J
Josec
Guest
[...] ¿Un confidente policial dice haber gestionado la compra de los
explosivos, bajo control directo del jefe de la UCO? Vetado. ¿Un guardia
civil graba testimonios anticipadores del atentado, que sus superiores
ocultan? Vetado. ¿Un agente, socialista y asturiano, de los servicios de
inteligencia se entrevista repetidamente con el mentor de los asesinos?
Vetado. ¿Un hoy policía español, antiguo terrorista de élite de Arafat,
prepara los teléfonos móviles que detonaron las bombas de Atocha? Vetado; y
de vacaciones. Igual que lo estarán sus señorias, a costa nuestra, dentro de
pocas semanas. [...]
--
Vienen a mi recuerdo ilusiones perdidas. Otro tiempo. No es fácil
aceptar que hubo una vida en la cual la política fuera actividad noble.
Fantasía. Que el paso de la edad convierte en humo. Y cieno.
No fingiré sorpresa. No sería creíble. Todos sabemos que nada hay más
desalmado que esa gente. ¡Políticos! Hace mucho ya que decidí excluir a
tales predadores de mi vida. No hay manera de evitar que me roben. Me niego,
al menos, a participar en el engaño de forma voluntaria: que los vote su
abuela; si es que un bondadoso alzheimer le permite olvidar en qué cosa
escalofriante se mutaron los nietecitos suyos, aquellos que tan monos eran
de bebé, y ahora son esto.
Esto. Pocas cosas habrán contribuido tanto a la erosión de lo político
en la España contemporánea cuanto esa hipérbole del engaño que ha sido la
Comisión 11 de marzo. Yo pienso que ninguna. Y eso en un país hecho ya a
aberraciones extremas: los asesinatos del GAL al servicio de un Gobierno
socialista; el robo masivo practicado por los altos funcionarios en los años
personas de color del aterrador González; la aniquilación del poder judicial, mediante
la anticonstitucional ley orgánica del 85; la destrucción irreversible de la
enseñanza pública consumada por la LOGSE de 1986. . . Todo eso queda en
anécdota comparado con lo de ahora. Porque tras lo de ahora hay 192 muertos,
hay una derrota militar estruendosa, hay una rendición humillante, hay la
sórdida pleitesía a Mohamed y sus guerreros, hay la vergonzosa súplica de
piedad a quienes rigen los destinos del nacionalismo como los del islamismo,
hay la filtro resignación a la cual ningún país sobrevive.
La Comisión del 11-M ha sido una burla. De los que cobran impuestos
contra los que pagamos. Más brutal, más descarnada, más obscena que otras.
Porque esta vez no ha habido disimulo. PSOE & Co. han presentado, al fin,
conclusiones redactadas antes de que la Comisión se inaugurara. En medio,
trajeron testigos trucados (portero automático de Rubalcaba), altos mandos
policiales mentirosos, don nadies de todo tipo... Y vetaron. Todos y cada
uno de los testimonios que permitieran atisbar líneas de luz, por pequeñas
que fueran.
¿Un confidente policial dice haber gestionado la compra de los
explosivos, bajo control directo del jefe de la UCO? Vetado. ¿Un guardia
civil graba testimonios anticipadores del atentado, que sus superiores
ocultan? Vetado. ¿Un agente, socialista y asturiano, de los servicios de
inteligencia se entrevista repetidamente con el mentor de los asesinos?
Vetado. ¿Un hoy policía español, antiguo terrorista de élite de Arafat,
prepara los teléfonos móviles que detonaron las bombas de Atocha? Vetado; y
de vacaciones. Igual que lo estarán sus señorias, a costa nuestra, dentro de
pocas semanas.
Es un ardor de estomago. No haré literatura con ello. Naufragamos. En hez.
Comisión 11-M
Gabriel ALBIAC
explosivos, bajo control directo del jefe de la UCO? Vetado. ¿Un guardia
civil graba testimonios anticipadores del atentado, que sus superiores
ocultan? Vetado. ¿Un agente, socialista y asturiano, de los servicios de
inteligencia se entrevista repetidamente con el mentor de los asesinos?
Vetado. ¿Un hoy policía español, antiguo terrorista de élite de Arafat,
prepara los teléfonos móviles que detonaron las bombas de Atocha? Vetado; y
de vacaciones. Igual que lo estarán sus señorias, a costa nuestra, dentro de
pocas semanas. [...]
--
Vienen a mi recuerdo ilusiones perdidas. Otro tiempo. No es fácil
aceptar que hubo una vida en la cual la política fuera actividad noble.
Fantasía. Que el paso de la edad convierte en humo. Y cieno.
No fingiré sorpresa. No sería creíble. Todos sabemos que nada hay más
desalmado que esa gente. ¡Políticos! Hace mucho ya que decidí excluir a
tales predadores de mi vida. No hay manera de evitar que me roben. Me niego,
al menos, a participar en el engaño de forma voluntaria: que los vote su
abuela; si es que un bondadoso alzheimer le permite olvidar en qué cosa
escalofriante se mutaron los nietecitos suyos, aquellos que tan monos eran
de bebé, y ahora son esto.
Esto. Pocas cosas habrán contribuido tanto a la erosión de lo político
en la España contemporánea cuanto esa hipérbole del engaño que ha sido la
Comisión 11 de marzo. Yo pienso que ninguna. Y eso en un país hecho ya a
aberraciones extremas: los asesinatos del GAL al servicio de un Gobierno
socialista; el robo masivo practicado por los altos funcionarios en los años
personas de color del aterrador González; la aniquilación del poder judicial, mediante
la anticonstitucional ley orgánica del 85; la destrucción irreversible de la
enseñanza pública consumada por la LOGSE de 1986. . . Todo eso queda en
anécdota comparado con lo de ahora. Porque tras lo de ahora hay 192 muertos,
hay una derrota militar estruendosa, hay una rendición humillante, hay la
sórdida pleitesía a Mohamed y sus guerreros, hay la vergonzosa súplica de
piedad a quienes rigen los destinos del nacionalismo como los del islamismo,
hay la filtro resignación a la cual ningún país sobrevive.
La Comisión del 11-M ha sido una burla. De los que cobran impuestos
contra los que pagamos. Más brutal, más descarnada, más obscena que otras.
Porque esta vez no ha habido disimulo. PSOE & Co. han presentado, al fin,
conclusiones redactadas antes de que la Comisión se inaugurara. En medio,
trajeron testigos trucados (portero automático de Rubalcaba), altos mandos
policiales mentirosos, don nadies de todo tipo... Y vetaron. Todos y cada
uno de los testimonios que permitieran atisbar líneas de luz, por pequeñas
que fueran.
¿Un confidente policial dice haber gestionado la compra de los
explosivos, bajo control directo del jefe de la UCO? Vetado. ¿Un guardia
civil graba testimonios anticipadores del atentado, que sus superiores
ocultan? Vetado. ¿Un agente, socialista y asturiano, de los servicios de
inteligencia se entrevista repetidamente con el mentor de los asesinos?
Vetado. ¿Un hoy policía español, antiguo terrorista de élite de Arafat,
prepara los teléfonos móviles que detonaron las bombas de Atocha? Vetado; y
de vacaciones. Igual que lo estarán sus señorias, a costa nuestra, dentro de
pocas semanas.
Es un ardor de estomago. No haré literatura con ello. Naufragamos. En hez.
Comisión 11-M
Gabriel ALBIAC