidad liberal y abierta, frente a un nacionalismo que sin ser radical, daba muestras de cierto localismo rancio. Ya ven, la de cosas que han pasado desde entonces. Pienso en los socialistas de verdad, unos por entonces aún nostálgicos del marxismo, otros más bien comprometidos con cierto cartel de ilustrados abiertos y en cualquier caso de ciudadanos comprometidos con la libertad. Su discurso giraba sobre la corrupción de CIU, los escándalos de Banca Catalana y la necesidad de hacer una Catalunya de todos. Pues ya ves Cristina: esta es la Catalunya de todos; la que nada más y nada menos te ha echado a la calle. Tengas suerte. La necesitarás y mucha